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NOTA DE TANO


Nota de Tano: Mamá fue una adicta de papel al deporte

Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Miércoles 15 agosto, 2018

Osvaldo Pandolfo, forma parte del Salón de los Inmortales del deporte.

Mamá fue una adicta de papel al deporte

Adelina Rímolo D’Agostino.

Nació en Morano, Calabria en 1909 y murió en San José, en 1999 a los 90 años de edad.

Fue mi mamá y hoy en su Día, quiero recordarla como una apasionada del deporte y fanática de varias disciplinas deportivas, sin entrar en toda su vida a un escenario deportivo.

Doña Adelina fue una fanática de papel y los responsables de esa adicción, fueron sus hijos varones: Gaetano y Osvaldo, el primero escribiendo y el segundo, jugando.

La década 1970-80 fue de grandes realizaciones para mamá, dado que Osvaldo se convirtió en un extraordinario basquetbolista, capitán de la Universidad de Costa Rica, tricampeón nacional y monarca centroamericano entre 1971 y 1975 y además, mi hermano menor fue también el capitán de la Selección Nacional de este deporte.

Una notable trayectoria condujo a Osvaldo a ser miembro de la Galería de los Inmortales y desde luego que el “cumiche” de la familia se convirtió en un ídolo para mamá.

En esa década 70-80, este columnista tuvo la suerte de ser compañero de redacción en La Nación, de verdaderas estrellas y maestros del periodismo costarricense, que me orientaron y guiaron para convertirme en un buen periodista deportivo.

Siempre me gustó la crónica deportiva que fue mi fuerte y lógicamente que me tocó escribir de las hazañas que mi hermano Osvaldo lograba en los rectángulos del Gimnasio Nacional y otros coliseos.

Doña Adelina gustaba de acostarse muy tarde, costumbre que heredé al ciento por ciento y los miembros de la familia en muchas ocasiones no sabíamos ni comprendíamos qué hacía nuestra madre después de la medianoche.

Como excelente ama de casa del sur de Italia, cocinaba las pastas a mano como los ángeles, pero no todos los días le daban las dos o tres de la madrugada en la cocina.

Algo hacía o tejía mamá en la amplia mesa del comedor y no fue hasta después de su muerte, que mis hermanas mayores Carmen y Doraida, encontraron en las gavetas de los muebles del comedor, el fruto de aquel trabajo.

Doña Adelina recortó y pegó, con goma e incluso los amarró, todos los artículos, crónicas y columnas, que su hijo mayor Tano, periodista deportivo, escribió de su hijo menor Osvaldo, destacado basquetbolista universitario.

Trabajo de hormiga, de noches enteras, de blancos silencios: amor, paciencia, entrega, lazos de sangre de gratitud eterna. ¡Gracias, mamá!

gpandolfo@larepublica.net

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