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Modificar el Conesup

Carlos Denton cdenton@cidgallup.com | Miércoles 01 noviembre, 2017


Modificar el Conesup

En el debate, la semana pasada en la Universidad Latina, auspiciado también por LA REPÚBLICA y la Cámara de Comercio, surgió el tema del Consejo Nacional de Educación Superior Privada (Conesup), otra institución del Estado costarricense que pareciera que ha perdido su rumbo. En vez de servir para fomentar la calidad y el crecimiento de las universidades privadas, más que todo bloquea e impide que las más de 50 no públicas ofrezcan carreras que urgentemente se requieren. Varios de los candidatos presidenciales presentes mostraron preocupación y sugirieron cambios en el Consejo.

Desde que Sonia Marta Mora, exrectora de la Universidad Nacional UNA, preside al Conesup hace tres años, solo dos programas de casi 25 que se han presentado, se han aprobado. Pareciera que funcionarios del Consejo perciben a las universidades privadas como intrusas y una amenaza a la calidad educativa.

Nadie cuestiona la calidad de los programas de la UCR, la UNA y el Tecnológico, aunque no estaría mal que lo hicieran. Lo que sí se ha visto es que varias de las carreras ofrecidas por estas instituciones estatales no necesariamente son las que demanda el mercado laboral nacional. Es seguro que la UCR produce filólogos o antropólogos de calidad profesional excelente, pero es pertinente preguntar cuántos profesionales de esas disciplinas requiere el país. Si estos terminan como choferes de Uber o emigrando está bien, pero quizás no justo. Igual con los que estudian Planificación y Promoción social en la UNA o Turismo Sostenible en el Tecnológico.

Las universidades estatales padecen de un problema laboral. Si contratan a un profesor en propiedad ahora en 2017 a la edad de 25, esta persona seguirá dando clases en la misma disciplina y con los mismos conocimientos, quizás obsoletos, hasta por lo menos el 2057.

Las universidades privadas tienen la ventaja de que pueden responder con agilidad a las necesidades del mercado laboral nacional. La gran mayoría de sus docentes no trabajan tiempo completo y no tienen “propiedad” como los tienen los estatales. Si el mercado clama por profesionales formados en ciberseguridad, o en nanotecnología es probable que una institución privada lo detecte y que organice un programa de estudios en esas áreas. No se vale, especialmente si las estatales no ofrecen ese tipo de disciplina, que el Conesup no los apruebe.

Es cierto que ha habido abusos en algunas universidades privadas; se han presentado situaciones penosas donde la enseñanza es pobre y deficiente. Hay varias de estas que ofrecen títulos en derecho y salen al mercado en algunos casos “profesionales” que no solamente no conocen la ley; es posible que ni sepan leer y escribir. Comunicadores y otros de la rama social se han producido en ciertos centros de educación superior que no recibieron formación adecuada. Para estas situaciones está el Conesup.

Pero las universidades estatales no son ágiles ni capaces de hacer frente a la demanda por profesionales; y son muy caras. Tienen que estar las privadas y el Conesup está obligado a aprobar sus programas.

cdenton@cidgallup.com

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