Precios de los productos y la inflación
| Sábado 04 octubre, 2008
Precios de los productos y la inflación
Wilmer Murillo
Cuando el precio internacional del azúcar sube, los dulces se encarecen; pero cuando baja el precio del azúcar no ocurre lo mismo con los dulces. Así es como las fluctuaciones del costo del producto traen consigo la inflación. ¿Cierto? No. Falso. Pero en todo caso improcedente.
En las modernas economías actuales los salarios y los precios de muchos artículos terminados tienden a estancarse.
En estos mercados, gran parte de la respuesta inmediata a los cambios externos consiste en variaciones en los niveles de producción y empleo. Cuando los precios de los productos suben agudamente, los forjadores de política se encuentran ante un dilema. Si adoptan políticas monetarias y fiscales estrictas para impedir que suba el nivel general de precios, es probable que el resultado sea la reducción del empleo y la producción en los sectores de precios rígidos dentro de la economía. Por eso en cierta ocasión el entonces presidente de Estados Unidos Gerald Ford desistió pronto de su programa fustiguemos a la inflación.
Por otra parte, si se eligen políticas monetarias y fiscales laxas, la economía se somete a una inflación inesperada, lo cual impone sus propios costos, en particular porque esa irrupción transitoria de inflación se puede arraigar en la economía a través de la espiral precios-salarios.
Algunos economistas sugieren que grandes fluctuaciones en los precios de los productos se han convertido en algunas épocas en fuentes de inestabilidad para toda la economía en la forma antes descrita. La solución al dilema es atacar el problema en su origen. Aplicar políticas micro económicas para estabilizar los precios de los productos.
Nuestro país, concretamente, tiene en los pasivos del Banco Central y la enorme deuda pública una de sus mayores fuentes de inestabilidad.
La tendencia actual del incremento de la tasa inflacionaria refleja necesariamente los incrementos en el precio de los combustibles y otras materias primas en los mercados internacionales, sobre lo cual tenemos poco control, pero se asocia, desde luego con la política fiscal, que aunque ha mejorado no es suficientemente sólida.
En general subsiste, sin embargo, una considerable debilidad metodológica en el planteamiento del problema. Los mercados de productos no están vinculados explícitamente con un modelo macroeconómico bien definido de la economía. Esto resulta más manifiesto en un análisis del efecto del encarecimiento de los productos básicos como causa de inflación.
Hay una solución elegante pero difícil de conseguir en el caso de todas las medidas empleadas. Para estabilizar los precios de los productos primarios se requieren grandes sumas de capital y abundantes existencias para lograr una estabilización con buen éxito. Estas dificultades sugieren que, a la larga, la prescripción política apropiada es ir al verdadero origen del problema; el hecho de que tantos mercados de las economías de hoy, tengan precios fijos en vez de flexibles. Cómo revertir tal situación requiera tal vez de un tratado, porque tradicionalmente para combatir la inflación, desde disposiciones fiscales y monetarias hasta el control de salarios y precios, ninguna ha alcanzado el éxito total porque la inflación es un complejo encadenamiento de circunstancias.
Wilmer Murillo
Cuando el precio internacional del azúcar sube, los dulces se encarecen; pero cuando baja el precio del azúcar no ocurre lo mismo con los dulces. Así es como las fluctuaciones del costo del producto traen consigo la inflación. ¿Cierto? No. Falso. Pero en todo caso improcedente.
En las modernas economías actuales los salarios y los precios de muchos artículos terminados tienden a estancarse.
En estos mercados, gran parte de la respuesta inmediata a los cambios externos consiste en variaciones en los niveles de producción y empleo. Cuando los precios de los productos suben agudamente, los forjadores de política se encuentran ante un dilema. Si adoptan políticas monetarias y fiscales estrictas para impedir que suba el nivel general de precios, es probable que el resultado sea la reducción del empleo y la producción en los sectores de precios rígidos dentro de la economía. Por eso en cierta ocasión el entonces presidente de Estados Unidos Gerald Ford desistió pronto de su programa fustiguemos a la inflación.
Por otra parte, si se eligen políticas monetarias y fiscales laxas, la economía se somete a una inflación inesperada, lo cual impone sus propios costos, en particular porque esa irrupción transitoria de inflación se puede arraigar en la economía a través de la espiral precios-salarios.
Algunos economistas sugieren que grandes fluctuaciones en los precios de los productos se han convertido en algunas épocas en fuentes de inestabilidad para toda la economía en la forma antes descrita. La solución al dilema es atacar el problema en su origen. Aplicar políticas micro económicas para estabilizar los precios de los productos.
Nuestro país, concretamente, tiene en los pasivos del Banco Central y la enorme deuda pública una de sus mayores fuentes de inestabilidad.
La tendencia actual del incremento de la tasa inflacionaria refleja necesariamente los incrementos en el precio de los combustibles y otras materias primas en los mercados internacionales, sobre lo cual tenemos poco control, pero se asocia, desde luego con la política fiscal, que aunque ha mejorado no es suficientemente sólida.
En general subsiste, sin embargo, una considerable debilidad metodológica en el planteamiento del problema. Los mercados de productos no están vinculados explícitamente con un modelo macroeconómico bien definido de la economía. Esto resulta más manifiesto en un análisis del efecto del encarecimiento de los productos básicos como causa de inflación.
Hay una solución elegante pero difícil de conseguir en el caso de todas las medidas empleadas. Para estabilizar los precios de los productos primarios se requieren grandes sumas de capital y abundantes existencias para lograr una estabilización con buen éxito. Estas dificultades sugieren que, a la larga, la prescripción política apropiada es ir al verdadero origen del problema; el hecho de que tantos mercados de las economías de hoy, tengan precios fijos en vez de flexibles. Cómo revertir tal situación requiera tal vez de un tratado, porque tradicionalmente para combatir la inflación, desde disposiciones fiscales y monetarias hasta el control de salarios y precios, ninguna ha alcanzado el éxito total porque la inflación es un complejo encadenamiento de circunstancias.