¿Ya los multiplicaste?
| Martes 14 julio, 2009
¿Ya los multiplicaste?
El crecimiento constante es la ilusión de todo equipo; alcanzar retos cada vez más elevados es el premio para quienes opten por ese camino. La forma de crecer es el dilema, pero hay alternativas, y una muy efectiva es maximizar las fortalezas, más que reducir las debilidades.
Toda persona posee talentos, o sea, materia prima innata expresada en habilidades, comportamientos, y formas de pensar. Estas aptitudes naturales son semillas y pueden quedarse en esa categoría a menos que se les agreguen conocimientos y destrezas para conformar una fortaleza.
M. Buckingham y D. Clifton, autores del libro “Ahora, descubra sus fortalezas,” sostienen que el mayor potencial que tiene una persona para crecer está en aquellos campos donde sus fortalezas son mayores, definidas como el desempeño consistente y casi perfecto en una actividad. Ahora bien, ¿cómo se llega a ese nivel de ejecución?
El primer paso es reconocer qué talentos poseen los miembros del equipo y concentrarse en pulirlos con un aumento de conocimientos que sean catalizadores de estos. Un jugador puede ser tan habilidoso con la pelota como un ejecutivo haciendo cálculos financieros, pero si ellos no conocen sobre sistemas o estrategias para competir, no harán mucho con ese talento. Adicionalmente, será necesario sumar y dominar las destrezas que se requieren para realizar acciones cuyo éxito depende de talentos y conocimientos bien aplicados.
El segundo paso es dar un tratamiento adecuado a las debilidades que pueden atentar contra nuestra aptitud, pese a la buena actitud. No se trata de menospreciarlas, sino de evitar concentrar demasiada energía en ellas. Como dicen los autores mencionados: “En muchos de nosotros el temor a las debilidades parece eclipsar la confianza en nuestras fortalezas… ellas son más parecidas a duendecillos traviesos que a dragones”. Por supuesto que hay que arreglárselas para lidiar con las debilidades, que en verdad podrían convertirse en obstáculos, pero no conviene obsesionarse con ellas, sino ser creativos para salir adelante pese a su presencia y hasta convertirlas en fuente de nuevas fortalezas.
Si se cuenta con la disciplina y la constancia de agregar conocimientos y aprender destrezas para usar los talentos y la inteligencia, las debilidades serán menos relevantes. Este modo de pensar crea un positivo ambiente de trabajo en el equipo, pues todos se ocupan de aportar lo bueno que poseen y aprecian las fortalezas de sus compañeros o complementan sus debilidades.
Cuando Rodrigo Kenton, técnico de la Selección de Fútbol de Costa Rica, entregó el libro mencionado a cada jugador, expresó: “¡Tus talentos son bendiciones, utilízalos!”. Y esa es la tarea de un equipo, usar sus fortalezas para que se multipliquen en favor del ideal colectivo.
German Retana
german.retana@incae.edu
El crecimiento constante es la ilusión de todo equipo; alcanzar retos cada vez más elevados es el premio para quienes opten por ese camino. La forma de crecer es el dilema, pero hay alternativas, y una muy efectiva es maximizar las fortalezas, más que reducir las debilidades.
Toda persona posee talentos, o sea, materia prima innata expresada en habilidades, comportamientos, y formas de pensar. Estas aptitudes naturales son semillas y pueden quedarse en esa categoría a menos que se les agreguen conocimientos y destrezas para conformar una fortaleza.
M. Buckingham y D. Clifton, autores del libro “Ahora, descubra sus fortalezas,” sostienen que el mayor potencial que tiene una persona para crecer está en aquellos campos donde sus fortalezas son mayores, definidas como el desempeño consistente y casi perfecto en una actividad. Ahora bien, ¿cómo se llega a ese nivel de ejecución?
El primer paso es reconocer qué talentos poseen los miembros del equipo y concentrarse en pulirlos con un aumento de conocimientos que sean catalizadores de estos. Un jugador puede ser tan habilidoso con la pelota como un ejecutivo haciendo cálculos financieros, pero si ellos no conocen sobre sistemas o estrategias para competir, no harán mucho con ese talento. Adicionalmente, será necesario sumar y dominar las destrezas que se requieren para realizar acciones cuyo éxito depende de talentos y conocimientos bien aplicados.
El segundo paso es dar un tratamiento adecuado a las debilidades que pueden atentar contra nuestra aptitud, pese a la buena actitud. No se trata de menospreciarlas, sino de evitar concentrar demasiada energía en ellas. Como dicen los autores mencionados: “En muchos de nosotros el temor a las debilidades parece eclipsar la confianza en nuestras fortalezas… ellas son más parecidas a duendecillos traviesos que a dragones”. Por supuesto que hay que arreglárselas para lidiar con las debilidades, que en verdad podrían convertirse en obstáculos, pero no conviene obsesionarse con ellas, sino ser creativos para salir adelante pese a su presencia y hasta convertirlas en fuente de nuevas fortalezas.
Si se cuenta con la disciplina y la constancia de agregar conocimientos y aprender destrezas para usar los talentos y la inteligencia, las debilidades serán menos relevantes. Este modo de pensar crea un positivo ambiente de trabajo en el equipo, pues todos se ocupan de aportar lo bueno que poseen y aprecian las fortalezas de sus compañeros o complementan sus debilidades.
Cuando Rodrigo Kenton, técnico de la Selección de Fútbol de Costa Rica, entregó el libro mencionado a cada jugador, expresó: “¡Tus talentos son bendiciones, utilízalos!”. Y esa es la tarea de un equipo, usar sus fortalezas para que se multipliquen en favor del ideal colectivo.
German Retana
german.retana@incae.edu