Nota de Tano
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Jueves 02 octubre, 2014
¡Qué elegancia la del comité director de la Unafut!
Los dirigentes que renunciaron a sus cargos, obligados por un pacto de palabra que se acordó al inicio de su gestión, roto por los revuelca albóndigas de siempre liderados por el camaleón, invitaron a sus sucesores a una reunión y les entregaron, con copia a la prensa deportiva del país, los proyectos en que se trabajaba.
Todo con orden, limpieza, con clase, con elegancia, como corresponde a un grupo de dirigentes honorables que lamentablemente toparon de frente con el cucarachero que promovió su renuncia.
Ni duden que los “periodistas deportivos” que se preguntaban en sus espacios radiofónicos... ¿y qué hizo la Unafut?, apenas recibieron esta agenda de trabajo la enviaron a la basura. Su misión en la profesión es otra.
Y a Paúl Mayorga lo decapitaron.
La jerarca del Instituto Nacional de la Mujer (INAMU), protegió a la futbolista agredida, pidió públicamente la cabeza del agresor y dejó al garete a otras cinco mujeres: la esposa y cuatro hijas del que fue lanzado a la hoguera.
Al agresor lo liquidaron, lo echaron y lo despidieron de todos sus trabajos y mandaron a sus seres queridos a los infiernos; el club de sus amores tampoco lo respaldó. No tuvieron sus dirigentes el discernimiento para hallar una sanción a su empleado que no llevara implicada la pérdida de su salario.
Trabajos comunales, terapia individual, charlas testimoniales debieron ser la salida para que Mayorga pagara su yerro con testimonios de vida, en lugar de enviar a su familia a la indigencia.
Me escribió sobre el tema don Guillermo Malavassi, ex ministro de Educación Pública y me decía que Mayorga ya había pagado de sobra su error, con el repudio generalizado de sus compatriotas. Ya eso era suficiente castigo. ¿Qué necesidad había de enterrarlo más?
Cosas de la vida: un periodista deportivo de la televisión, que perdió su primer matrimonio por agresor, fue el líder vehemente de los ataques sobre Paúl Mayorga.
Y así camina Costa Rica: hombres sin moral y sin principios logran decapitar a dirigentes con moral y con principios y a un deportista joven como Paúl, hombre de familia, repleto de valores, padre dedicado a dar a sus hijas calidad de vida, lo colgaron de los tubos del rencor, el feminismo mal entendido, la doble moral, la falta de comprensión, porque se equivocó en un segundo de su vida. Existían decenas de rutas para que Mayorga pagara su error. Se escogió la más injusta y degradante.
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