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Mauricio García Villegas: "La violencia en Colombia es consecuencia de una incapacidad de controlar las emociones"

Daniel Pardo - Hay Festival Colombia@BBC Mundo | Miércoles 26 enero, 2022


Protestas en Colombia
Getty Images

Colombia es, al mismo tiempo, uno de los países más violentos y felices del mundo.

En una sociedad donde la fiesta y el goce hacen parte de la rutuna diaria se ha gestado uno de los conflictos armados más crueles y largos de la historia.

Y aunque puede sonar a paradoja, una más en la historia de caos y estabilidad del país, para el experto en derecho y ciencia política colombiano Mauricio García Villegas hay una explicación.

En su ensayo "El país de las emociones tristes" (Ariel, 2021), el profesor de la Universidad Nacional sostiene que la violencia en Colombia es producto, entre otras cosas, de una incapacidad de controlar emociones como el odio, la venganza y el miedo.

Emociones tristes que, dice, no son necesariamente incompatibles con la euforia y la alegría en un país fragmentado, donde el sistema político ha sido incapaz de moderar los odios y tramitar las diferencias.

"No planteo verdades incuestionables —dice el cofundador del centro de estudios Dejusticia— sino sugerencias escritas con el propósito de entender antes que condenar".

García Villegas habló con BBC Mundo como parte de nuestra cobertura del Hay Festival de Cartagena 2022.

Mauricio Garcia Villegas
Archivo Particular - Hay Festival

¿Tienen los colombianos emociones particulares, distintas a las de otros países?

No existe ningún rasgo neurológico o genético que caracterice a los colombianos. Lo que sí existe es una manera emocional de vivir la vida en sociedad.

Cada país tiene, como los individuos, una personalidad, caracterizada por algunas emociones que sobresalen. Algunas personas son más extrovertidas que otras, o más temerosas, o más envidiosas, o más resentidas.

Yo no hablo de la personalidad de los colombianos ni de su identidad cultural. Prefiero hablar de arreglos emocionales, que es un concepto menos fuerte y más cambiante.

En ese sentido, Colombia tiene unos arreglos emocionales específicos, que comparte con otros países de América Latina, pero que aquí, dada la difícil geografía y la falta de presencia del Estado, tiene manifestaciones particulares.

¿Cuáles son esos arreglos particulares?

Cambian a lo largo de la historia, pero en términos generales está la fortaleza de los sentimientos religiosos, de las filiaciones políticas, de las identidades locales y de cierto individualismo indómito.

Esto ocurre en medio de un Estado incapaz de controlar buena parte del territorio, lo cual ha hecho que los odios, las venganzas y los miedos de la política hayan tenido un peso particularmente fuerte en esos arreglos.

Colombiana
Getty Images

¿Y por qué califica estas emociones como "tristes"?

Baruch Espinoza, un pensador holandés de principios del siglo XVII, creía que lo más importante en la vida es el goce de la existencia y que las furias, el odio, la venganza, el miedo y otros sentimientos similares, que él denominaba emociones tristes, apocan y atrofian la existencia.

Esa actitud estoica es hoy valorada por muchos filósofos morales. No solo por ser moralmente admirable, sino porque ayuda a conseguir una vida más feliz.

En las celebraciones como el día de la madre o en una victoria de la selección de fútbol, en Colombia son asesinadas decenas de personas en riñas de borrachos. ¿Qué nos dice esto de la manera como los colombianos tramitan sus emociones?

Nos habla de la incapacidad de los colombianos para controlar sus emociones tristes.

La violencia es una de las consecuencias de esa incapacidad, pero los efectos perniciosos de esa incapacidad van mucho más lejos.

En Colombia ha habido siempre muy buenas ideas, proyectos, empresas, instituciones, pero mucho de eso se ha estropeado en el camino por la incapacidad de muchos de políticos y líderes para controlar sus emociones.

Es cierto que en esos fracasos también hubo injusticia, mal gobierno y corrupción, pero las cosas habrían podido tener mejor suerte si las relaciones sociales no hubiesen estado envenenadas por las furias de la política.

Protestas en Colombia
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Dice en el libro que los colombianos son más emocionales que racionales. ¿Por qué eso se tradujo en una cultura de la violencia tan pronunciada?

Todos los seres humanos somos más emocionales que racionales, como lo han mostrado la neurociencia y lo que se conoce como la revolución cognitiva.

Nuestra capacidad racional para controlar las emociones es limitada, porque la racionalidad es esporádica y deficiente.

Pero lo que diferencia a los colombianos no es eso, sino el predominio de una cultura política y de un régimen legal incapaces de controlar, disuadir o castigar a los actores que, llevados por sus odios, deciden tomar las armas para eliminar a sus contrincantes.

En otros países puede haber los mismos odios pero la decisión de matar es inaceptable para todo; en Colombia ha sido inaceptable para muchos, pero no para todos.

Las emociones tristes son, a veces, necesarias.

Sí, hay situaciones en las que es necesario levantarse contra la injusticia o la tiranía. Si los países aliados no se hubiesen unido contra Hitler la situación del mundo sería otra hoy en día.

A veces el odio y la venganza son necesarios. Lo que pasa es que en América Latina tenemos una idea muy amplia y subjetiva de cosas como tiranía, terrorismo, opresión, avasallamiento, etc.

Son conceptos banalizados y por eso en la historia de Colombia hay más anomia y más guerras civiles que despotismo.

Protestas en Colombia
AFP

El colombiano es un gozoso y usted lo caracteriza como inclinado hacia las emociones tristes. ¿Cómo se explica esa paradoja?

La tristeza no es una emoción triste, o no siempre lo es y la alegría no es una emoción plácida, que es lo contrario de las emociones tristes, o al menos no siempre lo es.

Espinoza califica el odio como emoción triste no por ser el odio triste en sí mismo, sino por ser tristes sus consecuencias, lo que produce en quien odia.

"Aferrarse al odio —lo dijo Buda— es como tomar veneno y esperar que el otro muera".

En esa torpeza emocional de aferrarse al odio radica la tristeza. Es por eso que emociones como euforia o alegría son perfectamente compatibles con las emociones tristes.

¿Cómo se explica que los colombianos sean reseñados cada tanto como unas de las poblaciones más felices el mundo?

La felicidad es difícil de definir y de medir. Todo depende de lo que se crea que es la fuente de la felicidad: el placer, la vida con significado, el dinero, los afectos, etc.

Algunas encuestas muestran una correlación fuerte entre el PIB (Producto Interno Bruto) y la felicidad, con lo cual los países más felices son Noruega, Canadá o Australia.

Pero si lo que se le pregunta a la gente es qué tanto significado tiene su vida, los países más felices resultan siendo Angola, Cuba, Ecuador o Kuwait.

Incluso suponiendo que Colombia sea uno de los países más felices del mundo, esto no necesariamente es incompatible con tener un sistema político en el que los odios y las venganzas son particularmente fuertes.

Lo primero mide un sentimiento general; lo segundo mide un sentimiento específico en la arena política.

Estaríamos en todo caso ante una nueva expresión de la llamada "paradoja colombiana": un país muy estable y a la vez muy violento.

Protestas en Colombia
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Dice que, en Colombia, más que polarización, hay odio no solo entre los diferentes, sino entre aquellos del mismo bando ideológico. ¿Cómo se explica eso? ¿Qué revela de las emociones de los colombianos?

Este libro es, en buena medida, un texto sobre el dogmatismo y sus pesares; sobre la cerrazón de los espíritus y sus males.

Hay mucho dogmatismo en Colombia, mucha "indignación virtuosa", mucha gente convencida de tener verdades incuestionables.

Los dogmáticos se manifiestan, desde luego, contra sus enemigos ideológicos; los de extrema izquierda contra los de extrema derecha, los religiosos contra los ateos, etc., pero encausan su odio quizás con más fuerza contra aquellos de su misma ideología.

Eso explica, entre otras cosas, la tendencia de ciertos partidos, sobre todo en la izquierda radical, a dividirse en muchas facciones.


Este artículo es parte de la versión digital del Hay Festival Cartagena 2022.


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