El dinero no lo es todo
Pedro Oller poller@ollerabogados.com | Martes 11 diciembre, 2007
Pedro Oller
Es una lástima que la visita de Mohammad Yunus, Premio Nobel de la Paz 2006, no les brindara oportunidad a más costarricenses de conocerle, escucharle y aprovechar su particular forma de ver la vida. No me cabe duda de que quienes compartieron con él en la graduación de la Escuela Earth y en la celebración de los 130 años del Banco de Costa Rica, estarán reflexionando todavía sobre sus palabras. Ojalá la Earth nos dé la oportunidad de leer su discurso incorporándolo a su sitio web.
Esta enigmática figura, merecedora del Premio Nobel de la Paz (y no de Economía) el año pasado, ha cautivado a millones en el mundo entero por su fe en las personas y su compromiso con la solidaridad.
La comisión del Nobel al adjudicarle el premio reconoció sus esfuerzos “por crear desarrollo social y económico desde abajo”. Pero, ¿cómo lo hace?
Cuenta Wikipedia que luego de la independencia en 1971, Yunus quien vivía en Estados Unidos donde impartía clases de economía en la Universidad de Tennessee, regresó a Bangladesh, su país natal. En 1974, impactado por la hambruna que afectó a su país, diseñó un programa de desarrollo económico rural que, un año después, desencadenó en políticas gubernamentales de organización política, social y económica en las zonas más pobres y rurales del país.
En 1976, como parte de este esfuerzo, visitó el pueblo de Jobra cerca de la universidad de Chittagong en la que enseñaba. Las mujeres del pueblo hacían muebles de bambú con plata que les prestaban usureros, quienes exigían sus utilidades como contraprestación. Decidió prestar el equivalente de $27 a 42 mujeres quienes se ganaron el equivalente a $0,02 (dos centavos de dólar) cada una con el producto del dinero y su trabajo.
Esto lo convenció de que los microcréditos podrían ser un modelo de negocios viable y logró, ese mismo año, un préstamo de un banco estatal como respaldo. Para 1983 el éxito de su gestión le permitió fundar el Grameen Bank (Banco del Pueblo) el cual, a julio de este año, había prestado $6,38 billones a 7,4 millones de deudores de los cuales más de un 94% está constituido por mujeres.
Para garantizar los pagos, el banco usa un sistema de grupos solidarios, que son pequeños números de personas o empresas que solicitan conjuntamente un crédito y que se responsabilizan solidariamente, asegurando así que todos tengan la misma oportunidad de salir adelante. Lindo modelo para esa perenne idea de banca de desarrollo que siempre está a flor de boca de los políticos, pero que sigue sin materializarse.
De hecho ya, sin que muchos lo supiéramos, hay 3 mil mujeres costarricenses que han participado, y se han beneficiado del esquema de préstamos del Banco Grameen.
Quienes nos limitamos a leer las breves reseñas e impresiones publicadas en prensa, quedamos con el gusanillo de haber conocido más. Solo esa sugerente sentencia que citó ayer Carlos Jesús Mora y hoy aprovecho para estas líneas, deben llamarnos la atención. Máxime, en estos días de consumismo desatado.
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