Nota de Tano
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Lunes 22 diciembre, 2014
No dudamos un segundo en que Saprissa campeonizaría.
Así lo escribimos en las notas previas al juego final.
Fijamos un detalle para afianzar el vaticinio.
La delantera del campeón.
Ese cuarteto de futbolistas que ha alternado Jeaustin Campos en zona de definición, formado por Deiver Vega, Daniel Colindres, David Ramírez y Ariel Rodríguez de características futboleras similares.
A ninguno le quema la pelota; a todos les gusta que les llegue; saben “huevearla” y perdón por el término; los cuatro son desafiantes y torean al enemigo. Cuando embisten, como lo hizo tantas veces Vega, en el Morera Soto y el sábado en el Rosabal Cordero, el rival (Kenner Gutiérrez o Francisco Calvo) se repliega y trata de medir el movimiento del ariete, quien penetra, cruza, dribla y dispara.
“Herediano tendrá que jugar con ojos en la nuca”, escribimos el viernes. Y ya vieron: en un instante descuidaron la retaguardia y un saque largo de Carvajal halló a Alexánder Larín adelantado. Eso fue suficiente; balón a su espalda y lo recogió el terrible zurdo morado.
Y de una sola vez, al desafío.
Nada de un centro largo al segundo palo o un pase horizontal al otro extremo. Balón en pie se fue sobre la marca de Calvo, lo desafió, lo quebró y lo venció. Igual a como dejó tendidos en el césped en Alajuela a Johnny Acosta y Ariel Rodríguez.
Cuando un equipo tiene una línea delantera con las características técnicas e individuales como el Saprissa, sacar ventaja en el juego de ida en casa, resulta fundamental para jugar con comodidad en la vuelta.
El 4-2 en Tibás resultaba lapidario.
La anotación de Daniel Colindres en el cierre tenía olfato de cementerio.
Es fácil deducir irrealidades.
¡Qué si Yendrick mete el penal (1-1)!
¡Qué si Yendrick mete el que botó muerto (2-1)!
¡Que sumado el gol de Pablo Salazar (3-1)!
Tiempos extras.
El asunto no es así de fácil, no se puede analizar el fútbol con tanta frivolidad.
Lo real era que Saprissa se presentaba con ventaja de dos goles; que su entrenador iba a formar un cerco de retaguardia de ocho hombres para bloquear espacios y cortar circuitos; que el mejor jugador del Saprissa sería el reloj, voraz y artero con el equipo que está en desventaja y que con la delantera de su equipo, Campos sabía que un gol podía caer en cualquier momento y no era utopía.
¡Es que ese gol cayó siempre en los últimos partidos!
Ante panorama tan desalentador, era fácil adivinar la eliminación del Team y eso fue simplemente lo que adelantamos.
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