¡Todos para uno...!
| Viernes 05 diciembre, 2008
¡Todos para uno…!
Galápagos. Visitar este Patrimonio de la Humanidad permite constatar la fuerza que logra una comunidad local de 20 mil personas unida alrededor de una misión: “Proteger y conservar los ecosistemas del archipiélago y su diversidad biológica para el beneficio de la humanidad, las poblaciones locales, la ciencia y la educación.”
El poder de esa misión compartida es tan sólido que los 75 mil turistas anuales, se contagian de inmediato de ese espíritu. No importa en cuál de las 19 islas mayores o 200 islotes se encuentre una persona; el respeto hacia esa misión es un pacto que rige las conductas y las relaciones con la fauna y la flora en los 70 mil kilómetros cuadrados dedicados a cumplir la razón de ser del Parque Nacional.
Desde su descubrimiento en 1535, Galápagos tuvo una historia con episodios sangrientos, rivalidades entre grupos de poder y buscadores de fortunas, leyendas de terror, destierros, cárceles, desapariciones misteriosas y explotación desmedida tanto del ser humano como de la naturaleza. El futuro del archipiélago era una incertidumbre, pero no faltaron quienes le vieron su valor natural y hoy la historia es diferente, porque nadie duda de la vocación (misión) y del visionario ideal de esta Reserva de la Biosfera (UNESCO, 1973).
Así, la identidad de una organización o equipo se convierte en una amalgama mediante la que todos sus miembros comparten lo que son o quieren ser, cuál es la esencia de su diferenciación, a quién se deben y qué valores guían sus comportamientos. Sin esta misión, cada cual vive su paso por la organización a su manera, la unión es frágil, la consistencia de conductas es incierta y lo particular prevalece sobre lo colectivo. En cambio, cuando esa misión está alineada con los anhelos de sus miembros y viceversa, la actitud de servicio entre todos se manifiesta, fortaleciendo la verdadera razón del equipo. Cada cual cumple bien su responsabilidad y todos procuran contribuir al éxito de los otros componentes del sistema, porque reconocen que solo así se logrará concretar la misión y la visión de la organización. Este elevado nivel de conciencia hace innecesaria la coerción, la vigilancia y los mecanismos autoritarios para cumplirla.
Debido a las matanzas despiadadas en el pasado, el “solitario George” es el último ejemplar existente en el planeta de las tortugas con caparazón de forma de montura. A sus más de cien años de edad, él advierte a sus visitantes la triste consecuencia de no compartir esta fuerte identidad. Los animales casi no huyen del humano. Incluso, nadar sin temor en la cercanía de tiburones, hace pensar que aun ellos comparten la aspiración de Galápagos.
¿Cuál es la misión de su equipo y cuánto la viven los miembros del mismo?
German Retana
German.retana@incae.edu
Galápagos. Visitar este Patrimonio de la Humanidad permite constatar la fuerza que logra una comunidad local de 20 mil personas unida alrededor de una misión: “Proteger y conservar los ecosistemas del archipiélago y su diversidad biológica para el beneficio de la humanidad, las poblaciones locales, la ciencia y la educación.”
El poder de esa misión compartida es tan sólido que los 75 mil turistas anuales, se contagian de inmediato de ese espíritu. No importa en cuál de las 19 islas mayores o 200 islotes se encuentre una persona; el respeto hacia esa misión es un pacto que rige las conductas y las relaciones con la fauna y la flora en los 70 mil kilómetros cuadrados dedicados a cumplir la razón de ser del Parque Nacional.
Desde su descubrimiento en 1535, Galápagos tuvo una historia con episodios sangrientos, rivalidades entre grupos de poder y buscadores de fortunas, leyendas de terror, destierros, cárceles, desapariciones misteriosas y explotación desmedida tanto del ser humano como de la naturaleza. El futuro del archipiélago era una incertidumbre, pero no faltaron quienes le vieron su valor natural y hoy la historia es diferente, porque nadie duda de la vocación (misión) y del visionario ideal de esta Reserva de la Biosfera (UNESCO, 1973).
Así, la identidad de una organización o equipo se convierte en una amalgama mediante la que todos sus miembros comparten lo que son o quieren ser, cuál es la esencia de su diferenciación, a quién se deben y qué valores guían sus comportamientos. Sin esta misión, cada cual vive su paso por la organización a su manera, la unión es frágil, la consistencia de conductas es incierta y lo particular prevalece sobre lo colectivo. En cambio, cuando esa misión está alineada con los anhelos de sus miembros y viceversa, la actitud de servicio entre todos se manifiesta, fortaleciendo la verdadera razón del equipo. Cada cual cumple bien su responsabilidad y todos procuran contribuir al éxito de los otros componentes del sistema, porque reconocen que solo así se logrará concretar la misión y la visión de la organización. Este elevado nivel de conciencia hace innecesaria la coerción, la vigilancia y los mecanismos autoritarios para cumplirla.
Debido a las matanzas despiadadas en el pasado, el “solitario George” es el último ejemplar existente en el planeta de las tortugas con caparazón de forma de montura. A sus más de cien años de edad, él advierte a sus visitantes la triste consecuencia de no compartir esta fuerte identidad. Los animales casi no huyen del humano. Incluso, nadar sin temor en la cercanía de tiburones, hace pensar que aun ellos comparten la aspiración de Galápagos.
¿Cuál es la misión de su equipo y cuánto la viven los miembros del mismo?
German Retana
German.retana@incae.edu