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Miércoles, 1 de mayo de 2024



EDITORIAL


De nuevo nos agarró tarde

Redacción La República redaccion@larepublica.net | Viernes 30 mayo, 2008


Editorial


Lo que antes parecía exagerados discursos de los ecologistas es hoy una realidad que Costa Rica enfrenta, al igual que el resto del mundo: el cambio climático y sus consecuencias.

Parte de esas consecuencias son las variaciones en la temporada de lluvias (y de huracanes) en el Caribe, que someten al país a una amenaza constante y a pérdidas materiales y a veces, lamentablemente, también humanas.

No parece sin embargo que hayamos progresado realmente en cuanto a preparar al país para enfrentar mejor las posibles inundaciones, derrumbes, puentes en condiciones peligrosas o reubicación previa de gente que vive en zonas de alto riesgo, entre otros. El país ha pasado el verano enfrascado en otros asuntos como si el invierno no fuera a llegar.

Por otra parte, este año un nuevo factor se suma, al cual puede afectar seriamente el clima, sobre todo si este es impredecible, una característica que suele acompañar a los fenómenos del cambio climático. Ese nuevo factor es la necesidad de enfrentar la crisis alimentaria.

Esta urgencia debió producir una reacción acertada y eficiente que diera como resultado un plan nacional para la reactivación del sector agrario con medidas inmediatas, antes del inicio de las lluvias, y un proyecto de mediano y largo plazo que no dejara de contemplar posibles e inesperados fenómenos climáticos.

Abrir albergues para recibir eventualmente población que se vea obligada a abandonar su vivienda es una buena medida, pero no una solución. Tampoco lo sería desaterrar una casa o un vehículo atrapados bajo un derrumbe o cerrar el paso por un puente a punto de derrumbarse.

Lo que el país necesita es planeamiento y acciones oportunas y en este caso no hay alternativas, es el gobierno quien debe emprenderlas a tiempo.

Quienes buscan y asumen la administración del país lo hacen a sabiendas de que tendrán estas tareas por delante y aunque se deban enfrentar problemas de vieja data, ello no exime de esas responsabilidades. Más bien, el previo conocimiento del retraso del país en muchos importantes aspectos, debería haber significado la previsión de los planes necesarios para la puesta al día sin más tardanza.







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