Dólar versus colón
Redacción La República redaccion@larepublica.net | Miércoles 21 julio, 2010
Volatilidad de cambio dispara debate
Dólar versus colón
Es tiempo del dólar
Costa Rica enfrenta un ambiente cambiario distinto al de años pasados, cuando regían las minidevaluaciones, actualmente existen las bandas, que intentan mitigar la volatilidad en el valor de la moneda nacional.
En estas circunstancias, LA REPUBLICA presenta el debate “Colón versus Dólar”, para que nuestros lectores conozcan mejor las opciones que podría haber para encontrar la mayor eficiencia para los productores, así como los consumidores nacionales.
Es tiempo del dólar
Costa Rica tiene ya que pensar en abandonar el colón y adoptar el dólar estadounidense como moneda nacional.
En el último año, las grandes variaciones en el tipo de cambio han inyectado un alto grado de incertidumbre en el mercado nacional.
Tampoco es probable que estas alzas y bajas dejen de presentarse, más bien es la naturaleza del comportamiento de las monedas de todos los países.
Durante el periodo julio 2009 a abril 2010, el colón se apreció en un 10% ante el dólar estadounidense.
Mientras tanto, el valor del euro cayó en un 20% ante el dólar, entre diciembre del año pasado y hace un par de meses.
La pregunta para Costa Rica es qué hacer ante este fenómeno de un tipo de cambio volátil, el cual afecta el mercado nacional, sobre todo a los consumidores.
Actualmente, los importadores no están compartiendo los beneficios que reciben, cuando sube el valor del colón.
Esto es entendible, porque los mayoristas que les compran a ellos los productos importados, en muchos casos no pagan hasta que pasen como mínimo 90 días, durante los cuales el colón podría bajar de nuevo.
Por otro lado, si fuera el caso de que el colón no baje, los importadores reciben el beneficio que les dio el tipo de cambio favorable, mientras los precios al consumidor siguen siendo altos.
Ante esta situación, lo primero que debemos hacer es darnos cuenta de que, cuando se producen variaciones grandes y de larga duración en el tipo de cambio, no hay mucho que un banco central pueda hacer para estabilizar el valor de la moneda de un país.
Minidevaluación, cajas de cambio —ninguno de estos mecanismos impedirá que el capital fluya dentro o fuera de una economía, y que esto conduzca al tipo de cambio hacia arriba o hacia abajo, respectivamente.
Ante esta clase de variaciones, tampoco las bandas pueden controlar los cambios.
El único mecanismo eficaz para controlar el tipo de cambio en estas circunstancias implica el control de los flujos de capital.
Sin embargo, tomar medidas que impidan que las personas muevan libremente su dinero, tiende a destruir los incentivos y —poco después— la economía.
En el caso de Costa Rica, sin embargo, el problema de las variaciones extremas en el valor de los dos puntos se podría resolver simplemente con dolarizar.
Los costarricenses ya tienen más de la mitad de sus activos en dólares.
La dolarización crecerá conforme los costarricenses, cada vez más, compren bienes a largo plazo, tales como hipotecas y pólizas de seguros, que casi siempre se denominan en dólares.
Además, en el comercio de bienes y servicios, junto con las inversiones directas, Costa Rica realiza la mayor parte de los negocios con Estados Unidos, así como otros países dolarizados.
Es cierto que en los últimos años China se ha convertido en la segunda fuente de las importaciones costarricenses.
Pero no es probable que la dolarización dañe el comercio entre los dos países.
Si el dólar cae frente al yuan, lo único que sucedería es que varios productos de consumo chinos no esenciales, se pondrían más caros.
Por otro lado, si el dólar se apreciara frente al yuan, los únicos productos de exportación costarricenses afectados serían los chips de Intel.
Pero el dólar tendría que subir mucho con respecto al el yuan antes de que Intel reduzca sus operaciones en Costa Rica.
Con la excepción de los chips, es difícil imaginar que Costa Rica, en un futuro previsible, exportara muchos productos a China.
La combinación de un dólar fuerte y una Costa Rica dolarizada podría hacer algunas exportaciones a Europa menos competitivas.
Sin embargo, eso supondría que Costa Rica quiere seguir siendo un país pobre, enfocándose en la venta de productos de bajo costo, en lugar de una nación desarrollada, que compite con base en la calidad.
Otro factor a favor de la dolarización es que Costa Rica tiene pocos competidores directos, que puedan devaluar las monedas, a fin de que sus productos y servicios sean más atractivos.
El resto de Centroamérica, en su mayor parte, no compite con Costa Rica en el ámbito de las exportaciones de alta calidad.
Panamá, el país más competitivo con Costa Rica, ya está dolarizado.
Alguna gente se preocupa por la posibilidad de la inflación sin control en Estados Unidos en un momento dado, que se importaría hacia Costa Rica, en el caso de que los dos países compartieran la misma moneda.
No obstante, en los últimos 35 años Estados Unidos ha tenido un récord superior al de Costa Rica en el control de la inflación, que más que todo golpea a la gente pobre.
Por último, una economía dolarizada sería más exitosa en la atracción de la inversión productiva.
En igualdad de condiciones, para un extranjero con oportunidad de invertir en un país dolarizado, en comparación con otro con una moneda poco conocida, la elección es obvia.
Si los costarricenses tuvieran que escoger entre la dolarización por un lado, y por el otro la inestabilidad causada por un colón demasiado volátil, la elección también sería obvia.
Fred Blaser
Co Presidente
República Media Group
El colón sigue siendo la mejor opción
La política cambiaria es el conjunto de criterios, lineamientos y directrices que un país establece con el propósito de regular el comportamiento de su moneda respecto a las de otras naciones.
Existen al menos cuatro opciones de política cambiaria. Una es el de tipo de cambio fijo, que establece una paridad constante entre la moneda local y una divisa extranjera. Ese fue nuestro modelo hasta 1980. En la Costa Rica actual sería insostenible a causa del diferencial inflacionario con nuestros principales socios comerciales.
Una segunda opción es la flotación del colón, es decir, que el tipo de cambio se determine de acuerdo con la oferta y la demanda de dólares, sin intervención del Banco Central. En una economía pequeña esa alternativa tiene el riesgo de producir elevada inestabilidad por los movimientos especulativos y por las variaciones coyunturales del mercado.
Las minidevaluaciones, aplicadas hasta 2006, tienen como principal inconveniente su incidencia en la inflación, ya que los frecuentes ajustes modifican los precios de los bienes importados y de aquellos indexados al dólar; pero se les atribuye como ventaja la menor incertidumbre en los agentes económicos.
La cuarta posibilidad son las bandas cambiarias, actualmente vigentes, que representan una mezcla de mercado e intervención estatal. Este esquema, bien administrado, permite la interacción de oferta y demanda, pero establece precios máximos y mínimos, que si son rebasados, obligan al Banco Central a intervenir comprando o vendiendo divisas.
Adicional a estos cuatro regímenes cambiarios, hay un quinto planteamiento, la dolarización, que constituye la renuncia total a la posibilidad de tener una política cambiaria propia, ya que elimina la moneda nacional y la sustituye por el dólar.
La dolarización es promovida por personas que valoran la estabilidad macroeconómica por encima de otros objetivos como el crecimiento y la equidad. De acuerdo con Sebastián Edwards, estudioso de estos temas, los resultados de la dolarización en varias partes del mundo pueden resumirse de la siguiente manera: en los países que han dolarizado sus economías (a) se han reducido las tasas de inflación, (b) ha disminuido el crecimiento de la producción, (c) no se han resuelto los problemas fiscales, y (d) no ha mejorado el desempeño comercial ni el balance de la cuenta corriente.
Así, resulta evidente que si bien dolarizar puede contribuir a una mayor estabilidad macroeconómica esta resulta negativa para el crecimiento productivo y la equidad distributiva. Es por ello que una valoración adecuada de la dolarización debe tomar en cuenta otros elementos de carácter económico y político.
Desde una perspectiva económica, al menos cuatro argumentos evidencian que la dolarización es inconveniente. Primero, la pérdida del señoraje; segundo, la menor capacidad para enfrentar los shocks externos; tercero, la desaparición del prestamista de última instancia; y cuarto, el costo social.
Pérdida del señoraje. El señoraje es el beneficio que obtiene un Estado por acuñar dinero con un valor nominal superior a su valor intrínseco. Es la diferencia entre lo que puede comprar un billete y el costo de impresión del papel. Esa diferencia es una ganancia para el Estado que emite el dinero. Si Costa Rica se dolarizara trasladaría esa ganancia a Estados Unidos.
Mayor vulnerabilidad frente a los shocks externos. Dolarizar impide absorber y mitigar, por la vía cambiaria, los shocks y desajustes de los mercados internacionales (aumentos del precio del petróleo o crisis financieras), por lo que esos desequilibrios se transmitirían directamente al sector real de la economía nacional, afectando negativamente la producción, el empleo y la inversión.
Prestamista de última instancia. Esta función del Banco Central consiste en la posibilidad de apoyar a un banco comercial en crisis de liquidez. El Banco Central puede emitir dinero y otorgarle préstamos al banco en apuros para que enfrente la incapacidad temporal de pagar sus pasivos. Con la dolarización no habría en Costa Rica ninguna institución que cumpliera ese papel, por lo que el riesgo para los ahorrantes y cuentacorrentistas aumentaría considerablemente.
Costo social. La dolarización conlleva costos sociales que se expresan no solo en términos de menor capacidad para fomentar la producción y el efecto negativo sobre las personas y empresas orientadas al mercado interno, sino también por las repercusiones sobre los salarios. Recomiendo los trabajos de Larrea: “Pobreza, dolarización y crisis en el Ecuador” y el de Towers y Borzutzky: “The Socioeconomic Implications of Dollarization in El Salvador”.
Pero tan importantes como los argumentos económicos contra la dolarización están los de naturaleza política. Dolarizar significa la desaparición definitiva del colón y la adopción del dólar. Significa que el Banco Central de Costa Rica ya no podrá cumplir sus tareas como emisor y regulador de la oferta de dinero. Esas responsabilidades las asumiría el Banco de Reserva Federal de Estados Unidos, cuyas decisiones responderán a los intereses de ese país y no a las del nuestro. Eso me parece altamente inconveniente.
Juan Manuel Villasuso
Catedrático de Política Económica en la Universidad de Costa Rica
Dólar versus colón
Es tiempo del dólar
Costa Rica enfrenta un ambiente cambiario distinto al de años pasados, cuando regían las minidevaluaciones, actualmente existen las bandas, que intentan mitigar la volatilidad en el valor de la moneda nacional.
En estas circunstancias, LA REPUBLICA presenta el debate “Colón versus Dólar”, para que nuestros lectores conozcan mejor las opciones que podría haber para encontrar la mayor eficiencia para los productores, así como los consumidores nacionales.
Es tiempo del dólar
Costa Rica tiene ya que pensar en abandonar el colón y adoptar el dólar estadounidense como moneda nacional.
En el último año, las grandes variaciones en el tipo de cambio han inyectado un alto grado de incertidumbre en el mercado nacional.
Tampoco es probable que estas alzas y bajas dejen de presentarse, más bien es la naturaleza del comportamiento de las monedas de todos los países.
Durante el periodo julio 2009 a abril 2010, el colón se apreció en un 10% ante el dólar estadounidense.
Mientras tanto, el valor del euro cayó en un 20% ante el dólar, entre diciembre del año pasado y hace un par de meses.
La pregunta para Costa Rica es qué hacer ante este fenómeno de un tipo de cambio volátil, el cual afecta el mercado nacional, sobre todo a los consumidores.
Actualmente, los importadores no están compartiendo los beneficios que reciben, cuando sube el valor del colón.
Esto es entendible, porque los mayoristas que les compran a ellos los productos importados, en muchos casos no pagan hasta que pasen como mínimo 90 días, durante los cuales el colón podría bajar de nuevo.
Por otro lado, si fuera el caso de que el colón no baje, los importadores reciben el beneficio que les dio el tipo de cambio favorable, mientras los precios al consumidor siguen siendo altos.
Ante esta situación, lo primero que debemos hacer es darnos cuenta de que, cuando se producen variaciones grandes y de larga duración en el tipo de cambio, no hay mucho que un banco central pueda hacer para estabilizar el valor de la moneda de un país.
Minidevaluación, cajas de cambio —ninguno de estos mecanismos impedirá que el capital fluya dentro o fuera de una economía, y que esto conduzca al tipo de cambio hacia arriba o hacia abajo, respectivamente.
Ante esta clase de variaciones, tampoco las bandas pueden controlar los cambios.
El único mecanismo eficaz para controlar el tipo de cambio en estas circunstancias implica el control de los flujos de capital.
Sin embargo, tomar medidas que impidan que las personas muevan libremente su dinero, tiende a destruir los incentivos y —poco después— la economía.
En el caso de Costa Rica, sin embargo, el problema de las variaciones extremas en el valor de los dos puntos se podría resolver simplemente con dolarizar.
Los costarricenses ya tienen más de la mitad de sus activos en dólares.
La dolarización crecerá conforme los costarricenses, cada vez más, compren bienes a largo plazo, tales como hipotecas y pólizas de seguros, que casi siempre se denominan en dólares.
Además, en el comercio de bienes y servicios, junto con las inversiones directas, Costa Rica realiza la mayor parte de los negocios con Estados Unidos, así como otros países dolarizados.
Es cierto que en los últimos años China se ha convertido en la segunda fuente de las importaciones costarricenses.
Pero no es probable que la dolarización dañe el comercio entre los dos países.
Si el dólar cae frente al yuan, lo único que sucedería es que varios productos de consumo chinos no esenciales, se pondrían más caros.
Por otro lado, si el dólar se apreciara frente al yuan, los únicos productos de exportación costarricenses afectados serían los chips de Intel.
Pero el dólar tendría que subir mucho con respecto al el yuan antes de que Intel reduzca sus operaciones en Costa Rica.
Con la excepción de los chips, es difícil imaginar que Costa Rica, en un futuro previsible, exportara muchos productos a China.
La combinación de un dólar fuerte y una Costa Rica dolarizada podría hacer algunas exportaciones a Europa menos competitivas.
Sin embargo, eso supondría que Costa Rica quiere seguir siendo un país pobre, enfocándose en la venta de productos de bajo costo, en lugar de una nación desarrollada, que compite con base en la calidad.
Otro factor a favor de la dolarización es que Costa Rica tiene pocos competidores directos, que puedan devaluar las monedas, a fin de que sus productos y servicios sean más atractivos.
El resto de Centroamérica, en su mayor parte, no compite con Costa Rica en el ámbito de las exportaciones de alta calidad.
Panamá, el país más competitivo con Costa Rica, ya está dolarizado.
Alguna gente se preocupa por la posibilidad de la inflación sin control en Estados Unidos en un momento dado, que se importaría hacia Costa Rica, en el caso de que los dos países compartieran la misma moneda.
No obstante, en los últimos 35 años Estados Unidos ha tenido un récord superior al de Costa Rica en el control de la inflación, que más que todo golpea a la gente pobre.
Por último, una economía dolarizada sería más exitosa en la atracción de la inversión productiva.
En igualdad de condiciones, para un extranjero con oportunidad de invertir en un país dolarizado, en comparación con otro con una moneda poco conocida, la elección es obvia.
Si los costarricenses tuvieran que escoger entre la dolarización por un lado, y por el otro la inestabilidad causada por un colón demasiado volátil, la elección también sería obvia.
Fred Blaser
Co Presidente
República Media Group
El colón sigue siendo la mejor opción
La política cambiaria es el conjunto de criterios, lineamientos y directrices que un país establece con el propósito de regular el comportamiento de su moneda respecto a las de otras naciones.
Existen al menos cuatro opciones de política cambiaria. Una es el de tipo de cambio fijo, que establece una paridad constante entre la moneda local y una divisa extranjera. Ese fue nuestro modelo hasta 1980. En la Costa Rica actual sería insostenible a causa del diferencial inflacionario con nuestros principales socios comerciales.
Una segunda opción es la flotación del colón, es decir, que el tipo de cambio se determine de acuerdo con la oferta y la demanda de dólares, sin intervención del Banco Central. En una economía pequeña esa alternativa tiene el riesgo de producir elevada inestabilidad por los movimientos especulativos y por las variaciones coyunturales del mercado.
Las minidevaluaciones, aplicadas hasta 2006, tienen como principal inconveniente su incidencia en la inflación, ya que los frecuentes ajustes modifican los precios de los bienes importados y de aquellos indexados al dólar; pero se les atribuye como ventaja la menor incertidumbre en los agentes económicos.
La cuarta posibilidad son las bandas cambiarias, actualmente vigentes, que representan una mezcla de mercado e intervención estatal. Este esquema, bien administrado, permite la interacción de oferta y demanda, pero establece precios máximos y mínimos, que si son rebasados, obligan al Banco Central a intervenir comprando o vendiendo divisas.
Adicional a estos cuatro regímenes cambiarios, hay un quinto planteamiento, la dolarización, que constituye la renuncia total a la posibilidad de tener una política cambiaria propia, ya que elimina la moneda nacional y la sustituye por el dólar.
La dolarización es promovida por personas que valoran la estabilidad macroeconómica por encima de otros objetivos como el crecimiento y la equidad. De acuerdo con Sebastián Edwards, estudioso de estos temas, los resultados de la dolarización en varias partes del mundo pueden resumirse de la siguiente manera: en los países que han dolarizado sus economías (a) se han reducido las tasas de inflación, (b) ha disminuido el crecimiento de la producción, (c) no se han resuelto los problemas fiscales, y (d) no ha mejorado el desempeño comercial ni el balance de la cuenta corriente.
Así, resulta evidente que si bien dolarizar puede contribuir a una mayor estabilidad macroeconómica esta resulta negativa para el crecimiento productivo y la equidad distributiva. Es por ello que una valoración adecuada de la dolarización debe tomar en cuenta otros elementos de carácter económico y político.
Desde una perspectiva económica, al menos cuatro argumentos evidencian que la dolarización es inconveniente. Primero, la pérdida del señoraje; segundo, la menor capacidad para enfrentar los shocks externos; tercero, la desaparición del prestamista de última instancia; y cuarto, el costo social.
Pérdida del señoraje. El señoraje es el beneficio que obtiene un Estado por acuñar dinero con un valor nominal superior a su valor intrínseco. Es la diferencia entre lo que puede comprar un billete y el costo de impresión del papel. Esa diferencia es una ganancia para el Estado que emite el dinero. Si Costa Rica se dolarizara trasladaría esa ganancia a Estados Unidos.
Mayor vulnerabilidad frente a los shocks externos. Dolarizar impide absorber y mitigar, por la vía cambiaria, los shocks y desajustes de los mercados internacionales (aumentos del precio del petróleo o crisis financieras), por lo que esos desequilibrios se transmitirían directamente al sector real de la economía nacional, afectando negativamente la producción, el empleo y la inversión.
Prestamista de última instancia. Esta función del Banco Central consiste en la posibilidad de apoyar a un banco comercial en crisis de liquidez. El Banco Central puede emitir dinero y otorgarle préstamos al banco en apuros para que enfrente la incapacidad temporal de pagar sus pasivos. Con la dolarización no habría en Costa Rica ninguna institución que cumpliera ese papel, por lo que el riesgo para los ahorrantes y cuentacorrentistas aumentaría considerablemente.
Costo social. La dolarización conlleva costos sociales que se expresan no solo en términos de menor capacidad para fomentar la producción y el efecto negativo sobre las personas y empresas orientadas al mercado interno, sino también por las repercusiones sobre los salarios. Recomiendo los trabajos de Larrea: “Pobreza, dolarización y crisis en el Ecuador” y el de Towers y Borzutzky: “The Socioeconomic Implications of Dollarization in El Salvador”.
Pero tan importantes como los argumentos económicos contra la dolarización están los de naturaleza política. Dolarizar significa la desaparición definitiva del colón y la adopción del dólar. Significa que el Banco Central de Costa Rica ya no podrá cumplir sus tareas como emisor y regulador de la oferta de dinero. Esas responsabilidades las asumiría el Banco de Reserva Federal de Estados Unidos, cuyas decisiones responderán a los intereses de ese país y no a las del nuestro. Eso me parece altamente inconveniente.
Juan Manuel Villasuso
Catedrático de Política Económica en la Universidad de Costa Rica