Qué sabrosos son los sillones de los reservistas

En 1950, cuando mi papá me llevaba al Estadio Nacional, a los jugadores que no eran titulares les decían “los de la banca”. Todavía se acostumbra el término, aunque hace rato que desapareció la banca.

Era que los jugadores suplentes se sentaban todos apretados en una banca dura y de madera, sin respaldar que se ubicaba a un costado de la cancha, a pocos metros de las líneas laterales del terreno de juego. Desde las graderías, se veían perfectamente a los futbolistas suplentes ahí sentados. El director técnico se sentaba en un extremo de la banca y el resto del personal, como asistentes, preparador físico, utilero, se sentaban encima de cajones y tarros donde estaban las medicinas, refrescos y agüa.

Lea más: Keylor Navas se queda en el PSG y llegará al Mundial de Catar sin minutos de competencia

Cuando el fútbol se industrializó y doña FIFA se hizo multimillonaria, los futbolistas se profesionalizaron y aparte de recibir contratos millonarios, tuvieron otras ventajas, una de ellas, que quitaran las duras bancas donde se sentaban los suplentes.

En el fútbol del primer mundo, los jugadores suplentes se sientan en sillones de cuero fino, que pueden convertir en sofá cama para estirar piernas y músculos e incluso, si el técnico es medio distraído, echarse por ahí una dormidita, si el partido está muy aburrido.

Pienso, que Keylor Navas ha tomado la decisión más inteligente, al decidir quedarse en el PSG como jugador suplente hasta que termine su contrato en el 2024.

Lea más: Cuando la gente nos apoya hasta dan ganas de llorar: Keylor Navas

Cerca de cumplir 36 años y sin poder competir, por razones de edad con el italiano Gianluigi Donnarumma que suma 23 primaveras por la titularidad en el PSG, el portero costarricense, que ya lo ganó absolutamente todo a nivel de clubes, es de los mejores del mundo, fue el mejor portero del Mundial Brasil 14, suma Tres Champions y otros galardones, no tiene que demostrarle nada a nadie en el mundo y además, por razones de edad, no está en condiciones de ir a disputar titularidades y otros trabajos, más propios de porteros que apenas inician sus trayectorias.

Keylor gana un millón de euros anuales, tiene dinero para residir donde guste el resto de su vida, de manera que hace bien en retirarse a los cómodos sillones de los jugadores reservistas, donde les dan alimentos y cobijas de lujo, entrenar fuerte, olvidarse de la alta competencia, cobrar buen billete y si puede, “echarse” una dormidita en esos sabrosos sillones donde se acomodan los jugadores suplentes, sin que el técnico lo atisbe.

gpandolfo@larepublica.net