Trámite del Cafta tuvo grandes yerros
Redacción La República redaccion@larepublica.net | Martes 23 septiembre, 2008
Ex ministro de Comercio Exterior, Manuel González, acepta que hubo faltas en el proceso de aprobación
Trámite del Cafta tuvo grandes yerros
• “El gobierno deberá hacer un gran esfuerzo para restablecer la confianza en los inversionistas”
• “Credibilidad del país en este ámbito ha venido decayendo durante más de seis meses”
Ernesto José Villalobos
evillalobos@larepublica.net
Manuel González, quien hasta el 8 de mayo de 2006 estuvo al frente de la cartera de Comercio Exterior, reconoce que se produjeron varios yerros en el trámite de aprobación del Tratado de Libre Comercio entre Centroamérica y Estados Unidos (Cafta).
Luego del último atraso sufrido en la agenda paralela del Cafta y ante la imposibilidad de que el país logre cumplir con el plazo otorgado para su entrada en vigencia, González apunta a que existe mucha desconfianza entre los costarricenses.
¿Cuál es su lectura de la actual situación en relación con el Cafta?
El hecho de que el sector exportador tenga que estar pensando en las pérdidas que traerán los constantes atrasos en la ratificación del Cafta, habla por sí solo. Hay desconfianza, hay incredulidad; la gente está totalmente desmotivada…
¿Obedece esto a que se vence un nuevo plazo, o hay más?
No, por supuesto que no. El proceso de desencanto viene madurando desde principios de año cuando el gobierno no tuvo la habilidad de explicar detalladamente a lo que nos enfrentábamos como país y, contrario a ello, prefirió mantener un silencio que después ha comenzado a interpretarse como un deliberado “esconder información”.
¿Qué información le parece a usted que se mantuvo fuera de escena?
Para comenzar, hubo una gran porción de costarricenses que votaron “sí” en el referéndum, porque pensaban que eso solucionaba todo; es decir que con la votación ya el Cafta entraría en vigencia. Después, se viene la primera solicitud de prórroga y para el grueso de los costarricenses la única opción era la que el gobierno había aceptado. Hoy el país ha comenzado a informarse —principalmente a través de los medios de comunicación— sobre las grandes dificultades que podríamos enfrentar, para quedar dentro del tratado.
¿Podría esto interpretarse como circunstancial o accidental?
Eso lo dejo a criterio de cada uno de los lectores.
¿Cómo lo interpretaría una persona que ha estado metida de lleno en el proceso de aprobación del acuerdo comercial?
Quizá no ayude en mucho, pero mi lectura no es nada positiva. Como ciudadano me siento defraudado; como parte del sector empresarial, estoy haciendo un esfuerzo para no sentirme engañado.
El gobierno ha dicho que ha estado atento a todos los detalles, ¿en su criterio fue así?
Le contesto con un ejemplo. Antes de presentar el texto definitivo del tratado ante el Congreso, yo personalmente coordiné con personal de mi absoluta confianza, para que fuera a fotocopiar cada hoja, cada imagen, cada esquema, que había sido presentado en la Organización de los Estados Americanos. Cuando esto estuvo listo, lo depositamos en una caja fuerte, a la cual solamente mi persona y otra más teníamos acceso.
Este acuerdo estuvo lleno de procesos pequeños y más grandes, y había que cuidar los detalles en cada uno de ellos.
En algún momento se quiso responsabilizar a la Sala Constitucional de este nuevo atraso, ¿qué opina de eso?
Aunque este asunto involucró a muchas instituciones y actores, la voz cantante recayó naturalmente sobre Comercio Exterior. No es nada sano culpar a un órgano que sencillamente está haciendo su trabajo. A la Sala IV se le pidió su criterio, y esta lo emitió.
¿Le parece que en las últimas horas las autoridades a cargo han variado el estilo hacia algo más positivo?
Honestamente, no. Si desde la semana antepasada se sabía lo que había que encarar, ¿por qué no se trabajó, por ejemplo, en el cabildeo a nivel legislativo…? ¿Por qué no se conversó con transparencia con los sectores que se pueden ver afectados, antes de que fueran los medios quienes informaran?
¿Qué podría suceder?
Como dije antes, hay muchos elementos que considerar, y desconocemos todo sobre ellos. No sabemos si alguno de los países de la región estaría interesado en “pasarle una factura” a Costa Rica; no sabemos si Estados Unidos estará anuente a aprobar una nueva prórroga. Esto no depende totalmente de nosotros, y al parecer esto tampoco se está tomando con la seriedad que amerita…
Comercio Exterior ha dicho que podría sencillamente eliminarse la consulta a los pueblos indígenas, ¿considera que esto sea factible?
No, para nada. Hacer eso evidenciaría que no se está valorando seriamente el hecho de que fue precisamente el gobierno de Estados Unidos el que solicitó incluir ese tema; eso sería como provocar una respuesta negativa inmediata.
¿Cómo deja esta situación al país, frente al proceso de negociación del Acuerdo con la Unión Europea?
Dentro de este proceso, que Costa Rica debería estar protagonizando, la serie de dudas que hemos creado en torno a nuestra imagen es preocupante. No poder ratificar un acuerdo, por cuestión de detalles y desinformación, sencillamente nos etiqueta como un “país de mentirillas”, donde no podemos tomar decisiones.
Trámite del Cafta tuvo grandes yerros
• “El gobierno deberá hacer un gran esfuerzo para restablecer la confianza en los inversionistas”
• “Credibilidad del país en este ámbito ha venido decayendo durante más de seis meses”
Ernesto José Villalobos
evillalobos@larepublica.net
Manuel González, quien hasta el 8 de mayo de 2006 estuvo al frente de la cartera de Comercio Exterior, reconoce que se produjeron varios yerros en el trámite de aprobación del Tratado de Libre Comercio entre Centroamérica y Estados Unidos (Cafta).
Luego del último atraso sufrido en la agenda paralela del Cafta y ante la imposibilidad de que el país logre cumplir con el plazo otorgado para su entrada en vigencia, González apunta a que existe mucha desconfianza entre los costarricenses.
¿Cuál es su lectura de la actual situación en relación con el Cafta?
El hecho de que el sector exportador tenga que estar pensando en las pérdidas que traerán los constantes atrasos en la ratificación del Cafta, habla por sí solo. Hay desconfianza, hay incredulidad; la gente está totalmente desmotivada…
¿Obedece esto a que se vence un nuevo plazo, o hay más?
No, por supuesto que no. El proceso de desencanto viene madurando desde principios de año cuando el gobierno no tuvo la habilidad de explicar detalladamente a lo que nos enfrentábamos como país y, contrario a ello, prefirió mantener un silencio que después ha comenzado a interpretarse como un deliberado “esconder información”.
¿Qué información le parece a usted que se mantuvo fuera de escena?
Para comenzar, hubo una gran porción de costarricenses que votaron “sí” en el referéndum, porque pensaban que eso solucionaba todo; es decir que con la votación ya el Cafta entraría en vigencia. Después, se viene la primera solicitud de prórroga y para el grueso de los costarricenses la única opción era la que el gobierno había aceptado. Hoy el país ha comenzado a informarse —principalmente a través de los medios de comunicación— sobre las grandes dificultades que podríamos enfrentar, para quedar dentro del tratado.
¿Podría esto interpretarse como circunstancial o accidental?
Eso lo dejo a criterio de cada uno de los lectores.
¿Cómo lo interpretaría una persona que ha estado metida de lleno en el proceso de aprobación del acuerdo comercial?
Quizá no ayude en mucho, pero mi lectura no es nada positiva. Como ciudadano me siento defraudado; como parte del sector empresarial, estoy haciendo un esfuerzo para no sentirme engañado.
El gobierno ha dicho que ha estado atento a todos los detalles, ¿en su criterio fue así?
Le contesto con un ejemplo. Antes de presentar el texto definitivo del tratado ante el Congreso, yo personalmente coordiné con personal de mi absoluta confianza, para que fuera a fotocopiar cada hoja, cada imagen, cada esquema, que había sido presentado en la Organización de los Estados Americanos. Cuando esto estuvo listo, lo depositamos en una caja fuerte, a la cual solamente mi persona y otra más teníamos acceso.
Este acuerdo estuvo lleno de procesos pequeños y más grandes, y había que cuidar los detalles en cada uno de ellos.
En algún momento se quiso responsabilizar a la Sala Constitucional de este nuevo atraso, ¿qué opina de eso?
Aunque este asunto involucró a muchas instituciones y actores, la voz cantante recayó naturalmente sobre Comercio Exterior. No es nada sano culpar a un órgano que sencillamente está haciendo su trabajo. A la Sala IV se le pidió su criterio, y esta lo emitió.
¿Le parece que en las últimas horas las autoridades a cargo han variado el estilo hacia algo más positivo?
Honestamente, no. Si desde la semana antepasada se sabía lo que había que encarar, ¿por qué no se trabajó, por ejemplo, en el cabildeo a nivel legislativo…? ¿Por qué no se conversó con transparencia con los sectores que se pueden ver afectados, antes de que fueran los medios quienes informaran?
¿Qué podría suceder?
Como dije antes, hay muchos elementos que considerar, y desconocemos todo sobre ellos. No sabemos si alguno de los países de la región estaría interesado en “pasarle una factura” a Costa Rica; no sabemos si Estados Unidos estará anuente a aprobar una nueva prórroga. Esto no depende totalmente de nosotros, y al parecer esto tampoco se está tomando con la seriedad que amerita…
Comercio Exterior ha dicho que podría sencillamente eliminarse la consulta a los pueblos indígenas, ¿considera que esto sea factible?
No, para nada. Hacer eso evidenciaría que no se está valorando seriamente el hecho de que fue precisamente el gobierno de Estados Unidos el que solicitó incluir ese tema; eso sería como provocar una respuesta negativa inmediata.
¿Cómo deja esta situación al país, frente al proceso de negociación del Acuerdo con la Unión Europea?
Dentro de este proceso, que Costa Rica debería estar protagonizando, la serie de dudas que hemos creado en torno a nuestra imagen es preocupante. No poder ratificar un acuerdo, por cuestión de detalles y desinformación, sencillamente nos etiqueta como un “país de mentirillas”, donde no podemos tomar decisiones.