Reservas resisten depreciación del dólar
Wilmer Murillo wmurillo@larepublica.net | Lunes 21 enero, 2008
Menos de $40 millones está en euros, casi nada en yenes
Reservas resisten depreciación del dólar
• Déficit comercial y servicio de la deuda está denominado en dólares
• Demanda de euros para pagar importaciones está compensada por oferta de exportaciones
Wilmer Murillo
wmurillo@larepublica.net
A pesar de la depreciación que ha sufrido el dólar en los últimos meses, las reservas monetarias del Banco Central han logrado resistir al punto de que la entidad no considera necesario invertir en otro tipo de divisas.
Una de las principales razones para tener reservas es darle capacidad al país de hacer frente a los compromisos externos, como el pago de importaciones y remesas, entre otros.
Desde esta perspectiva se estima conveniente que exista un calce entre la moneda en la que se invierten las reservas y la moneda en la que se denominan esos compromisos.
Análisis internos han permitido constatar al Banco Central que la moneda en que se denomina la mayor parte del déficit comercial y el servicio de la deuda es el dólar de los Estados Unidos. Ni el euro ni el yen representan en este caso una proporción significativa.
Desde una óptica estrictamente financiera, si el dólar se debilita, dado que la mayor parte de los compromisos están denominados en esa divisa, “no perderíamos capacidad de hacer frente a las obligaciones”, explicó Mauricio Avila, director de Activos y Pasivos del Banco Central.
La debilidad del dólar actual ofrece riesgos mínimos ante la decisión de usarlo como única moneda de reserva.
A juicio de analistas, se corre el riesgo que en el futuro la demanda por dólares pueda crecer debido a que se devalúe contra otras monedas, y que el Banco Central deba tener una mayor cantidad de reservas para hacer frente a la demanda de la moneda extranjera.
Sin embargo, la demanda de euros para pagar por ejemplo importaciones en euros, está compensada por la oferta de esa moneda de las exportaciones que Costa Rica realiza a Europa.
Además, si Japón, China y muchos otros países empezaran a cambiar de moneda para invertir sus reservas, la demanda por dólares bajaría, pero sin daño alguno para la economía costarricense.
Si ocurriera tal situación, podría provocar alguna debilidad en la economía de Estados Unidos, y como Costa Rica está muy pegada a esa economía, nuestro potencial de crecimiento de producción (vía exportaciones) se vería reducido.
No obstante, para que eso ocurra, el cambio en la composición de las reservas de muchos países tendría que cambiar de manera importante. De modo que es probable que ese efecto negativo que se habla, de momento no sea muy grande.
Las reservas monetarias son relativamente costosas. En el balance de cuánto rentan y cuánto cuesta mantener las reservas el Banco Central, siempre saldrá mal.
El Banco Central ha mantenido un nivel de reservas cercano a los $4 mil millones, obteniendo una rentabilidad por su colocación en los mercados del 6,25% en promedio, de acuerdo a cifras de diciembre pasado.
La ganancia por tener colocados esos recursos se podría considerar escuálida. No obstante, las reservas se administran para conservar el capital y su liquidez, y no para especular y lograr ganancias, afirmó Avila.
Desde la óptica del instituto emisor, las reservas monetarias internacionales (RMI) del Banco Central son como un seguro: cuestan mucho pero como un seguro deben estar disponibles para cubrir cualquier emergencia.
Las reservas se emplean para pagar importaciones, defender la moneda de ataques especulativos o servir la deuda externa.
Este mes, por ejemplo, vence un eurobono de $200 millones y las reservas deben ser suficientemente líquidas para disponer de esos fondos para el pago, sin que ocurra ningún problema.
Las reservas también inciden en la credibilidad del régimen cambiario vigente y sobre la reputación del país frente a las calificadoras externas y a los inversionistas internacionales.
Se crean presiones inflacionarias en la medida que el Banco Central interviene en el mercado cambiario para comprar dólares, adujo el funcionario.
Por esta razón, la entidad ha venido adoptando una serie de medidas en relación con el régimen cambiario, de tal forma que se eliminen los efectos adversos mencionados. Paulatinamente, “nos encaminamos a un régimen de flotación administrada, que atacará el dilema”, señaló Avila.
El ente emisor debe invertirlas por otro lado ejerciendo gran prudencia. De allí que invierte los dólares en entidades de primer orden, y aunque se procura maximizar el rendimiento de las reservas según las condiciones del mercado, lo anterior se subordina a cuidar el capital y la liquidez, agregó.
En general, las reservas se invierten en depósitos en entidades financieras internacionales de primer orden, en bonos del tesoro de los Estados Unidos y en bonos soberanos de otros países como Canadá, Japón e Inglaterra, en bonos emitidos por agencias gubernamentales que son parte o tienen la garantía de países desarrollados y por entidades supranacionales. Entre ellas figuran el Banco Mundial, el Banco Europeo de Inversión y el Banco Interamericano de Desarrollo.
En todos los casos, se trata de emisores que cuentan con una calificación crediticia en grado de inversión.
Las modalidades de inversión, que son dos básicamente, sin embargo procuran mejores rentas. La mayoría de las reservas (aproximadamente un 80%) se administran internamente. El resto lo administran tres entidades del exterior. La delegación de la administración intenta aprovechar el conocimiento de estas entidades como el Banco Mundial, de los mercados internacionales para obtener un rendimiento relativamente más alto, pero sujeto a un adecuado control de riesgos. “Lo anterior nos permite tener un riesgo bajo, por la calidad de los emisores de títulos y diversificarlo, al invertir en diferentes tipos de emisores”, aseveró Avila.
Se siguen además lineamientos que definen el tipo de instrumentos, plazos, monedas y emisores en que se puede invertir.
A la vista es solo una pequeña parte la que está invertida, pues este tipo de depósitos tienen un rendimiento muy bajo.
Las inversiones del tramo líquido se programan de forma consistente con el flujo de caja estimado. Por otro lado, los bonos en que se invierte tienen una alta liquidez en los mercados secundarios de valores y son de fácil realización en caso de requerirse las divisas.
Las reservas se invierten fundamentalmente en dólares. Actualmente menos del 1% se invierte en euros.
El pasado 31 de diciembre el plazo promedio de las inversiones en depósitos bancarios era de 73 días, en tanto que el plazo promedio de las inversiones en bonos era de 19,75 meses.
Como parte de la gestión del riesgo crediticio, existen límites máximos de inversión por entidad, dependiendo de la calificación crediticia o del tipo de entidad de que se trate.
Reservas resisten depreciación del dólar
• Déficit comercial y servicio de la deuda está denominado en dólares
• Demanda de euros para pagar importaciones está compensada por oferta de exportaciones
Wilmer Murillo
wmurillo@larepublica.net
A pesar de la depreciación que ha sufrido el dólar en los últimos meses, las reservas monetarias del Banco Central han logrado resistir al punto de que la entidad no considera necesario invertir en otro tipo de divisas.
Una de las principales razones para tener reservas es darle capacidad al país de hacer frente a los compromisos externos, como el pago de importaciones y remesas, entre otros.
Desde esta perspectiva se estima conveniente que exista un calce entre la moneda en la que se invierten las reservas y la moneda en la que se denominan esos compromisos.
Análisis internos han permitido constatar al Banco Central que la moneda en que se denomina la mayor parte del déficit comercial y el servicio de la deuda es el dólar de los Estados Unidos. Ni el euro ni el yen representan en este caso una proporción significativa.
Desde una óptica estrictamente financiera, si el dólar se debilita, dado que la mayor parte de los compromisos están denominados en esa divisa, “no perderíamos capacidad de hacer frente a las obligaciones”, explicó Mauricio Avila, director de Activos y Pasivos del Banco Central.
La debilidad del dólar actual ofrece riesgos mínimos ante la decisión de usarlo como única moneda de reserva.
A juicio de analistas, se corre el riesgo que en el futuro la demanda por dólares pueda crecer debido a que se devalúe contra otras monedas, y que el Banco Central deba tener una mayor cantidad de reservas para hacer frente a la demanda de la moneda extranjera.
Sin embargo, la demanda de euros para pagar por ejemplo importaciones en euros, está compensada por la oferta de esa moneda de las exportaciones que Costa Rica realiza a Europa.
Además, si Japón, China y muchos otros países empezaran a cambiar de moneda para invertir sus reservas, la demanda por dólares bajaría, pero sin daño alguno para la economía costarricense.
Si ocurriera tal situación, podría provocar alguna debilidad en la economía de Estados Unidos, y como Costa Rica está muy pegada a esa economía, nuestro potencial de crecimiento de producción (vía exportaciones) se vería reducido.
No obstante, para que eso ocurra, el cambio en la composición de las reservas de muchos países tendría que cambiar de manera importante. De modo que es probable que ese efecto negativo que se habla, de momento no sea muy grande.
Las reservas monetarias son relativamente costosas. En el balance de cuánto rentan y cuánto cuesta mantener las reservas el Banco Central, siempre saldrá mal.
El Banco Central ha mantenido un nivel de reservas cercano a los $4 mil millones, obteniendo una rentabilidad por su colocación en los mercados del 6,25% en promedio, de acuerdo a cifras de diciembre pasado.
La ganancia por tener colocados esos recursos se podría considerar escuálida. No obstante, las reservas se administran para conservar el capital y su liquidez, y no para especular y lograr ganancias, afirmó Avila.
Desde la óptica del instituto emisor, las reservas monetarias internacionales (RMI) del Banco Central son como un seguro: cuestan mucho pero como un seguro deben estar disponibles para cubrir cualquier emergencia.
Las reservas se emplean para pagar importaciones, defender la moneda de ataques especulativos o servir la deuda externa.
Este mes, por ejemplo, vence un eurobono de $200 millones y las reservas deben ser suficientemente líquidas para disponer de esos fondos para el pago, sin que ocurra ningún problema.
Las reservas también inciden en la credibilidad del régimen cambiario vigente y sobre la reputación del país frente a las calificadoras externas y a los inversionistas internacionales.
Se crean presiones inflacionarias en la medida que el Banco Central interviene en el mercado cambiario para comprar dólares, adujo el funcionario.
Por esta razón, la entidad ha venido adoptando una serie de medidas en relación con el régimen cambiario, de tal forma que se eliminen los efectos adversos mencionados. Paulatinamente, “nos encaminamos a un régimen de flotación administrada, que atacará el dilema”, señaló Avila.
El ente emisor debe invertirlas por otro lado ejerciendo gran prudencia. De allí que invierte los dólares en entidades de primer orden, y aunque se procura maximizar el rendimiento de las reservas según las condiciones del mercado, lo anterior se subordina a cuidar el capital y la liquidez, agregó.
En general, las reservas se invierten en depósitos en entidades financieras internacionales de primer orden, en bonos del tesoro de los Estados Unidos y en bonos soberanos de otros países como Canadá, Japón e Inglaterra, en bonos emitidos por agencias gubernamentales que son parte o tienen la garantía de países desarrollados y por entidades supranacionales. Entre ellas figuran el Banco Mundial, el Banco Europeo de Inversión y el Banco Interamericano de Desarrollo.
En todos los casos, se trata de emisores que cuentan con una calificación crediticia en grado de inversión.
Las modalidades de inversión, que son dos básicamente, sin embargo procuran mejores rentas. La mayoría de las reservas (aproximadamente un 80%) se administran internamente. El resto lo administran tres entidades del exterior. La delegación de la administración intenta aprovechar el conocimiento de estas entidades como el Banco Mundial, de los mercados internacionales para obtener un rendimiento relativamente más alto, pero sujeto a un adecuado control de riesgos. “Lo anterior nos permite tener un riesgo bajo, por la calidad de los emisores de títulos y diversificarlo, al invertir en diferentes tipos de emisores”, aseveró Avila.
Se siguen además lineamientos que definen el tipo de instrumentos, plazos, monedas y emisores en que se puede invertir.
A la vista es solo una pequeña parte la que está invertida, pues este tipo de depósitos tienen un rendimiento muy bajo.
Las inversiones del tramo líquido se programan de forma consistente con el flujo de caja estimado. Por otro lado, los bonos en que se invierte tienen una alta liquidez en los mercados secundarios de valores y son de fácil realización en caso de requerirse las divisas.
Las reservas se invierten fundamentalmente en dólares. Actualmente menos del 1% se invierte en euros.
El pasado 31 de diciembre el plazo promedio de las inversiones en depósitos bancarios era de 73 días, en tanto que el plazo promedio de las inversiones en bonos era de 19,75 meses.
Como parte de la gestión del riesgo crediticio, existen límites máximos de inversión por entidad, dependiendo de la calificación crediticia o del tipo de entidad de que se trate.