¿Qué parte no entendiste?
Redacción La República redaccion@larepublica.net | Martes 08 noviembre, 2011
¿Qué parte no entendiste?
“Con el mayor respeto y pensando en el mejor beneficio para usted y nuestro equipo, le insto modificar esta sola actitud, solo esa”. ¿Qué cree que sus compañeros le solicitarían a usted? Es sorprendente, pero muchas cosas mejorarían en los equipos y organizaciones deportivas si dirigentes, técnicos y jugadores cambiaran una actitud que realmente molesta a todos y que obstaculiza elevar el desempeño.
Eso es frustrante, pues no se trata de algo imposible sino de la toma de conciencia de lo poco que se debe cambiar, si tan solo existiera más humildad. Un dirigente o un jugador puede tener muchas virtudes y hacer grandes cosas, pero si incurre en algo relevante que afecta al resto, le convendría reflexionar asumir una nueva actitud. Veamos ejemplos de conductas que irritan al equipo: indiscreción, exceso de protagonismo cuando los méritos son colectivos, irrealismo, cambios frecuentes e injustificados en programación de actividades, autoritarismo inesperado bajo presión, actuar contra los valores del equipo, sordera voluntaria, favoritismos, ausencia en momentos claves, etc. En pocas palabras, son contradicciones entre lo que predica y lo que hace, entre normas pactadas y acciones visibles.
No se trata de que cada persona sea perfecta o inequívoca, eso es imposible; sino de actitudes factibles de modificar si se decide hacerlo. Lo peor que suele suceder es que la persona ya se haya comprometido a no incurrir en ellas, y reincide. Es entonces cuando sus colegas deben preguntarle: “¿Qué te pasa? ¿Qué fue lo que no entendiste de lo que acordamos?”
Sería muy productivo que usted preguntara a cada miembro de su equipo lo siguiente: ¿Qué es algo, una sola actitud, que si yo la cambiara, a todos nosotros nos iría aún mejor? ¡Atrévase! Usted será quien más se beneficie.
Si aplica esta sugerencia sucesivamente con varias personas, notará que las recomendaciones constructivas comenzarán a coincidir. Entonces solo necesitará su sentido común más una dosis de sensatez para darle a su equipo la gigante satisfacción de un pequeño cambio en usted que será de alto impacto para sus miembros.
Ahora imagine que este ejercicio abarcara a cada uno de los miembros del equipo. ¿Cómo se verá el mismo cuando todos hayan mejorado radicalmente en una sola pero importante actitud? ¿Verdad que vale la pena intentarlo? De lo contrario, alguien podría preguntarle a usted… ¿qué parte es la que no entendió?
German Retana
german.retana@incae.edu
“Con el mayor respeto y pensando en el mejor beneficio para usted y nuestro equipo, le insto modificar esta sola actitud, solo esa”. ¿Qué cree que sus compañeros le solicitarían a usted? Es sorprendente, pero muchas cosas mejorarían en los equipos y organizaciones deportivas si dirigentes, técnicos y jugadores cambiaran una actitud que realmente molesta a todos y que obstaculiza elevar el desempeño.
Eso es frustrante, pues no se trata de algo imposible sino de la toma de conciencia de lo poco que se debe cambiar, si tan solo existiera más humildad. Un dirigente o un jugador puede tener muchas virtudes y hacer grandes cosas, pero si incurre en algo relevante que afecta al resto, le convendría reflexionar asumir una nueva actitud. Veamos ejemplos de conductas que irritan al equipo: indiscreción, exceso de protagonismo cuando los méritos son colectivos, irrealismo, cambios frecuentes e injustificados en programación de actividades, autoritarismo inesperado bajo presión, actuar contra los valores del equipo, sordera voluntaria, favoritismos, ausencia en momentos claves, etc. En pocas palabras, son contradicciones entre lo que predica y lo que hace, entre normas pactadas y acciones visibles.
No se trata de que cada persona sea perfecta o inequívoca, eso es imposible; sino de actitudes factibles de modificar si se decide hacerlo. Lo peor que suele suceder es que la persona ya se haya comprometido a no incurrir en ellas, y reincide. Es entonces cuando sus colegas deben preguntarle: “¿Qué te pasa? ¿Qué fue lo que no entendiste de lo que acordamos?”
Sería muy productivo que usted preguntara a cada miembro de su equipo lo siguiente: ¿Qué es algo, una sola actitud, que si yo la cambiara, a todos nosotros nos iría aún mejor? ¡Atrévase! Usted será quien más se beneficie.
Si aplica esta sugerencia sucesivamente con varias personas, notará que las recomendaciones constructivas comenzarán a coincidir. Entonces solo necesitará su sentido común más una dosis de sensatez para darle a su equipo la gigante satisfacción de un pequeño cambio en usted que será de alto impacto para sus miembros.
Ahora imagine que este ejercicio abarcara a cada uno de los miembros del equipo. ¿Cómo se verá el mismo cuando todos hayan mejorado radicalmente en una sola pero importante actitud? ¿Verdad que vale la pena intentarlo? De lo contrario, alguien podría preguntarle a usted… ¿qué parte es la que no entendió?
German Retana
german.retana@incae.edu