Nota de Tano
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Sábado 12 marzo, 2011
El alcoholismo es la enfermedad de la negación.
Cuesta aceptarla.
Una vez se acepta que uno es alcohólico y se entrega con disciplina y responsabilidad a un tratamiento en un programa de recuperación, y Alcohólicos Anónimos es el que ofrece los mejores resultados, se inicia para el enfermo el camino a la más grande de las victorias.
Aceptar el alcoholismo es un acto heroico y recuperarse un milagro de Dios; miles de miles de seres humanos de todo nivel social mueren atrapados en las garras de esta enfermedad tridimensional que ataca cuerpo, alma y espíritu.
Con tristeza porque me sé de memoria el camino que le espera hacia el infierno, leía ayer las declaraciones de Adriano, el otrora “Emperador” de la selección brasileña y del Internazionale de Milán, donde manifiesta que está feliz de regresar a Brasil, después de que abandonó el equipo de la Roma, donde prácticamente no tuvo actividad, él dice que por culpa de las lesiones, pero ha sido evidente que ha sido por culpa de los “gomones”, que le impiden, como a todos los adictos a una droga, cumplir con horarios de entrenamientos, concentraciones y someterse sin problemas a la disciplina del club.
Las borracheras de Adriano le han dado la vuelta al mundo; su carrera profesional va en picada y le espera la misma tragedia que sufrieron Garrincha, Corbatta, George Best, centenares de boxeadores, atletas consagrados de diferentes disciplinas, la misma enfermedad que hoy padecen y de la que no pueden salir el Burrito Ortega y Paúl Gaiscogne.
En toda su extensa letanía para justificar el porqué deja a la Roma, cuando es al revés, la Roma lo dejó a él, el potente Adriano ni se sonroja cuando afirma: “toda la culpa es de las lesiones. He tenido muy mala suerte: primero el abductor; después el tobillo. He puesto de mi parte (¿?) y he perdido mucho dinero, pero para mi cuenta ser feliz y yo en Brasil lo soy”, afirmó el futbolista.
El contrato entre la Roma y Adriano terminaba en junio de 2013, pero el guaro no lo dejó llegar a su final; desde que dejó al Inter por problemas disciplinarios, la carrera del Emperador va en picada; regresó a Brasil y no la vio; regresa a Italia y no la ve y ahora retorna a Brasil, donde dice ser feliz.
¡Claro!
¿Cuál alcohólico no es feliz en una cantina o en cualquier carnaval?
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