Parálisis en plantas hidroeléctricas pasa factura
Danny Canales dannycanales.asesor@larepublica.net | Sábado 24 mayo, 2008
Factura petrolera para electricidad creció un 62% este año
Parálisis en plantas hidroeléctricas pasa factura
• A partir del próximo recibo eléctrico los clientes del ICE deberán pagar entre un 11% y un 41% más
• Uno solo de los cuatro proyectos hidroeléctricos atrasados bastaría para solventar demanda
Danny Canales
dcanales@larepublica.net
El freno que recibió la construcción de los megaproyectos hidroeléctricos en las administraciones pasadas está pasando la factura, y muy cara.
Producir la energía térmica que consumieron los abonados del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) durante el verano pasado demandó una inversión de $162 millones.
Esa suma representa un crecimiento de alrededor de $62 millones en comparación con los recursos invertidos por la institución para satisfacer el consumo durante el verano de 2007.
Los más afectados con las malas políticas energéticas son los usuarios, pues sin tener vela en el entierro deberán pagar mucho más en el recibo eléctrico que les llegará a finales de este mes.
La situación adversa se da porque el ICE está condenado a producir la energía a base de derivados del crudo —que se cotizan como oro en las Bolsas de Nueva York— para crear electricidad cuando pudo hacerlo con agua.
Solo entre enero y mediados de este mes, el ICE consumió poco más de 161 millones de litros de hidrocarburos. El producto de mayor consumo es el diésel aunque también hay un componente importante de búnker.
Con solo una planta hidroeléctrica que se hubiera construido, de las cuatro que han sido postergadas por años, el país se habría evitado adquirir una buena cantidad de combustible.
Por ejemplo, si el proyecto Diquís estuviera funcionando no habría necesidad de comprar carburantes para generar energía. Esta planta fue planteada desde la década de 1960 pero no ha sido desarrollada.
La hidroeléctrica, que contará con un embalse mayor al del Arenal, permitiría almacenar agua durante todo el año y generaría 622 megavatios, mientras que el déficit atendido con energía térmica es de 200 megavatios.
LA REPUBLICA intentó consultar a Pablo Cob, quien estuvo a cargo del ICE durante la administración pasada, sobre las razones que lo llevaron a posponer la construcción de las plantas hidroeléctricas, sin embargo, no devolvió la llamada.
Fuentes internas del ICE, que prefirieron que se les reservara la identificación, dijeron a LA REPUBLICA que el atraso en el desarrollo del mercado eléctrico es a causa de que las últimas administraciones limitaron la inversión al Instituto.
Sin embargo, hay quienes contradicen esa posición. Leonel Fonseca, ex regulador de los servicios públicos, comentó que por resoluciones de la Sala Constitucional el ICE estaba obligado a invertir los recursos percibidos por tarifas en mejoras en los servicios que ofrece, aunque el gobierno le hubiera ordenado lo contrario.
“El jerarca del ICE no tenía por qué someterse a las directrices o restricciones del Presidente”, comentó el ex regulador, quien destacó que así lo consideró el órgano constitucional en al menos cuatro resoluciones.
Las consecuencias directas de la necesidad de comprar combustibles para llevar luz a todo el país se trasladó al bolsillo de los usuarios.
A partir del próximo recibo eléctrico los clientes del ICE deberán pagar entre un 11% y un 41% más por el servicio eléctrico, para compensar la fuerte inversión realizada por el Instituto en la compra de combustibles.
Este impacto responde a que el costo de producir un kilovatio de energía a base de agua le cuesta al ICE entre $0,06 y $0,08, en tanto que producir esa misma cantidad con derivados del petróleo oscila entre $0,30 y $0,40, según cálculos de la Autoridad Reguladora de los Servicios Públicos (Aresep).
Para producir electricidad se requiere una alta proporción de diésel, el combustible que más ha subido de precio este año con un alza de ¢103 por litro, y de búnker, producto que ha subido ¢8 de enero a la fecha.
Para reducir el impacto que está produciendo el precio de los derivados del petróleo en sus costos de operación, el ICE diseñó un plan que apuesta a eliminar la dependencia del crudo para 2021.
El plan incluye cuatro megaconstrucciones hidroeléctricas: Diquís, Reventazón, Pacuare y Savegre, que juntas producirían un estimado de 1.300 megavatios, cerca del 65% de la demanda nacional actual de electricidad y un costo que superará los $3 mil millones.
La intención del Instituto es que la primera de las obras entre a operar por ahí de 2014. El plan concluiría en 2020, comentó Pedro Pablo Quirós, presidente ejecutivo del ICE.
El jerarca adelantó que paralelamente se irán poniendo a operar otros planes hidroeléctricos, eólicos y geotérmicos menores que desarrolla la Institución actualmente para ir supliendo el aumento anual de consumo eléctrico en el país, que oscila entre el 5% y el 6% cada año.
Parálisis en plantas hidroeléctricas pasa factura
• A partir del próximo recibo eléctrico los clientes del ICE deberán pagar entre un 11% y un 41% más
• Uno solo de los cuatro proyectos hidroeléctricos atrasados bastaría para solventar demanda
Danny Canales
dcanales@larepublica.net
El freno que recibió la construcción de los megaproyectos hidroeléctricos en las administraciones pasadas está pasando la factura, y muy cara.
Producir la energía térmica que consumieron los abonados del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) durante el verano pasado demandó una inversión de $162 millones.
Esa suma representa un crecimiento de alrededor de $62 millones en comparación con los recursos invertidos por la institución para satisfacer el consumo durante el verano de 2007.
Los más afectados con las malas políticas energéticas son los usuarios, pues sin tener vela en el entierro deberán pagar mucho más en el recibo eléctrico que les llegará a finales de este mes.
La situación adversa se da porque el ICE está condenado a producir la energía a base de derivados del crudo —que se cotizan como oro en las Bolsas de Nueva York— para crear electricidad cuando pudo hacerlo con agua.
Solo entre enero y mediados de este mes, el ICE consumió poco más de 161 millones de litros de hidrocarburos. El producto de mayor consumo es el diésel aunque también hay un componente importante de búnker.
Con solo una planta hidroeléctrica que se hubiera construido, de las cuatro que han sido postergadas por años, el país se habría evitado adquirir una buena cantidad de combustible.
Por ejemplo, si el proyecto Diquís estuviera funcionando no habría necesidad de comprar carburantes para generar energía. Esta planta fue planteada desde la década de 1960 pero no ha sido desarrollada.
La hidroeléctrica, que contará con un embalse mayor al del Arenal, permitiría almacenar agua durante todo el año y generaría 622 megavatios, mientras que el déficit atendido con energía térmica es de 200 megavatios.
LA REPUBLICA intentó consultar a Pablo Cob, quien estuvo a cargo del ICE durante la administración pasada, sobre las razones que lo llevaron a posponer la construcción de las plantas hidroeléctricas, sin embargo, no devolvió la llamada.
Fuentes internas del ICE, que prefirieron que se les reservara la identificación, dijeron a LA REPUBLICA que el atraso en el desarrollo del mercado eléctrico es a causa de que las últimas administraciones limitaron la inversión al Instituto.
Sin embargo, hay quienes contradicen esa posición. Leonel Fonseca, ex regulador de los servicios públicos, comentó que por resoluciones de la Sala Constitucional el ICE estaba obligado a invertir los recursos percibidos por tarifas en mejoras en los servicios que ofrece, aunque el gobierno le hubiera ordenado lo contrario.
“El jerarca del ICE no tenía por qué someterse a las directrices o restricciones del Presidente”, comentó el ex regulador, quien destacó que así lo consideró el órgano constitucional en al menos cuatro resoluciones.
Las consecuencias directas de la necesidad de comprar combustibles para llevar luz a todo el país se trasladó al bolsillo de los usuarios.
A partir del próximo recibo eléctrico los clientes del ICE deberán pagar entre un 11% y un 41% más por el servicio eléctrico, para compensar la fuerte inversión realizada por el Instituto en la compra de combustibles.
Este impacto responde a que el costo de producir un kilovatio de energía a base de agua le cuesta al ICE entre $0,06 y $0,08, en tanto que producir esa misma cantidad con derivados del petróleo oscila entre $0,30 y $0,40, según cálculos de la Autoridad Reguladora de los Servicios Públicos (Aresep).
Para producir electricidad se requiere una alta proporción de diésel, el combustible que más ha subido de precio este año con un alza de ¢103 por litro, y de búnker, producto que ha subido ¢8 de enero a la fecha.
Para reducir el impacto que está produciendo el precio de los derivados del petróleo en sus costos de operación, el ICE diseñó un plan que apuesta a eliminar la dependencia del crudo para 2021.
El plan incluye cuatro megaconstrucciones hidroeléctricas: Diquís, Reventazón, Pacuare y Savegre, que juntas producirían un estimado de 1.300 megavatios, cerca del 65% de la demanda nacional actual de electricidad y un costo que superará los $3 mil millones.
La intención del Instituto es que la primera de las obras entre a operar por ahí de 2014. El plan concluiría en 2020, comentó Pedro Pablo Quirós, presidente ejecutivo del ICE.
El jerarca adelantó que paralelamente se irán poniendo a operar otros planes hidroeléctricos, eólicos y geotérmicos menores que desarrolla la Institución actualmente para ir supliendo el aumento anual de consumo eléctrico en el país, que oscila entre el 5% y el 6% cada año.