Nota de Tano
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Jueves 31 marzo, 2011
Nuevo Estadio Nacional.
La joya.
Está pegando este nombre y cuidado que no terminamos todos los ticos bautizándole así.
Con solo cinco días de entrar en erupción, el calificativo de joya titula en todos los medios de comunicación y si tan temprano nos vamos acostumbrando en llamarlo así, cuidado y no se nos pega.
Suena bonito, pero cuidado.
El viejo Estadio Nacional se llamó así desde su bautizo hasta su muerte; que con este suceda lo mismo. Acostumbrémonos a llamarlo, Estadio Nacional y lo de joya que simplemente sea un calificativo.
Cambiando de tema, en el fondo de mi alma sabía que Messi no iba a jugar en Costa Rica y lo comenté con anterioridad en una de mis Notas. Esto, desde luego, provocó reacciones en las redes sociales con los consabidos ataques personales, tan de moda desde que las redes se abrieron.
Era previsible que Messi no jugara; su entorno futbolero está en horas de suma exigencia tanto en Liga como en Champions, por eso era urgente y necesario que al firmarse el contrato con la dirigencia argentina, de alguna forma se amarrara la presencia del mejor jugador del mundo. Esta exigencia se ha firmado en otros países.
Le faltaron agallas a Eduardo Li y a sus compañeros federativos, demasiado blandos, demasiado diplomáticos y hasta sumisos ante la irrespetuosa delegación argentina que la noche del martes le dio una bofetada a la ciudadanía costarricense y perdió muchos puntos entre una afición que idolatra al fútbol y al futbolista argentino.
Si Messi no quiso, no pudo o lo obligaron a no jugar, había decenas de maneras de que mostrara agradecimiento y cortesía a una afición que se volcó y pagó caprichos para verlo jugar. Debió salir al centro del campo, saludar a los niños que ilusionados querían verlo; pudo lanzar balones a las gradas y mínimo, si es tan humilde como dicen, característica de su personalidad que en Costa Rica no mostró, debió sonreír y saludar a la multitud cuando fue enfocado en las pantallas gigantes.
Y otro que irrespetó el sentimiento de los ticos fue el técnico Batista, cuando al término del partido, puso a calentar en la cancha a Zanetti, Cambiasso y Di María.
¡Qué le costaba alinearlos unos minutos!
La afición costarricense fue usada y burlada.
La delegación argentina presentó un comportamiento deplorable.
La Federación Costarricense de Fútbol fue complaciente y sumisa.
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