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Giacomin resiste competencia a base de tradición

Redacción La República redaccion@larepublica.net | Viernes 25 julio, 2008




Tras 52 años en el mercado, la cadena de pastelerías apuesta por recetas europeas para contrarrestar presión en el negocio de cafeterías
Giacomin resiste competencia a base de tradición

• Empresa considera que preservar el sabor de los productos a través de los años ha sido clave para mantenerse vigente
• Los altos costos en materias primas para la elaboración de la repostería impulsarían a corto plazo incrementos en los productos

Karen Retana
kretana@larepublica.net

Las secuelas que dejó a su paso la Segunda Guerra Mundial obligó a la familia Giacomin a buscar nuevos horizontes fuera de su natal Italia. El destino para forjar una nueva vida fue Costa Rica, donde Giovanni (q.d.D.g.), uno de los diez hermanos que componían la familia, decidió aventurarse.
Sus estudios en Venecia en el arte de la pastelería se convirtieron en el motor que dio vida a lo que por 52 años se conoce como Pastelería & Chocolatería Giacomin.
Hoy día el entorno del mercado contrasta con aquellos tiempos, la empresa familiar debe enfrentar una fuerte competencia compuesta por negocios independientes, cadenas especializadas en esta actividad como Spoon, Te con Te, Kai, Cafeteando, Entre Pans y Kafe Haus, entre otros. Incluso, este negocio se ha vuelto tan dinámico que cadenas de comidas rápidas como McDonald’s visualizaron oportunidades en este campo al abrir sus McCafé.
Bajo esta perspectiva, mantener la marca se ha convertido en todo un desafío, sin embargo sus propietarios aseguran que par
te del éxito obedece a que mantienen de forma invariable algunas de las más famosas recetas que la han posicionado en el tiempo.
“Por aquí han pasado muchas generaciones, hasta cuatro. Nos siguen visitando porque encuentran lo que les gusta y cuyo sabor se mantiene aún con el paso de los años”, sostuvo Eduardo Giacomin, quien dejó atrás su carrera en la marina italiana para dedicarse junto con sus hermanos a esta actividad.
A lo largo de este medio siglo, Giacomin recuerda cómo han tenido que enfrentar la llegada y expansión de nuevos competidores y más recientemente lidiar con las alzas en las materias primas.
El representante comparó los precios de algunos de sus productos hace más de 40 años con los de ahora. Por ejemplo, algunos de sus pastelitos en la década de 1960 costaban ¢0,60 y hoy su precio supera los ¢450.
“La harina ha aumentado hasta en un 50%, la margarina, mantequilla, lácteos, todo va para arriba y lo que más me estresa es que debemos incrementar los precios, lo cual afecta la c
apacidad de compra de los clientes”, lamentó Giacomin.
Precisamente, el mercado local es la principal fuente de abastecimiento de las pastelerías pues la mayoría de los insumos se
adquieren aquí, a excepción de algunos que se compran en Estados Unidos.
La incorporación de una nueva generación en la familia le ha inyectado vitalidad al negocio, la cual se abrió paso fuera de la capital, hacia otras zonas como Escazú, Santa Ana y Heredia, hasta llegar a sumar cinco establecimientos.
Estos locales contrastan con las pastelerías de antaño pues, como indicó Giacomin, cuentan con un ambiente contemporáneo y gozan de mayor espacio.
Estas últimas aperturas son administradas por sus sobrinos Luigi y Antonella, quienes junto con su padre pretenden incorporar nuevos productos.
“Mi hermano tiene varias revistas con recetas europeas, a él le gusta mucho innovar, por lo que posiblemente dentro del menú vendrán nuevas cosas”, sostuvo Giacomin.




“Contra viento y marea”

¿Cómo atraerán a las nuevas generaciones?
Las nuevas generaciones vienen por sí mismas, ya que existe un vínculo con la pastelería transmitido por sus padres y abuelos.

¿En qué innovarán?
A mi hermano le gusta mucho cambiar, introducir nuevos sabores pero muy enfocado con el chocolate. Por ejemplo, combinarlo con otros productos.

¿Cuál es la clave para mantenerse tantos años en el mercado?
Trayectoria, apego del cliente, y productos cuyo sabor y calidad se preservan con el paso del tiempo.

¿Cómo cataloga este negocio?
Es muy duro, hay que trabajar contra viento y marea. Yo tengo ocho años de pensionado, tengo 75 años y trabajo todos los días porque donde hay comida no se pueden descuidar aspectos como la calidad.

¿Cómo visualiza el país en los próximos años?
Ni quiero imaginar, Costa Rica ha cambiado mucho de lo que era antes; hay edificios y construcciones, aunque esto es bueno porque impulsa el comercio, lo cierto es que el país está dejando de ser lo que era. 






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