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La caída de un gigante en pocas palabras

| Sábado 25 octubre, 2014


La caída de un gigante en pocas palabras

Brasil.- La economía brasileña está pasando por momentos difíciles, y teniendo en cuenta que las elecciones presidenciales tendrán un resultado definitivo este domingo, vale la pena analizar el panorama. Para desarrollar el tema, volvamos un tiempo atrás cuando las opiniones eran un poco diferentes.
En noviembre de 2009 la portada de la revista The Economist titulaba “Brasil despega”, haciendo referencia al crecimiento económico y social demostrado hasta el momento y al gran potencial de desarrollo. Brasil ostentaba un crecimiento del 7,5% para 2010, tenía vivo el efecto causado por el proyecto petrolero “Pré-sal” (uno de los más grandes en su historia), la inflación para agosto de 2010 rondaba el 4,48% (de los más bajos índices en la era Post-Plano Real), el programa Bolsa Familia había ayudado a disminuir la pobreza extrema, la apertura de crédito había estimulado el consumo y había extremo optimismo por los eventos de deporte mundial de los cuales el país sería sede. ¿Qué ocurrió para que esa perspectiva cambiara?
Hubo incapacidad de dar seguimiento a las políticas macroeconómicas. Como resultado de ello, la inflación alcanzó para agosto 2014 el 6,51%, siendo que muchos analistas afirman que este índice es un 2% mayor a la cifra divulgada, o sea, Brasil podría estar enfrentando una inflación de cercana al 8%.
Según las últimas cifras del Banco Central, el crecimiento para 2014 es de apenas un 0,8%. Además la desvalorización del real ha sido motivo de innumerables titulares en periódicos financieros y las reservas cambiarias están llegando a sus últimos niveles, lo que ha encendido una señal de alerta.
Asimismo, la inversión extranjera ha sido desestimulada a través de la implantación de medidas como el impuesto a los flujos de capital de corto plazo y la ley N 579. Esta última medida cambió el contexto del sector eléctrico al establecer en setiembre de 2012 que todas las generadoras de energía deberían aceptar que sus precios fueran regulados por la ANEEL (Agencia Nacional de Energía Eléctrica) para tener renovados sus contratos de concesión, pasando entonces así de un mercado competitivo a uno regulado.
Otro factor importante es la desvalorización sufrida por la mayor empresa brasileña, Petrobras, debido a intervencionismo estatal y a escándalos de corrupción. La empresa, catalogada como la décimo segunda mayor compañía del mundo, en tan solo cuatro años, ha logrado bajar más de 100 posiciones en el ranking mundial y sus acciones han perdido alrededor del 50% de su valor. Su récord de dudosas adquisiciones y ventas tampoco ayuda a la causa.
El caso más reciente fue la Refinería Pasadena, Texas, por la cual la compañía terminó pagando $1,2 billones. Para empeorar la situación, este 21 de octubre su calificación de riesgo fue rebajada por la agencia Moody’s de Baa1 para Baa2 alegando el no repase de costos de la empresa derivados por la desvalorización cambiaria.
Como consecuencia del declive económico, el 24 de abril de este año, la agencia de calificación de riesgo Standard & Poor’s (S&P) rebajó la nota de crédito de Brasil para “BBB-“, este es el último peldaño en el rango de grado de inversión. La también agencia calificadora de riesgo Moody’s, el 9 de setiembre pasado, mudó la perspectiva de riesgo del país de “estable” a “negativa” basada en el bajo crecimiento del PIB y alertando que la perspectiva del rating dependía de los esfuerzos del próximo gobierno en revertir las tendencias económicas actuales.
Y no solo se deben revertir tendencias económicas. En junio anterior millones de ciudadanos alzaron su voz en las calles por su gran malestar por temas como salud, educación, seguridad e infraestructura.
Quien venza en las elecciones tendrá una ardua tarea por delante. Hoy el segundo turno de la batalla presidencial se disputará entre la actual presidente y candidata a reelección por el Partido de los Trabajadores (PT), Dilma Rousseff, y el candidato de oposición por el Partido de la Social Democracia Brasileña, Aécio Neves.
 

Priscilla Guerrero Pazos






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