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Fisco, política y progreso

Miguel Angel Rodríguez marodrige@gmail.com | Lunes 21 octubre, 2013


Bienvenido sea el aporte de Ayales. Pero, para que no vuelva a repetirse esta situación, ¿no deberíamos revivir el tema de las garantías económicas?


Fisco, política y progreso

Hace poco Mario Vargas Llosa en una entrevista explicó por qué los intelectuales no son favorables a la democracia. Señaló (no lo pongo entrecomillado porque estoy traduciendo del inglés) que a los intelectuales no les gusta la mediocridad y democracia es mediocridad. En democracia se acepta que la perfección no existe en la realidad política. Todos deben hacer concesiones para convivir en paz y por ello el resultado es mediocre. Pero la historia demuestra que esta mediocridad es el medio más pacífico para el progreso, para la prosperidad y para reducir la violencia.
Recordé esa afirmación el jueves pasado, cuando el ministro de Hacienda Édgar Ayales gentilmente me invitó a una reunión en que nos entregó y comentó el trabajo de su Ministerio, que busca crear diálogo como ruta para la consolidación fiscal. Lo recordé porque es en la mediocridad de la realidad política que este tema debe tratarse.
Puede parecer muy aventurado presentar al inicio de la campaña electoral una evaluación sin pelos en la pluma de los problemas fiscales. Le comenté que hacerlo era despertar muchos enemigos pues son muchos los intereses que se tocan cuando se les quiere hacer frente a los problemas fiscales en los campos de gobernabilidad, gastos, ingresos, deuda e inversión y sostenibilidad. Pero que era muy conveniente y saludable para el país hacerlo, ya que es imprescindible crear consciencia de los profundos problemas que hemos acumulado en estos campos. Esos problemas limitan nuestro crecimiento, disminuyen la productividad, han impedido disminuir la pobreza e incrementan la desigualdad.
Resolverlos va a requerir majar muchos callos. Por eso solo será posible tener éxito —en una tarea insalvable— si todos aceptamos que es mejor ceder un pedacito de nuestra tajada del queque, cuando a cambio logramos hornear un queque mucho más grande que nos compense lo perdido, y nos brinde una tajada mayor cada día.
Esta es una tarea vieja e indispensable. No pudimos cumplirla al término del siglo XX porque la sociedad no aceptó abrir monopolios estatales y vender algunos activos para bajar los niveles necesarios de inversión pública y disminuir la deuda pública y sus costos. No lo aceptó el sistema político-jurídico costarricense cuando finalmente la propuesta impositiva de los exministros de Hacienda de 2002 llegó al final de su recorrido en 2006, porque la contención indiscriminada del gasto la hacía innecesaria. No se pudo aprobar en 2012 porque la imponía el mismo grupo político que en la administración 2006-2010 había dejado correr desenfrenado el gasto corriente y no se presentó ninguna alternativa seria de control del volumen y eficiencia del gasto estatal.
Ahora el diálogo se plantea señalando la necesidad de echar más agua a la tubería (aumento de ingresos) pero al mismo tiempo eliminar los agujeros en los tubos (evasión, fraude y contrabando), cerrar los huecos en el tanque receptor (política de personal y salarial del gobierno, proveeduría, contratación administrativa, transferencias), exigir y dar potestades al administrador para poder gerenciarlo bien (gobernabilidad fiscal) y asegurar la sostenibilidad de las fuentes de agua y de los sistemas de conducción (políticas de endeudamiento, de inversión y de afectación al ambiente).
Bienvenido sea el aporte de Ayales. Pero, para que no vuelva a repetirse esta situación, ¿no deberíamos revivir el tema de las garantías económicas?

Miguel Ángel Rodríguez

Expresidente de la República

 

 

 

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