Saprissa instaló en sus vitrinas la Copa 39

Falló el pronóstico de Jonathan McDonald de que Saprissa no ganaría el tricampeonato.

Lo conquistó y sin mucho apremio, primero con un paseo frente al Cartaginés en semifinales, al que aplastó 6-0 en el global y luego, en competencia doble más dura, derrotar al Herediano con marcadores apretados, 2-1 como visita y 1-0 en La Cueva.

El Monstruo se dedicó a devorar rivales en el cierre de la temporada y se comió a 12 presas con igual número de victorias consecutivas. Es un registro impresionante al que se debe agregar ser el equipo con la delantera más efectiva y la retaguardia menos vencida.

¡Mesa gallega al tricampeón!

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En la entrevista al capitán Mariano Torres ya campeón, luego del triunfo ante el Team, le pidieron que señalara la mejor virtud del Saprissa y el argentino no dudó medio segundo en responder: “es que somos un equipo”.

Bueno, se supone que los otros once clubes que compiten en el Apertura, también son equipos, pero, al contrario del Saprissa, no todos juegan como tal.

Se puede afirmar que Saprissa contó con un esqueleto de equipo en su formación estelar, que lo construyeron Kevin Chamorro, Kendall Waston, Fidel Escobar, Mariano Torres y Javon Eats, pero el resto de la nómina le cumplió con creces al técnico Vladimir Quesada, quien se lució como estratega, cuando por una cadena de lesiones y suspensiones, tuvo que acudir prácticamente a toda su nómina para tapar huecos, casi cráteres y que el edificio no se le derrumbara.

Sobre todo, sustituir a dos jugadores que son el equilibrio de la formación, como David Guzmán y Mariano Torres era una misión técnica muy complicada, y Vladimir la resolvió de maravillas, rotando jugadores como Ulises Segura, Youstin Salas, Jefferson Brenes, Gerard Taylor o dándole a otros jugadores nuevas tareas y funciones, como resultó su gran acierto de pasar a Fidel Escobar a jugar como 5 y atrasar a los arietes Javon East y Luis Paradela a la cintura como volantes abiertos.

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Saprissa arrasó como equipo y de su nómina, triunfó lo colectivo, sobre lo individual: desde el seguro Kevin Chamorro, hasta el ídolo que dijo adiós, Christian Bolaños, la máquina morada funcionó sin tornillos sueltos, un engranaje que en muchos partidos rayó en la perfección y que se coronó tricampeón nacional en una larga temporada en la que fecha tras fecha, demostró con goles de gran factura y firme retaguardia, ser por mucho, el mejor.

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