Nota de Tano
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Viernes 29 diciembre, 2017
P.Z. presentó una cintura muy capacitada
En este momento, los dos mejores volantes centrales del fútbol costarricense, incluyendo a los legionarios, son Wilmer Azofeifa del Santos de Guápiles y Luis Carlos Barrantes de Pérez Zeledón.
Hoy, su fútbol supera al de los cuatro integrantes de la Selección Nacional: Celso Borges, David Guzmán, Randall Azofeifa y Yeltsin Tejeda. Sin embargo, dudamos de que Óscar Ramírez los convoque a la Tricolor, lo que no dejaría de ser una injusticia.
Hemos venido comentando sobre el trabajo realizado en el campeonato por algunos de los jugadores del monarca, Pérez Zeledón, casos de Bryan Segura, Keylor Soto, Porfirio López, Dave Myrie.
Toca el turno a Luis Carlos Barrantes, mediocampista que fue creciendo como la espuma conforme avanzó la competencia hasta lograr etiqueta de indispensable. Un volante recuperador con el que sueña cualquier estratega porque tiene la virtud de que marca, recupera y ataca. No es el mediocampista que corta y sirve, huyéndole a la pelota, sino que la transporta, pisa territorio enemigo, remata con potencia con sus dos piernas y además es un jugador desafiante, de esos que se la creen y por eso construye acciones de fantasía que no siempre le cuajan. Cuando Barrantes ataca con balón en pie, se puede esperar cualquier sorpresa; un bólido, un dribling o una jugada inusual. Repasen los videos de la cuadrangular y la final y lo comprobarán.
Liderado por Luis Carlos, el técnico José Giacone a durante la temporada que concluyó con el reinado guerrero, utilizó a jugadores como Juan Gabriel Guzmán en el arranque que luego perdió protagonismo, para dar paso a Pablo Azcurra y a Jeykel Venegas, toda una revelación en el cierre del certamen.
Esyin Cordero, Anthony Mata, Anthony López, Fabián Garita y Fernando Monge fueron relevistas tácticos, de acuerdo con el desarrollo de los partidos.
Barrantes, Azcurra, Venegas y Guzmán tuvieron roles más protagónicos, en una medular que Giacone terminó de armar con la bujía del plantel, el motor, el arquitecto, el típico “diez” que fue Álvaro Sánchez, sin lesiones y en su mejor versión.
Empujados desde la derecha por un tractor de nombre César Carrillo, un carrilero técnico como Mauricio Núñez y Kevin Sancho, la cintura del campeón tuvo la suficiente capacidad para generar mucho fútbol a las puntas, Cazal y Mitchell para que este par de arietes hicieran fiesta en los cordeles adversarios. Con trabajo de equipo se tejió la corona.
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