Nota de Tano
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Viernes 29 enero, 2010
Si existen dos posiciones injustas para el jugador en el fútbol son: portero y goleador.
El portero, aparte de que nunca puede equivocarse, está condenado a pesar de su buena calidad, a sentarse en la banca dos o tres temporadas, en espera de que el titular falle o se lesione para asumir rol de protagonista.
El delantero goleador, si no la mete, fracasa.
Sobran ejemplos en todo el mundo del primer caso; en nuestro país fue ejemplar el comportamiento y la paciencia de José Francisco Porras, a la sombra de dos o tres arqueros, antes de asumir un protagonismo impresionante que lo llevó a ser capitán del Saprissa, la Selección Nacional y mundialista.
Adrián de Lemos, después de ser catalogado como el portero del futuro, pasó dos temporadas completas en la reserva, antes de reactivarse.
Escribo este prólogo porque el domingo pasado, al repasar las formaciones de los equipos de la primera división, me llamó la atención que en el Santos de Guápiles entró de cambio en el ataque, Guillermo Guardia.
Decir Guillermo Guardia en el fútbol costarricense no es cualquier nombre; es marca de fábrica y sello de goleador, porque el padre de Guillermo movió redes a diestro y siniestro en el fútbol costarricense con Saprissa, Alajuelense y la tricolor.
Pero, el junior se forma en las fuerzas básicas de la Liga, la competencia es fuerte; cuesta amarrar una oportunidad en el primer equipo, hasta que llega al club, Marcelo “Popeye” Herrera como técnico y Memo Junior, con el número nueve pegado a su espalda, empieza a tener minutos y chances, de titular y de cambio, pero no le llega el gol.
Guardia no anota, no la mete en los minutos que le dio Herrera y ahora, fuera del Alajuelense, encuentra un nicho en un club de menor renombre, no sabemos si a préstamo o ya del todo desvinculado del club rojinegro.
Como Guardia, decenas de decenas de casos y calificamos el hecho de injusto, porque en la misma Liga, desde hace varias temporadas, juegan de titulares futbolistas que ni suman, ni restan. No desequilibran, no hacen un pase de gol, fallan, apenas cumplen y siguen ahí tan campantes, como defensores, carrileros, mediocampistas, aleros.
¡Claro, no son ni goleadores, ni porteros!
Ojalá que a Memo le suene la flauta en Guápiles, como le pasó en buena hora, a Rafita Rodríguez como mediocampista en el Puerto.
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