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De cal y de arena

Alvaro Madrigal cuyameltica@yahoo.com | Jueves 20 septiembre, 2007


Panamá, mercado próximo y destino lógico de la producción costarricense ha sido, sin embargo, de difícil acceso y complicada relación. Recelosos, los panameños también han sido desconfiados con una relación comercial donde las asimetrías se marcan para desventaja suya, salvado el rubro de los servicios. Lleno de altibajos, el comercio entre ambas naciones ha estado regido desde 1973 por un acuerdo de alcance parcial que abarca más o menos una cuarta parte del universo arancelario. En ese marco exportamos en 2006 $268 millones, siendo mayor el potencial nacional. Pero esto puede cambiar. Hace pocas semanas se firmó un Tratado Bilateral llamado a regular el comercio tico-panameño que con los antecedentes dichos, viene a ser como el ansiado permiso de la remilgada novia. Nos abre la puerta de un mercado muy atractivo por su capacidad de consumo y por su vocación a demandar productos importados, con reglas incorporadas que permiten confiar –no con grado de plenitud pues no incluye normas específicas sobre origen de materias primas en quesos— en la certeza jurídica y en la formalidad de los procedimientos técnicos. Sujetos como hemos estado en el pasado a las arbitrarias aplicaciones de medidas sanitarias y fitosanitarias, ahora allá crearon la Autoridad Panameña de Seguridad de Alimentos. Con los compromisos adquiridos por Panamá en el seno de la Organización Mundial de Comercio respecto a aranceles y contingentes en general, este Protocolo Bilateral pone en la habilidad del empresario costarricense la perspectiva de ventajosos resultados. Creo que Panamá nunca dejó de ver que en medio de las similitudes existentes, también Costa Rica tiene claras ventajas. Hoy ha convenido en abrirse mediante una negociación que muestra un sensato equilibrio y una realista inspiración política que va a dar buenos frutos en el trámite de ratificación parlamentaria. “Nemine discrepante” (con el asentimiento de todos). ¡Qué diferencia con CAFTA del que el Arzobispo de San José se distancia por los riesgos que puede traer! (Al Día, 17/9/07).

Lo negociado en lácteos es elocuente. Parece mentira pero le vendemos menos de lo que le compramos (en 2006 exportamos $2,6 millones y los vecinos cerca de $4 millones). Panamá centra sus ventas en leche condensada y queso fundido. La oferta costarricense es mucho más diversa pero ha topado con barreras artificiales. Ahora, reglado el intercambio y precavido de la arbitrariedad, este TLC abre una apetitosa oportunidad a los lácteos ticos. Mantiene la norma actual de lácteos en libre comercio y agrega mantequilla, bebidas a base de leche, yogur, queso, natilla, dip, crema dulce y helados, con un volumen inicial anual de 547.000 litros de leche pasteurizada refrigerada y 340 TM de leche en polvo, con desgravación arancelaria pactada a 12 años para otros volúmenes. Y no es que los panameños estén chupándose el dedo. Poseyendo capital, conocimientos y vocación aletargados, bien pueden dar el salto y profundizar su presencia en nuestro mercado. La balanza se inclinará hacia quien llegue primero y lo haga mejor. ¡Ah, por si alguien no lo sabe: sin subsidios que rompen el juego limpio e imponen gravosas asimetrías!

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