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COLUMNISTAS


La política como encuentro y amistad social

Miguel Angel Rodríguez marodrige@gmail.com | Lunes 13 septiembre, 2021


Participé el primer fin de semana de setiembre en un encuentro en Madrid patrocinado por el Cardenal arzobispo de esa arquidiócesis Carlos Osoro, la Academia de Líderes Católicos Latinoamericana y la Fundación Konrad Adenauer que se efectuó en las instalaciones de la Universidad CEU San Pablo.

Durante tres días personas con responsabilidades o experiencias en la política reflexionamos sobre Una cultura de encuentro en la vida política para el servicio de nuestros pueblos, intentando vivir en el espíritu Fratelli Tutti, la reciente encíclica del Papa Francisco.

Unas 60 personas de 17 naciones que hemos actuado en la vida pública representando partidos políticos de las más diversas ideologías desde la derecha hasta la izquierda pasando por diversas tonalidades del centro, y sin ninguna representación partidaria ni intención alguna de formar un movimiento, compartimos buscando cómo hacer posible el diálogo a pesar de nuestras diferencias.

Dadas las difíciles y dolorosas circunstancias que la pandemia ha impuesto con relación a la salud, la economía, las condiciones sociales y políticas, dedicamos una sesión a reflexionar sobre la necesidad de universalizar el acceso a las vacunas y a los conocimientos, medicamentos y equipos necesarios para atender a las personas enfermas, pero toda la jornada estuvo centrada en la cultura del encuentro y la amistad social que nos ha propuesto el Papa Francisco.

Específicamente para enmarcar el encuentro, llegó el Cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado Vaticano quien nos dictó la conferencia magistral “Cultura de Encuentro y Amistad Cívica en un mundo en crisis”

En un ambiente austero de cálida camaradería se propusieron diversas vías para dialogar y generar acuerdos en nuestras sociedades.

Mis conclusiones son:

Primero. – El requisito principal para un diálogo fructífero es que prive la fraternidad. A pesar de que la política para conquistar el poder significa competencia, es posible que se produzcan acuerdos sustantivos entre opositores políticos si se rescata el propósito olvidado de la tríada propuesta por la Revolución Francesa: la fraternidad. Entre los católicos esto no es más que poner en práctica el mandato que hemos recibido de nuestro Redentor Jesús: Amarnos unos a otros como Él nos ama.

Segundo. – Amar al prójimo que es nuestro hermano dada la común condición de hijos de Dios que Jesús nos reveló, implica ir más allá del respeto a los derechos humanos basados en la dignidad y la libertad de todas y cada una de las personas. Significa -en la vida social- que mi bien dependa no solo de mi propio bienestar, sino del bienestar del otro. Es convertir a los otros en un inclusivo nosotros que no nos separe del resto de la humanidad.

Tercero. – Un diálogo, para poder ser creativo, demanda que cada uno de nosotros acepte nuestra ignorancia. No es renunciar a valores fundamentales respecto a los cuales no cabe el relativismo. Es aceptar que en muchos casos nuestros objetivos son los mismos, aunque a veces los ocultemos en un ropaje verbal diferente. Es entender que en muchos temas y a pesar de diferencias partidarias profundas, con relación a los instrumentos, con relación a los medios para alcanzar nuestros propósitos, el conocimiento es limitado, que en mucho somos ignorantes, y que en consecuencia debemos escuchar con el interés de aprender de las propuestas instrumentales de nuestros adversarios políticos.

Cuarto. – Ni el realismo pragmático puede dejar de estar limitado por la subjetividad de la persona y de su partido, pues siempre somos selectivos en lo que observamos y conocemos. Ni el idealismo social puede dejar de reconocer las condiciones de tiempo, espacio, recursos y conocimientos que limitan sus aspiraciones.

Quinto. – En la oposición o en el gobierno los partidos políticos, los políticos y los gobernantes tenemos un mismo propósito, el bien común, el bien mío que incluye el bien de los demás, estructurar las instituciones para generar el máximo de oportunidades a todos, para que cada quien pueda mejor labrar su propia vida y su bienestar.

Sexto. - Es posible y además es conveniente construir acuerdos entre oponentes políticos sobre algunas grandes líneas de acción, para que las democracias respondan con eficiencia a las necesidades cotidianas de las personas. Esto me recordó las ventajas y las limitaciones que tuvo la Concertación Nacional que convoqué en 1998.

Sétimo. - Es más fácil llegar a acuerdos respecto a proyectos y programas concretos. Escuchamos sobre casos específicos liderados por una Alcaldesa de izquierda en Bogotá y en Brasil liderados por una Ministra Federal de derecha. Esto me hizo recordar el Triángulo de Solidaridad y la metodología liderada por Astrid Fischel para generar acuerdos, fijar prioridades y comprometer recursos respecto a las obras a ejecutar en cada cantón, con pública participación de la municipalidad, los representantes de entes gubernamentales del gobierno central y descentralizados de la localidad y las organizaciones del voluntariado, y dolerme de no haber dejado institucionalizada esa fructífera iniciativa y de que el Gobierno del Presidente Pacheco la hubiese clausurado.

Octavo. – Dada la inmensa ignorancia que tenemos, las diferencias entre partidos políticos en cuanto a algunos objetivos, en cuanto a matices respecto a propósitos comunes y en cuanto a medios para alcanzarlos, lo más conveniente son avances graduales y marginales que se vayan ajustando a la institucionalidad existente. Esto además contribuye a dar estabilidad a los avances.

El convivio fue además de productivo en reflexiones, profundo en sentimientos, en unión, en compartir vivencias y en tiempos de contemplación y de auto crítica. La solidaridad del Cardenal Osoro que nos distinguió permanentemente con su generosa compañía, el convivir todos en instalaciones propias de retiros espirituales, compartir la santa eucaristía, los eventos en instalaciones universitarias y una velada con un concierto-conversatorio-oración dirigido por el cantautor espiritual Luis Alfredo Díaz Britos; produjeron una inspiradora atmósfera que me sobrecogió profundamente.

La cultura del encuentro y la amistad social, la fraternidad, el amor al prójimo son la mejor vía para que se produzca -después de esta pandemia- un Gran Reinicio que nos permita superar los dolores del presente y los nubarrones que, en lo económico, lo social, lo ambiental, lo político y lo internacional oscurecen el futuro.

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