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EDITORIAL


¿Partidos políticos en crisis?

| Jueves 31 enero, 2013




En Costa Rica, dos cosas se perciben: la disconformidad de la población con una clase política que incumplió promesas y no paró la corrupción y una crisis a lo interno de los partidos políticos


¿Partidos políticos en crisis?


Los partidos políticos deben tener una clara orientación ideológica y una definición en sus bases programáticas. Esa sin duda es la mejor relación que el electorado puede tener con el partido de su preferencia: la de coincidir con su ideología, la de tener un vínculo programático.
Los electores nacionales no parecen ya dispuestos a aceptar que los partidos políticos y sus candidatos se anuncien de un modo y actúen luego de otro. Esa es una estrategia desgastada.
Por otra parte, solo así, con definiciones claras coherentes con una base programática, existirá un verdadero compromiso en las propuestas de campaña y los votantes podrán exigir un rendimiento de cuentas a quien le dieron su voto.
Cuando esto no ocurre, pueden los ciudadanos decidirse por el candidato de un partido por su carisma o por vínculos clientelares. En este caso, no tendrán prácticamente posibilidades de esperar nada bueno o de pedir cuentas de una plataforma programática que nunca fue enunciada con total claridad. Y el país seguirá gobernado en ese caso por ocurrencias.
En Costa Rica, dos cosas se perciben con claridad, la disconformidad de la población en general con una clase política que se atrevió a hacer promesas que en muchos casos sabía que no podría cumplir, que siguió permitiendo la corrupción, y que no ha resuelto la crisis a lo interno de los partidos.
En estos se encuentran diferentes tendencias ideológicas que deberían por lo tanto responder a diferentes bases programáticas y que se desgastan en un permanente ejercicio para funcionar como maquinarias electoreras.
Así pues, lo más sano para el país sería que los partidos que se definan para participar en las próximas elecciones presidenciales y de diputados hayan salido de algún modo de su crisis interna y puedan plantear unas propuestas con sentido y no unas extrañas mezclas de diferentes visiones, incapaces de constituir un buen programa de gobierno.
Sin embargo, esto no es todo, puesto que lo más importante sería que esos candidatos puedan exponer no solo “el qué” pretenderían hacer, sino “el cómo” llevarían a cabo sus planes y proyectos, cómo los financiarían y con qué recursos humanos y técnicos pensarían contar.
Puesto que llegar a todo esto significa comenzar a construirlo desde las bases y desde las necesidades y anhelos de la población, habrá que ver quién ha realizado o está trabajando en ello, para poder ofrecer propuestas pos – crisis partidaria al electorado.
 







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