Costa Rica quiere un cambio
| Miércoles 22 octubre, 2014
Amenazan con “calle” si hay cambios en sus privilegios, y amenazan con lo mismo si no hay “cambios”
Costa Rica quiere un cambio
(Parte 1)
El país quiere progresar, pero los que votaron por el cambio realmente lo impiden.
Los abrigados por sindicatos en el sector público creen que sus “privilegios” son justos, intocables, mutables solamente si son para recibir más y mucho más.
Levantan la voz y su brazo pujante en contra del cambio en sus convenciones colectivas, en mucha parte causante del déficit que ahoga cada vez más a nuestro pueblo en impuestos que necesitan recaudar para tener los fondos para cubrir sus salarios.
Buscan un cambio por el que su dedo votó en las pasadas elecciones. Como miembros de la sociedad costarricense, también ellos sienten el ácido del costo de la vida.
Todo sube, todo se encarece, cada vez cuesta más adquirir servicios de salud y educación privada por el alto costo, la plata no alcanza en los hogares, casi ni para pagar servicios básicos ni pagar tarjetas que usureramente tienen intereses altos. Eso sí, para ellos su clase es diferente al sector privado, en donde el yugo del empresario ha silenciado la voz del empleado privado.
Amenazan con “calle” si hay cambios en sus privilegios, y amenazan con lo mismo si no hay “cambios” en las condiciones de sus vidas particulares dictadas por las cargas impositivas de los tributos del gobierno, cuando sus dirigentes les convocan su espíritu se hincha cual lucha de los anarquistas sindicales que en 1886 consiguieron justamente y con sus vidas una jornada laboral digna de ocho horas, sienten que luchan por las mismas causas.
Mucho corazón, mucho espíritu, poco seso muchas veces. Manipular es fácil cuando se toca el bolsillo que recauda sus beneficios, o el beneficio que cobrarán al llegar al término de sus carreras en el sector público con su pensión y cesantía. Así, durante décadas, con paralizaciones nacionales han logrado que se consigan “indispensables derechos” como no tener topes en sus años de cesantía, horas extras, anualidades, puestos de trabajo nuevos, porque sí importa meter familiares o amigos a trabajar en una oficina sin hacer nada exaltando la democracia, engordar un aparato estatal donde pueden pensionarse antes que la clase trabajadora privada, donde pagan porque ha sido un trabajador fiel por 20 años, donde tendrá horas libres cada día para que el estrés no afecte su desempeño.
Eso sí, a costa de que no te desempeñes en esas horas, donde pagan su trabajo por llegar puntual y trabajar, da igual si llegas a trabajar y no trabajas, igual te pagamos.
El listado de convenciones colectivas y privilegios abusivos es simplemente largo y vergonzoso (hay muchos ejemplos claros en todas las instituciones). Los privilegios de los trabajadores públicos en su origen son nobles, imprescindibles, dignos y necesarios, los abusos por los que la ley ha permitido que llegaran a excesos en RECOPE, ICE, INS, MEP, PODER JUDICIAL, JAPDEVA, y demás instituciones son vulgares e inmorales.
Si alguien pone sobre el tapete esos privilegios es enemigo público del sector, y muchas veces la denuncia, la voz se enmudece no por otra cosa que tener familia en esas instituciones.
La pena y vergüenza en señalar en la cara del primo, hermano, esposo, padre no es otra cosa que indicarle que es parte del problema mismo, que está mal, es más que la conciencia de cambio que todos en nuestro interior buscamos para Costa Rica.
Allan Rivera Benavides
Ingeniero