Nota de Tano
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Lunes 17 octubre, 2011
¡Qué vengan muchos partidos como este Saprissa y Cartaginés!
Si no se ponen vivos los heredianos, van a perder la credencial con los brumosos de jugar ante los morados eso que llaman el clásico del buen fútbol.
Porque ayer, en el Ricardo Saprissa, sobró el buen fútbol.
¡Qué partidazo!
¡Qué contenta que salió la gente!
Las decenas de espectadores que bajaban en tropa las gradas del coloso de Tibás, no dejaban de comentar tantas acciones emotivas que deparó el partido y es que, cuando en un juego, dos de los mejores jugadores de cada equipo son los porteros, es señal de que hubo emoción en los marcos.
Cómo nos hicieron recordar Víctor Bolívar y Osvaldo Quesada, aquellos inolvidables duelos entre Carlos Alvarado y Flaco Pérez, o entre Marcos Rojas y Alejandro González y aplaudir debajo del marco de los brumosos a un guardameta que seguía la enorme trayectoria de Asdrúbal Meneses, Víctor Monge y otros consagrados del marco azul.
Después de un partido como este entre morados y brumosos, nadie pone atención a lo que dicen en la conferencia de prensa los directores técnicos: Guimaraes no tiene ni necesita buscar excusas de que fue la cancha o fue Teté el causante de la mala presentación de su equipo. Cuando un equipo juega con la esplendidez como lo hizo ayer el Saprissa, no hay árbitros, viento, ni mala suerte.
Se juega bien y se gana, y en el caso del Cartaginés, se juega bien y se pierde, porque el fútbol es un juego de humanos, donde un par de errores o descuidos dan al traste con la labor colectiva de todo el equipo.
Alexandre leyó muy bien al Cartaginés y trató de sellarlo en la mitad del campo; lo pobló con Guzmán, Tejeda, Paté y Mora, oposición al talento conocido de Valverde, Jiménez y los dos Brenes y lo que sucedió, para beneplácito de público y prensa, fue que el talento escapó a las redes de pesca y viajó raudo por el mar del acierto.
Los candados no atraparon a sus presas y por eso afloraron creativos, constructores, arquitectos, generosos en enviar alimento a las posiciones de ataque que recibieron la comida y con el estómago repleto, supieron rematar, definir, inquietar y entonces nos presentaron un partido completo.
Si la Selección Nacional juega como lo hicieron ayer Saprissa y Cartaginés se le facilita la ruta a Brasil; lástima que esta clase de encuentros tan atractivos, son excepción y no regla.
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