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Trabajadores pagan auge del etanol

| Lunes 01 octubre, 2007




Trabajadores pagan auge del etanol

Brasilia
Bloomberg

Manuel Rodrigues da Silva se inclina hacia delante, blandiendo un machete para cortar los gruesos tallos de la caña de azúcar en un sembrado que se alarga hasta el horizonte en el sudeste de Brasil. Vestido con una camiseta raída y unos pantalones de faena azules manchados de tierra, el trabajador suda profusamente en el calor de 32 centígrados.
Súbitamente, le sobrecoge un mareo y tiene que detenerse. No es la primera vez que sucede. Ha tenido dolores de cabeza y por todo el cuerpo durante una semana y ya lo han hospitalizado en una ocasión. Silva, que tiene 45 años y empezó a cortar caña este año, dice que no quiere dejar de trabajar. Su paga y su empleo dependen de cuánta caña puede cortar en un día.
La caña que Silva corta alimenta una central de etanol propiedad de Cosan SA Industria & Comercio, la mayor exportadora brasileña de un combustible que políticos de muchos países ensalzan como una alternativa limpia y renovable a la gasolina.
A mediados del turno de diez horas de Silva, el delgado trabajador de 5,2 pies (1,60 metros) de estatura se desploma. Se cobija debajo de un autobús, temblando de fiebre. Es allí donde lo encuentra el fiscal laboral Mario Antonio Gomes del estado de Sao Paulo, durante una inspección de la hacienda.
Gomes ordena a Elton Rodrigo Franco, un chofer de la hacienda, llevar a Silva a un hospital en Capivari, a unas 50 millas (80 kilómetros) de distancia. El trabajador enfermo tiene que hacer el viaje de una hora en el único vehículo disponible, una camioneta Ford Pampa de dos asientos sin espacio donde acostarse.
En el hospital un médico le diagnostica a Silva una fibrosis pulmonar, formación patológica de tejidos fibrosos en los pulmones que a menudo aflige a los cortadores de caña, según el informe del inspector laboral.
“No sé si puedo seguir por mucho más tiempo, pero quiero tratar”, dice Silva mientras yace en una camilla en el pequeño hospital. “No puedo volver a mi casa sin ningún dinero”.
Silva es un soldado raso en un ejército de 500 mil obreros que faenan de marzo a noviembre agachados bajo el sol tropical cosechando caña de azúcar para hacer etanol en Brasil. El país es el mayor exportador de etanol del mundo.
La producción brasileña de etanol se disparará un 22% interanual en 2007, a un récord de 5.600 millones de galones (21.300 millones de litros), predice el Ministerio de Agricultura.
Brasil venderá por lo menos 818 millones de galones de etanol este año a Japón, los Países Bajos y Estados Unidos, según União da Industria de Cana-de-Açucar, o Unica, la mayor asociación de productores de etanol del país.
El presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, ex dirigente sindical a quien se eligió a un segundo término de cuatro años en octubre de 2006, promueve el etanol como un medio de crear empleos, reducir la contaminación atmosférica y disminuir la dependencia de los combustibles fósiles.
La caña de azúcar crea por lo menos 300 mil empleos en el estado de Sao Paulo solamente, y paga el doble lo que otros trabajos rurales comunes, dice el ex ministro de Agricultura Roberto Rodrigues. El etanol es bueno no solo para Brasil, dice Lula en sus discursos, es también bueno para el mundo.
“Cuando pensamos en el etanol, pensamos en ayudar a los pobres, ayudar a los países como el nuestro a salir de la pobreza”, dijo Lula, cuyo padre era un humilde estibador, en un seminario sobre la pobreza celebrado en abril en la sede regional de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación en Santiago.
“Pensamos en que el mundo necesita estar menos contaminado, que el mundo necesita empleos, que el petróleo se está poniendo más caro”, dijo Lula. “Hicimos del etanol un elemento clave del sistema energético de Brasil”.
Tras la oratoria hay una realidad más dura para los cortadores de caña de Brasil. La mayoría son obreros venidos de otras partes de Brasil, que han abandonado sus familias para ir en busca de trabajos que pagan cerca de US$1,35 la hora. La cantidad que ganan depende de cuánta caña cortan.
A veces las compañías engañan a sus empleados subestimando la cantidad que han cortado, según un informe emitido por el Gobierno este año. El trabajo es agotador y peligroso.
De 2002 a 2005, los años más recientes para los que hay estadísticas completas disponibles, 312 trabajadores de la caña y el etanol murieron en el trabajo, y 82.995 sufrieron accidentes cuando laboraban en cañaverales y centrales de etanol, según la Secretaría de Seguridad Social de Brasil.
Los fiscales laborales están investigando los casos de las 21 personas que desde 2004 fallecieron mientras cortaban caña. La mayoría eran trabajadores de 25 a 35 años de edad. “Hay fuertes indicios de que lo trabajadores mueren de agotamiento”, dice Gomes.
Los inspectores están lidiando con una industria que avanza a ritmo vertiginoso, atizada por la demanda procedente del extranjero y por la producción en Brasil de automóviles de alto rendimiento de combustible. La producción en la zona principal de etanol de Brasil, alrededor de Sao Paulo, aumentará a 4.900 millones de galones este año desde 3 mil millones de galones en 2002, antes de que Lula llegara a la presidencia.
Los patronos esperan que los trabajadores corten 12 toneladas de caña al día, en comparación con seis toneladas hace 30 años, según João Amancio, médico que trabaja para el Ministerio de Trabajo de Brasil. “El aumento de la cuota de trabajo durante los últimos 30 años ha dado lugar a una mayor tasa de accidentes, lesiones y muertes”, dice.






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