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Un San José que no sea Imposible

Pedro Oller poller@ollerabogados.com | Martes 07 julio, 2009



Un San José que no sea Imposible


Soy un fan de las intervenciones. Creo que en una ciudad decadente, como lo es San José, es la mejor forma de imprimir vitalidad —ojalá también, originalidad y buen gusto— a materia muerta, mal habida y mal concebida. Edificios desordenados, un corazón sin mucho oxígeno y un vigor que de noche cede a la marginalidad, hacen de nuestra capital un objetivo claro de rescate.
Mientras estuve en las Juntas del MADC me percaté de que esto debe ser norma y no ocurrencia. Lo que doña Aida Fishman hizo de FANAL es un ejemplo ecuánime de intervenciones bien llevadas, también intencionadas y logradas. En adición, lo que sigue ocurriendo en el Amón —dichosamente, sin implicar el abatimiento de las pocas estructuras lindas e históricas que nos quedan— revalida esa idea que debería ser norte, de convertir lo que tenemos en una armoniosa confabulación.
Escucho poco, después de tenerlo casi preeminente al inicio de esta administración, aquello de San José Posible. Y lo extraño. Así como los espacios de rescate, los que se abren para nuevas ideas y los que se antojan ideales para que hábiles artistas, arquitectos, visualicen un nuevo concepto de urbanismo en medio del desorden.
San José es una ciudad tan abatida por el paso del tiempo y la ocurrencia, que se antoja a veces fea, siempre sucia, insegura. Mas bastan destellos de parques y alguna restauración para que todos celebremos. Porque queremos estar en esta ciudad, porque nos vincula y nos pertenece.
¿Cuál es nuestra necesidad vital más urgente? Vivir un San José lindo, vibrante, naciente y nunca muerto a pesar de los esfuerzos para difuminarlo hacia el Este y el Oeste. Que, sin embargo, no han podido agotarlo en sus escuelas, en sus monumentos y en sus edificaciones rescatables.
Si el MINAET tuviese jerarca, y no uno a.i. porque la incertidumbre mata hasta las mejores intenciones, y doña María Elena desde Cultura pudiera asumir un plan de intervención verde, este San José de grises nos haría el honor de un país que se debate, con aguas, residuos y desinterés, entre la protección del medio ambiente y su languidez. Especialmente en este reducto que con grandiosidad nos atrevemos a denominar GAM y que tiene por eje una ciudad en detrimento. Por ahí se me antojan también partícipes los jerarcas del AyA, del ICE y de cualquier institución pública que pueda venir a revitalizar el espacio.
¿Quién podría oponerse a que alguien como Patrick Blanc, francés, científico y urbanista en el mejor sentido de la palabra, asuma un espacio como el nuestro para lanzar brochazos de inspiración verde en esta ciudad tan caliza y tan llana?
Es por eso que una referencia reciente al trabajo de este artista me hizo rememorar la estética que persiguió la Municipalidad, en sus parques y solo en eso, cuando impulsó una renovación del entorno.
Ahora que volvemos a tener alcalde, por esas vicisitudes de la política, hará él bien con seguir en sus puntualidades. No importan las críticas, han cambiado rostros, reivindicado espacios y oxigenado una aldea que aspira a más.

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