Nota de Tano
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Miércoles 31 octubre, 2007
El analista de EFE, Hernán Bahos Ruiz, presenta la receta que cocinó Brasil para organizar el segundo Mundial de su historia. Dice:
“La selecta tradición futbolística, una rica alianza político-económica y el respaldo fresco de las autoridades deportivas continentales son los ingredientes básicos para cocinar una buena candidatura para un Mundial.
Brasil, ganador de cinco títulos ecuménicos y sede de la Copa del Mundo de 1950, hizo todo lo debido en los últimos años para servir en bandeja el mejor proyecto para el evento de 2014.
Para evitar que un mismo continente recibiera varios mundiales consecutivos, la edición de 2014 debía celebrarse obligatoriamente en América.
Sin oponentes en la región, salvo un efímero deseo de Colombia que se apagó como el fuego de paja, y el rumor de que Argentina y Chile estarían dispuestos a unir esfuerzos para ofrecer un Mundial como el que en 2002 organizaron Corea del Sur y Japón, Brasil amasó su proyecto con tranquilidad y atractivos acompañamientos.
Para preparar la operación Brasil 2014, el gobierno anunció inversiones por 250 millones de dólares en obras específicas de infraestructura y 3.500 millones más hasta 2012 ‘para reducir el índice de criminalidad’ en las áreas afectadas por la violencia.
Dice el recetario de la FIFA que el país candidato debe tener como mínimo ocho estadios con capacidad para 40.000 o más espectadores, todos debidamente sentados. Brasil tiene al menos quince, aunque casi todos necesitan sustanciales reformas.
También se debe demostrar capacidad para hospedar 31 delegaciones extranjeras, con una media de 50 personas, y garantizarles buenas canchas de entrenamiento.
Fuentes de la CBF calculan que el segundo Mundial brasileño debe consumir, al menos, 10.000 millones de reales (unos 5.555 millones de dólares al cambio actual), aunque las cifras pueden disparase aún más hasta entonces.
Para tener una idea, los responsables de Corea del Sur y Japón gastaron alrededor de 7.800 millones de dólares en la construcción de dieciocho estadios.
Alemania, con una envidiable tradición futbolística y experiencia en organización de torneos como el Mundial y los Juegos Olímpicos gastó ‘apenas’ 3.400 millones de dólares.
A pesar de la jugosa oferta del gobierno de Lula da Silva, el presidente de la CBF considera que es posible organizar un Mundial sin dinero público, con el apoyo de la iniciativa privada. La FIFA también debe ayudar a pagar la cuenta de la fiesta con unos 400 millones de dólares.
Al margen de las cifras, los 200 millones de brasileños vislumbran desde ya la posibilidad de ver dentro de siete años el fin de una historia distinta al triste desenlace de 1950, conocido como Maracanazo.
La CBF ha prometido que el mítico estadio de Río de Janeiro albergará nuevamente una final. Quizá con Brasil, ojalá contra Uruguay en busca de revancha”.
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