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Rezarle a San Hugo no será la salvación de Venezuela

Bloomberg | Lunes 08 septiembre, 2014


Venezuela dejó de publicar el índice anual de precios al consumidor en mayo, cuando la inflación ya superaba el 60%, la más alta de América Latina. Bloomberg/ LA REPÚBLICA


Rezarle a San Hugo no será la salvación de Venezuela

En un reciente “taller de formación socialista” en Caracas, el Partido Socialista Unido que gobierna Venezuela presentó una versión propia del Padre Nuestro. “Chávez nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre”, decía. La referencia, por supuesto, era al fallecido líder venezolano, Hugo Chávez, que murió el año pasado de cáncer y dejó huérfanos a sus devotos seguidores y al país sumido en el caos.
Quizá no sea accidental que la oración surja en ocasión de una reorganización general del gabinete anunciada esta semana por el sucesor elegido por Chávez, Nicolás Maduro, ex conductor de ómnibus que tiene el timón pero ni la más mínima idea de a dónde va.
No hay de qué preocuparse. Desde la época de Chávez, cuando la cosa se pone fea en la República Bolivariana, la solución es echar a los colaboradores. Maduro, con un don chavista para lo teatral, lo llamó el Sacudón. El 18 de agosto, Maduro les había pedido a los 32 ministros del gabinete que presentaran la renuncia y luego insinuó que habría una reforma económica. Esto despertó la esperanza de que los oligarcas finalmente renunciaran a tratar de revocar las normas básicas de la economía y adoptaran algunas medidas pragmáticas para detener la desorganización del país.
El vicepresidente de Economía Rafael Ramírez, que al mismo tiempo era el zar de la energía y el presidente de la compañía petrolera estatal, Petróleos de Venezuela SA, había hecho propuestas que iban en la dirección correcta. Días antes del Sacudón, había reclamado que se aumentara el precio del litro de combustible, que en Venezuela cuesta centavos, se terminara con el tipo de cambio doble para el castigado bolívar y se pusiera límite a la oferta de dinero para frenar la inflación.
Eso habría sido lo razonable. Venezuela dejó de publicar el índice anual de precios al consumidor en mayo, cuando la inflación ya superaba el 60%, la más alta de América Latina. Los torpes congelamientos de precios, que el gobierno de Maduro hace poco extendió, solo han empeorado las cosas, vaciando los comercios de productos artificialmente baratos y obligando a los consumidores a recurrir a los medios sociales en una búsqueda inútil de pañales y medicamentos para la tiroides. Venezuela, que posee las reservas petroleras comprobadas más grandes del mundo, hace poco anunció que se importará crudo de Argelia.
En cambio, a los venezolanos se les dio más de lo mismo. La reorganización del gabinete se promocionó como un esfuerzo para rescatar al socialismo haciéndolo más eficiente. Un pasaje de ida a La Habana para ver al compañero que puede explicar qué significa eso. Los venezolanos se fueron a dormir en la revolución bolivariana y amanecieron con “cinco revoluciones”: en la economía, el conocimiento, el bienestar social, las políticas estatales y algo llamado “socialismo territorial”. Para implementar todo esto, Maduro también creó media docena de nuevas vicepresidencias.
Ramírez fue reasignado a relaciones exteriores y su antiguo superministerio se fracturó en tres.

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