Crecimiento, la mejor reforma fiscal
Costa Rica puede mantener niveles de crecimiento anual del 4%, e incluso más altos, si se aplican políticas macroeconómicas adecuadas y se afianzan las reformas estructurales que se requieren
Redacción La República redaccion@larepublica.net | Miércoles 03 marzo, 2010
El principal reto del nuevo gobierno será consolidar las finanzas públicas. El déficit presupuestario ronda nada menos que el 4,9% del Producto Interno Bruto (PIB) y podría poner presiones sobre las tasas de interés. Aunque los ingresos fiscales han dejado de caer y se inició ya una modesta recuperación de los ingresos tributarios, no es realista volver a contemplar tasas tan holgadas como las observadas durante la fase expansiva del ciclo económico. Eso obliga a plantear algunos temas fundamentales: la mejor reforma fiscal es una buena tasa de crecimiento de la producción privada, por ejemplo. Especialmente los países en desarrollo, como el nuestro, plantean desafíos particulares para los gobiernos en sus decisiones sobre políticas para gastar en bienes y servicios y recaudación de rentas. Costa Rica puede mantener niveles de crecimiento anual del 4%, e incluso más altos, si se aplican políticas macroeconómicas adecuadas y se afianzan las reformas estructurales que se requieren. Recientes estudios indican varios medios prioritarios, para lograrlo, empezando por un mejoramiento de la gestión fiscal. Hacerlo le ha permitido a Costa Rica reducir la deuda pública y mejorar su composición para crear sostenibilidad, ajustar el gasto social, promover el crecimiento y reducir la pobreza. Como muchos otros países, Costa Rica también deberá reforzar en adelante el sistema financiero, reactivar y mantener los flujos de crédito y mejorar su capacidad de reacción frente a las crisis. Pero las cosas no deben quedar totalmente en manos del mercado. El Estado debe crear una infraestructura legal que posibilite la inversión privada y una actividad empresarial próspera. Deberá reorientar también su lucha y reducir la corrupción, proveer redes de protección social, reformar el sistema judicial y resolver problemas transitorios generados por la liberalización de los mercados laborales. Finalmente, deberá estimular un incremento del comercio con el resto del mundo. Pero hay que enfatizar que los instrumentos fiscales deben idearse tomando en cuenta la capacidad administrativa y las posibilidades de cumplimiento de cada uno de ellos. Es pues, imperioso y urgente ajustar el modelo económico a las exigencias de la modernidad, de tal manera que se estimule el espíritu empresarial de los nacionales, fortaleciendo el Estado sin dilapidar su exigua tesorería.