Un ajustado Di Caprio
Redacción La República redaccion@larepublica.net | Lunes 30 enero, 2012
Un ajustado Di Caprio
La personalidad de J. Edgar Hoover, el fundador del FBI era tan compleja y fascinante que no es de extrañar el interés de Clint Eastwood por llevar su vida a la pantalla. Pero justamente es el intento de mostrar al personaje en todos sus matices lo que hace que la historia se diluya.
Odiado y amado a partes iguales, mucho se ha especulado siempre sobre Hoover. Y aunque con los años se han desvelado gran parte de sus motivaciones profesionales y de su imagen más personal, la curiosidad que genera este personaje provocó una gran expectación ante el trabajo de Eastwood.
Un Eastwood que ha demostrado tras la cámara una enorme sensibilidad cinematográfica que ha dado frutos como “Sin perdón” (“Unforgiven”), “Mystic river” o “Million dollar baby”.
“J. Edgar” está lejos de esos tres títulos y aunque Eastwood pone todo su oficio —que es mucho— al servicio de la historia, es un guion que ha querido abarcar demasiado el que no permite que estemos ante un filme redondo.
Leonardo Di Caprio realiza un ajustadísimo trabajo en su recreación de un Hoover muy joven y muy mayor.
Porque la película se centra en el comienzo de la carrera de Hoover y en el final, con muy poco espacio a la parte intermedia en la que el todopoderoso director del FBI ejerció todo su poder a su antojo.
Bien rodada, con una cuidada planificación y una preciosa fotografía de Tom Stern, colaborador habitual de Eastwood, “J. Edgar” responde a muchas curiosidades locales de los estadounidenses, lo que le hace perder su dimensión más internacional.
Y deja más que clara la siempre negada homosexualidad de Hoover, un hecho que provocó una cierta polémica tras el estreno del filme en Estados Unidos.
Pero al centrarse en esos detalles, Eastwood pierde de vista el conjunto del personaje de Hoover y, por tanto, de la película.
Redacción Internacional/EFE
La personalidad de J. Edgar Hoover, el fundador del FBI era tan compleja y fascinante que no es de extrañar el interés de Clint Eastwood por llevar su vida a la pantalla. Pero justamente es el intento de mostrar al personaje en todos sus matices lo que hace que la historia se diluya.Odiado y amado a partes iguales, mucho se ha especulado siempre sobre Hoover. Y aunque con los años se han desvelado gran parte de sus motivaciones profesionales y de su imagen más personal, la curiosidad que genera este personaje provocó una gran expectación ante el trabajo de Eastwood.
Un Eastwood que ha demostrado tras la cámara una enorme sensibilidad cinematográfica que ha dado frutos como “Sin perdón” (“Unforgiven”), “Mystic river” o “Million dollar baby”.
“J. Edgar” está lejos de esos tres títulos y aunque Eastwood pone todo su oficio —que es mucho— al servicio de la historia, es un guion que ha querido abarcar demasiado el que no permite que estemos ante un filme redondo.
Leonardo Di Caprio realiza un ajustadísimo trabajo en su recreación de un Hoover muy joven y muy mayor.
Porque la película se centra en el comienzo de la carrera de Hoover y en el final, con muy poco espacio a la parte intermedia en la que el todopoderoso director del FBI ejerció todo su poder a su antojo.
Bien rodada, con una cuidada planificación y una preciosa fotografía de Tom Stern, colaborador habitual de Eastwood, “J. Edgar” responde a muchas curiosidades locales de los estadounidenses, lo que le hace perder su dimensión más internacional.
Y deja más que clara la siempre negada homosexualidad de Hoover, un hecho que provocó una cierta polémica tras el estreno del filme en Estados Unidos.
Pero al centrarse en esos detalles, Eastwood pierde de vista el conjunto del personaje de Hoover y, por tanto, de la película.
Redacción Internacional/EFE