“Mi mamá fue el trampolín para iniciar mi carrera futbolística”
| Sábado 04 enero, 2014
Luego de la convocatoria para el Mundial del 90, estuvo a punto de renunciar a la Selección
“Mi mamá fue el trampolín para iniciar mi carrera futbolística”
“El fútbol no es de saber mucho, sino de saber tomar decisiones en el momento oportuno”
Oriundo de Hatillo, donde creció y se desarrolló como futbolista, el “Capi” de Italia 90, Róger Flores, abrió su enciclopedia de recuerdos, donde con tono fuerte, nostálgico y en ocasiones con tintes de resentimiento, contó sobre su vida, sus triunfos y los momentos en que sufrió caídas, donde su familia fue fundamental para levantarse y seguir adelante.
¿Cómo fue la niñez de Róger Flores?
Espectacular, riquísima, plena, completamente diferente a lo que es ahora. Ir a la escuela y después, puro juego: coger guayabas, jugar fútbol, arrear y ordeñar vacas. No la cambio por lo que estamos viviendo ahora. Sin marcas, sin competencia de quién tiene más, todos andábamos iguales y a nadie le importaba.
¿Cómo se involucró en el fútbol?
Conforme llegó gente a vivir a Hatillo, se fueron formando equipos de fútbol y el gusanito fue creciendo. Cerca vivía Rubén Jiménez, que siempre pasaba para llevarme a las mejengas de veteranos, y cuando hacía falta uno, me metía a mí. Ahí, fue donde me empecé a involucrar en el fútbol, de unos ocho años.
¿En qué momento, definió que iba a dedicarse al fútbol?
Estando en Sagrada Familia, varios equipos se interesaron en mí, pero no querían soltarme. Entonces les dije que no volvía a jugar. Ese año, a la quinta fecha de no ganar, Sagrada me llamó y les dije que iba solo si me dejaban libre a final de año y accedieron. El que más ofreció fue San Carlos, diez balones, un uniforme y ¢10 mil para el equipo y para mí ¢2.500 y viáticos. Ahí fue donde mi mamá me dijo: Si le gusta, váyase, realícese en lo que a usted le gusta; y así fue como entré a Primera División.
¿Quién es su ídolo futbolísticamente hablando?
Pelé, sin duda alguna, para mí es el mejor jugador que he visto. Ahora, todos imitan y perfeccionan; antes era otra cosa, son personas que nacieron iluminadas para hacer esas jugadas. En el antiguo Estadio Nacional me brinqué la malla para entrar a la cancha y tocarlo.
¿Qué tipo de fútbol le gustaba desarrollar?
¿Cuál es el recuerdo que más atesora?
El gol del mundial ante Suecia. Uno no lo piensa en ese momento, solo lo sueña. Fuimos una Selección bisoña en un campeonato del mundo, maltratada, porque éramos los que íbamos a sufrir las goleadas. Oír todas esas cosas, donde todos se reían de nosotros, es lo que me da ese orgullo de guardar un momento como ese.
¿Cuál fue el impulso para hacer lo que hicieron en el Mundial?
En los partidos previos, el entrenador de Gales dijo que nos ganarían 6-0 caminando, y nos ganaron 1-0. Al ver la crónica, compramos varios periódicos, los recorté y lo pegué en el camerino. Les dije que era una falta de respeto para nosotros y que quien no tuviera coraje que mejor se fuera. Eso nos dio fuerza, y ese gol me supo tan rico, porque era callar las bocas que nos habían humillado.
¿En algún momento pensó en dejar todo?
Claro que sí, hubo varias caídas que me hicieron pensar en dejar todo botado y retirarme. Para la convocatoria de los Juegos Olímpicos de Moscú 80, me contracturé faltando un mes y me dejaron fuera de lista, lo mismo pasó para Los Ángeles 84, pero esta vez fue una luxación en la clavícula. Esos momentos fueron duros y mi familia fue clave para levantarme y recuperarme.
¿Qué pensó cuando sus amigos quedaron fuera de la convocatoria del 90?
Cuando vi que Evaristo Coronado, Enrique Díaz, Leoni Flores, Álvaro Solano y otros compañeros quedaban fuera de lista, sentí una frustración tan grande que escribí una carta de renuncia a la Selección. Mi familia me dijo que eso no era decisión mía y hablamos mucho sobre eso.
Ellos fueron los que hicieron que no renunciara a la Sele en ese momento.
¿Su carrera fue la que usted soñó?
Yo quise ser campeón, quise ir a un Mundial y lo logré, pero siempre soñé jugar a nivel internacional en un equipo como el Barcelona. Tuve la oportunidad de ir al Gremio de Brasil, el Marathón de Honduras, Comunicaciones de Guatemala, América de México y a Sudáfrica, pero ninguna se pudo finiquitar. Después del Mundial, pude irme al Paris Saint Germain de Francia y en España al Elche, Mallorca y Albacete, pero cuando iba a viajar me operaron de la apéndice, no convenía.
Foto: Esteban Monge
Róger Flores sembró la semilla del coraje y el orgullo en el grupo de jugadores en Italia 90, luego de las múltiples humillaciones que recibieron por ser una Selección novata.
Tatiana Fernández B.
tfernandez@larepublica.net
@tfernandezLR