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¡Minutos que no tienen precio!

Andrea Calderón ancalderon@saintgregory.cr | Viernes 12 mayo, 2017


Los que tenemos bebés o "toddlers" sabemos que hay días más complicados que otros, esos días en que no hay tiempo ni para uno mismo. Cuando pasa una cosa, pasan todas juntas. Me levanto y tengo tanto que hacer que pienso que ojalá no sea de esos días en que al final no pude ni empezar con mi "to-do list" porque Rodolfo tiene moquitos, está irritado, sus alergias se alborotaron, o porque simplemente necesita estar alzado mucho más de lo usual. Bueno, he tenido muchos días de esos recientemente.

¿Qué podemos hacer las mamás cuando los bebés se nos enferman? ¡Absolutamente nada!

A veces, con el inbox con 3.200 correos acumulados, me toca cerrar la compu y olvidarme de todo porque él me necesita. Estoy segura que a todos los papás nos pasa... cuando hay que escoger lo que realmente importa nos damos cuenta que hacemos TODO por ellos.

Rodolfo y yo tenemos 2 semanas de estar batallando con: virus, alergias, dolores de pancita, calenturas, tos... y justo cuando todo iba pasando ya era hora de una vacuna, ¡que por supuesto que nos iba a dar reacción!

Claro que todo esto viene acompañado de chineos extra, farmacia, horarios de medicinas y doctores todos los días, y lo más duro de todo: ¡la angustia de verlos incómodos y con dolor! ¿Quién dijo que ser mamá era fácil?

A pesar de todo mi Rodolfo no pierde nunca el ánimo ni las ganas de hacer actividades y jugar juntos. Estos momentos y días de locura al final nos dejan horas en pijamas y construyendo más memorias inolvidables.

Escribo esto a la 1:04 de la madrugada con una mano, porque la otra la tiene mi bebé; el duerme solito y duerme súper bien.... pero hoy necesitaba sentir seguridad y protección, necesitaba ver que si me llamaba yo estaba aquí para cuidarlo. Usualmente mi casa es muy estructurada, y con esto de la dormida soy un poco militar... pero hoy a las 12:30 a.m. escuché  "Mooooom", "Mamiiiii" e inmediatamente vine a asegurarle a mi bebé que no hay nada más importante que estar aquí con él en este momento, vine porque sé que él lo necesitaba.

Inmediatamente veo a mi pelotita, con sus ojitos de sueño diciendo una vez más "mamá" como afirmando que vine a su rescate. Lo abrazo con todo mi amor, le doy besos y le digo que es hora de dormir, me dice "good night", se vuelve a acostar en su cuna y por las baranditas busca su dedito favorito de mi mano e inmediatamente me hace una llave para que esos dedos queden bien amarraditos, me siento en el piso para no soltarle el dedito a esa personita; a esa personita que vino a cambiarme como persona y que día a día me reafirma que quien enseña las cosas más importantes de la vida, ¡es él a mí!

Los invito a escuchar esa intuición de mamás y papás que tenemos, aprendamos a discernir los momentos en que no hay límites ni disciplina válidos, regalemos a nuestros angelitos el lugar que necesitan para desarrollarse adecuadamente.

¡Qué vivan las noches interminables, los minutos que no tienen precio, los abrazos apretaditos que huelen a puro amor, los besos que secan sus lagrimitas y la paz única que sólo nosotros podemos darles!

¡Buenas noches desde el piso del cuarto de Rodolfo!






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