Nota de Tano
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Viernes 30 diciembre, 2011
Si uno estudia periodismo para acomodarse o peor, para guardarse lo que piensa, mejor cambie de profesión.
Voy a tocar un tema del que soy el más grande de los ignorantes, pero me pican las manos por escribirlo, porque tiene que ver con la disciplina del ciclismo que se pone de moda cada diciembre gracias al desarrollo de la Vuelta a Costa Rica, evento insignia del deporte criollo junto a la Copa del Café.
Al guaro yo le reclamo pocas cosas.
La verdad que yo fui el que lo escogí y no son las botellas las que vienen a uno, pero por su culpa, o más bien, por mi culpa al ingerirlo con abuso, perdí la oportunidad en los 11 primeros años de mi carrera profesional de dar cobertura a este evento. Sabía que si mis superiores me daban la orden de acompañar a la caravana ciclística por todo el país, ya fuera de la capital, no pasaba de la siguiente etapa. Me hubiera metido en la primera cantina del pueblo a sacarme la goma, mientras los pedalistas alzaban vuelo.
Entonces, y lo he escrito varias veces, si existe un deporte del que no sé nada, del que soy ignorante, es este de los hombres de acero, de ahí lo complicado de verter una opinión, pero aquí me la mando con todo respeto.
Me cuesta mucho entender y lógicamente es porque no sé nada de esto, cómo un ciclista, en este caso, Juan Carlos Rojas, en la última edición de la Vuelta que concluyó el miércoles, no pudo descontarle 36 segundos a José Adrián Bonilla en una larga etapa de 134 kilómetros.
Me desconcierta y me rebelo (por desconocimiento), cuando los analistas que sí saben del asunto, anuncian, antes de que arranque la última etapa, que salvo un hecho aislado o circunstancial como una caída u otro tipo de accidente, resulta casi imposible que (en este caso específico), Bonilla sea cazado por Rojas. Y esto, es un detalle que nunca me ha gustado del ciclismo.
Uno más o menos sabe algo de trabajar en equipo, de peones, de chupar rueda, de parar vientos y proteger fugas, pero “manda huevo” que en 134 kilómetros, con ascensos y descensos, un pedalista no pueda quitarse 36 segundos de encima. Dicen los que más saben que este margen de segundos en carretera significan como 500 metros, supongo que eso es mucho para los entendidos, pero poco, para nosotros los ignorantes.
Disculpen, pero no me trago el cuento.
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