Costa Rica y el TLC
| Lunes 01 octubre, 2007
Costa Rica y el TLC
Bajo el dogma de apertura y globalización se ha generado toda una estructura legislativa que ha facilitado la firma de algunos Tratados de Libre Comercio (TLC), que según algunos eco-analistas (eruditos en la materia) han beneficiado más a los demás países, dejando al nuestro con mayores brechas en el intercambio de productos y por ende, un saldo comercial totalmente desfavorable.
Esa situación permite hacer algunos cuestionamientos clave de un posible TLC con Estados Unidos: ¿Cómo y de qué forma puede el gobierno de Estados Unidos ayudar a Costa Rica y demás países centroamericanos que son economías tan pequeñas y heterogéneas? ¿De qué manera puede Costa Rica competir con la economía más grande y rica del mundo?
En Costa Rica el 60% de las exportaciones pertenece a empresas de capital norteamericano, de las cuales el 30% corresponde a pequeñas empresas costarricenses. ¿Qué interés tendría Estados Unidos en importar de nuestro país productos que ya de por sí ellos mismos producen para su consumo y a más bajo precio?
La política comercial exportadora ha tenido un fuerte sesgo hacia las zonas francas, empresas que en su mayoría son de capital extranjero, no pagan impuestos casi de ningún tipo y han generado apenas un 14% del empleo, contrario al sector agropecuario que genera más del 46%. Por tanto, las actividades que son representativas en la generación de empleo son las que menos están protegidas y apoyadas en los tratados comerciales. Recordemos que es el Estado el que tiene la obligación de generar fuentes de empleo, y no debe por ende, echar su suerte en este tratado, pero ¿qué tipo de empleo queremos de nuestros hijos (as) en el futuro? ¿Será capaz la famosa apertura en telecomunicaciones de “modernizar” al ICE (y eso que somos la segunda empresa en el mundo en cobertura y la primera en precios en Latinoamérica), o simplemente es un elegante traslado de dueño?
El estudio de todos estos factores del tratado me deja como reflexión final lo siguiente:
Es claro que la economía norteamericana está en una difícil posición comercial respecto a las nuevas alianzas como la Unión Europea y el bloque asiático, por ello ha querido consolidar jurídica e institucionalmente su posición con Latinoamérica, para tener una carta con qué enfrentar los nuevos retos del capital mundial.
Estados Unidos tiene claro que debe invertir directamente en nuestras economías, especialmente en las áreas de mayor auge, para poder canalizar más capital y riqueza, “apoderándose” del sector económico en forma totalmente legal, lo único que nos quedará es comprar nuestros propios recursos agua, aire, bosque y biota, a cambio de mano de obra barata, dinero devaluado para una pobre subsistencia.
No podemos permitir que a cambio de unos cuantos empleos, estemos “entregando” nuestra soberanía y adoptando un modelo de desarrollo “cajonero” que no diferencia en lo absoluto las particularidades que presenta nuestra economía del resto de Centroamérica. Ya no son nuestras las playas, mañana no serán nuestros los mantos acuíferos, bosques..., repito las palabras de un sabio indio: “cuando vinieron los españoles nosotros teníamos nuestras tierras y ellos nos dijeron tomen la Biblia, cierren sus ojos y crean… luego abrimos los ojos teníamos la Biblia y ellos nuestras tierras...”. ¿Seguiremos creyendo en los TLC y filibusterismos?
Lic. Fernando Montero Cordero
Economista
Docente
Cédula 4-150-586
Tel. 850-2631 277-3465
Bajo el dogma de apertura y globalización se ha generado toda una estructura legislativa que ha facilitado la firma de algunos Tratados de Libre Comercio (TLC), que según algunos eco-analistas (eruditos en la materia) han beneficiado más a los demás países, dejando al nuestro con mayores brechas en el intercambio de productos y por ende, un saldo comercial totalmente desfavorable.
Esa situación permite hacer algunos cuestionamientos clave de un posible TLC con Estados Unidos: ¿Cómo y de qué forma puede el gobierno de Estados Unidos ayudar a Costa Rica y demás países centroamericanos que son economías tan pequeñas y heterogéneas? ¿De qué manera puede Costa Rica competir con la economía más grande y rica del mundo?
En Costa Rica el 60% de las exportaciones pertenece a empresas de capital norteamericano, de las cuales el 30% corresponde a pequeñas empresas costarricenses. ¿Qué interés tendría Estados Unidos en importar de nuestro país productos que ya de por sí ellos mismos producen para su consumo y a más bajo precio?
La política comercial exportadora ha tenido un fuerte sesgo hacia las zonas francas, empresas que en su mayoría son de capital extranjero, no pagan impuestos casi de ningún tipo y han generado apenas un 14% del empleo, contrario al sector agropecuario que genera más del 46%. Por tanto, las actividades que son representativas en la generación de empleo son las que menos están protegidas y apoyadas en los tratados comerciales. Recordemos que es el Estado el que tiene la obligación de generar fuentes de empleo, y no debe por ende, echar su suerte en este tratado, pero ¿qué tipo de empleo queremos de nuestros hijos (as) en el futuro? ¿Será capaz la famosa apertura en telecomunicaciones de “modernizar” al ICE (y eso que somos la segunda empresa en el mundo en cobertura y la primera en precios en Latinoamérica), o simplemente es un elegante traslado de dueño?
El estudio de todos estos factores del tratado me deja como reflexión final lo siguiente:
Es claro que la economía norteamericana está en una difícil posición comercial respecto a las nuevas alianzas como la Unión Europea y el bloque asiático, por ello ha querido consolidar jurídica e institucionalmente su posición con Latinoamérica, para tener una carta con qué enfrentar los nuevos retos del capital mundial.
Estados Unidos tiene claro que debe invertir directamente en nuestras economías, especialmente en las áreas de mayor auge, para poder canalizar más capital y riqueza, “apoderándose” del sector económico en forma totalmente legal, lo único que nos quedará es comprar nuestros propios recursos agua, aire, bosque y biota, a cambio de mano de obra barata, dinero devaluado para una pobre subsistencia.
No podemos permitir que a cambio de unos cuantos empleos, estemos “entregando” nuestra soberanía y adoptando un modelo de desarrollo “cajonero” que no diferencia en lo absoluto las particularidades que presenta nuestra economía del resto de Centroamérica. Ya no son nuestras las playas, mañana no serán nuestros los mantos acuíferos, bosques..., repito las palabras de un sabio indio: “cuando vinieron los españoles nosotros teníamos nuestras tierras y ellos nos dijeron tomen la Biblia, cierren sus ojos y crean… luego abrimos los ojos teníamos la Biblia y ellos nuestras tierras...”. ¿Seguiremos creyendo en los TLC y filibusterismos?
Lic. Fernando Montero Cordero
Economista
Docente
Cédula 4-150-586
Tel. 850-2631 277-3465