A propósito del natalicio de Darwin
Pablo Chaverri pablochaverri@yahoo.com | Lunes 24 febrero, 2020
Al celebrarse un aniversario más del nacimiento de Charles Darwin, bien convendría contribuir a desmitificarlo. Uno de los casos de incomprensión se da en su aplicación en el ámbito de las ciencias sociales, en lo que se ha llamado el "darwinismo social", que todavía algunos entienden como una especie de justificación de la imposición de los más fuertes encima de los más débiles, cuando en realidad lo que el darwinismo original plantea es que quien sobrevive no es el más fuerte, sino quien mejor se adapta a su entorno.
¿Pero qué significa "adaptarse"? Aquí suele darse otra mala interpretación en las ciencias sociales. Adaptarse significa, en términos generales, tener capacidad de respuesta a las circunstancias que se viven y a los retos que estas plantean. Esto puede significar modificación en la especie misma, o bien la capacidad de la especie de modificar su entorno para hacerlo más habitable. Y esta segunda faceta de la adaptación es particularmente sobresaliente en los humanos, quienes gracias a sus extraordinarias habilidades de cooperación flexible y masiva, pueden cambiar mucho su entorno, al punto de ser una de las pocas especies que puede vivir en casi cualquier parte del planeta.
Lamentablemente, una deficiente comprensión del pensamiento de Darwin, así como una equivocada concepción del término "adaptación", han llevado a que algunos digan que adaptarse es plegarse pasiva y obedientemente a lo que sea hegemónico en una determinada sociedad, cuando en realidad esto puede ser todo lo contrario a adaptarse.
Por ejemplo, si la mayoría de la gente es sedentaria y come mal, esta equivocada visión de la adaptación diría que ella implica "dejarse llevar pasivamente por la corriente y ser uno más de la masa", pero en realidad lo adaptativo aquí sería hacer actividad física y comer saludablemente, pues de hecho eso daría mayores probabilidades de sobrevivir y reproducirse. Es decir, adaptarse no es simplemente “ajustarse” al entorno, sino también cambiar un patrón de comportamiento que no es adaptativo, pues no contribuye a la sobrevivencia, y sustituirlo por otro que sí sea adaptativo.
Otro caso es el de la solidaridad versus el egoísmo: ¿qué es más adaptativo? En el ser humano, la especie más social de todas, no debería haber dudas de que es más adaptativo ser solidario, ya que nuestra especie no tiene ninguna posibilidad de sobrevivir de manera solitaria, pues requiere de otros para lograrlo. Si hay un secreto de la sobrevivencia humana es su extraordinaria capacidad de cooperación, que está a la base de la creación misma de la cultura.
Somos la especie más dependiente de nuestros mayores al nacer y entre más desarrollada una sociedad, más prolongado ese tiempo de dependencia, pues más preparación se requiere, pero también mayor la posibilidad social de brindarla. Por esta razón, las sociedades donde más tarda la emancipación de los jóvenes suelen ser también donde estos se encuentran mejor preparados a la hora de independizarse.
Y esto no es solamente cierto para los grupos pequeños, íntimos y cerrados que comparten genes. Posiblemente hoy más que nunca, en la era de la globalización, nuestra especie requiere cooperar solidariamente a gran escala o talvez no logre ver el siglo XXII.
Tres de nuestros más grandes retos mundiales: el cambio climático, la desigualdad y la paz social e internacional, requieren necesariamente de redes amplias de cooperación y solidaridad para ser superados con éxito, así como de una consciencia compartida creciente de estos desafíos globales y de nuestra conexión global; es decir: del cosmopolitismo, la idea de que todos los seres humanos compartimos un hogar y un destino común, sin distinciones discriminatorias de ningún tipo. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) a 2030 lanzados por Naciones Unidas son una convocatoria en este sentido. Es decir, son adaptativos en el sentido de promover la sobrevivencia de la especie humana.
Entender y usar apropiadamente el concepto de adaptación en el ámbito de las ciencias sociales no es solamente una preocupación conceptual, es sobre todo una preocupación práctica, que tiene que ver directamente con, ni más ni menos, encontrar formas de asegurar la sobrevivencia y el progreso sostenible de nuestra especie.
Ahora que estamos recordando un nuevo aniversario del nacimiento del gran Charles Darwin, deberíamos reivindicar su concepción de adaptación y promover un uso más apropiado de la misma en lo social, al tiempo que desmentimos la desafortunada mala interpretación que algunos promueven con el mal llamado “darwinismo social”.
Pablo Chaverri
Académico