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Los salarios de los ministros

Carlos Denton cdenton@cidgallup.com | Miércoles 13 junio, 2012



Los salarios de los ministros

Por más que se habla de los gastos excesivos de la administración pública 80% o más de los gastos corrientes que se dedican a pagar planillas es importante señalar que los salarios de los ministros no son competitivos.
Para la gran mayoría de los profesionales que gozan el privilegio de tener hijos, casa con hipoteca, un par de automóviles y asumen todos los gastos que implica este estilo de vida, es imposible aceptar un ministerio, si es que un presidente se lo ofrece.
El salario base de $2 mil es aproximadamente lo que gana un joven recién graduado de la universidad en ciertas disciplinas, y cuando se agrega el 40% de “dedicación exclusiva,” se llega a un monto que pudiera recibir el mismo egresado después de tres años de experiencia.
Es común que el ministro, el jerarca máximo, gane sustancialmente menos de lo que perciben varios de sus subalternos. Y esto es cierto no solo al primer nivel —los que reportan directamente a él o ella— sino al segundo y hasta el tercero dentro de los ministerios. Esto implica que alguien que por lógica pudiera fungir con éxito en el puesto de ministro, por ser de alto nivel pero cubierto por el Servicio Civil, no acepte el ascenso por la pérdida de dinero que implica.
Parece increíble que no previeran esta anomalía en la administración pasada cuando concedieron aumentos importantes a los burócratas permanentes, dejando a sus superiores máximos con remuneraciones inadecuadas. Sería importante que la presidenta Chinchilla hiciera el intento de aumentar estos salarios antes de salir del poder, para que su sucesor pueda atraer talento más adecuado.
Asumiendo que reúnan las calidades que exige el puesto ¿quiénes son capaces de darse el lujo de aceptar el cargo de ministro en la actualidad? Fundamentalmente hay tres tipos de candidatos que podrían.
Primero, alguien que disfruta de un patrimonio lo suficientemente grande para cubrir sus gastos familiares con intereses, dividendos y rentas. Incluso lo ideal es que regale el salario a alguna caridad. Segundo, una persona que tenga cónyuge que disfruta de altos ingresos por el ejercicio de una profesión o por el manejo de una empresa. Tercero, alguien que esté dispuesto a exponer a su familia a un ejercicio de austeridad extrema por el bien de la nación.
Este último decide que por un par de años quiere servir a la patria, y se somete a un plan de vida reducida por un periodo limitado.
Una de las sorpresas que enfrentan los presidentes al asumir la responsabilidad por el Poder Ejecutivo es que encuentran dificultoso hallar profesionales adecuados para manejar los ministerios, que también estén dispuestos a aceptarle la oferta. Esto explica en parte los nombramientos que se han hecho recientemente, y lo poco que logran o lograrán hacer los que al fin acepten servir; es muy posible que no son los más indicados, pero por lo menos aceptaron el puesto.

Carlos Denton
cdenton@cidgallup.com

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