Nota de Tano
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Viernes 21 septiembre, 2007
Si bien es cierto los sistemas tácticos han cambiado y hoy se juega al fútbol al revés que en las décadas 50 y 60, perjudicando mayoritariamente el trabajo y la efectividad de los delanteros, la calidad individual y la técnica de un jugador debe ser demostrada por este, sin importar el sistema táctico -de moda o no- que ordene su director técnico.
Desde luego que cuando se jugaba al fútbol bajo el sistema 3-2-5, un centro delantero como Cuty Monge en el Saprissa o Juan Ulloa en el Alajuelense, tenían muchas más oportunidades de gol, pues llegaban al área rival acompañados por cuatro o cinco jugadores de su equipo, tomando en cuenta también al llamado volante de apoyo.
Cuando el Saprissa armaba un avance, Cuty tenía a su lado a Rodolfo Herrera, Alvarito Murillo, Saningo Soto y Rubén Jiménez, y al volante de apoyo Marvin Rodríguez.
Igual sucedía con el “Loco” Ulloa; subía con Walter Pearson, Cuca Herrera, Juan José Gámez y el Gato Bolaños y además empujaba el volante de apoyo, William Quirós, o antes Cornelio Urbina.
En el fútbol moderno, y para hablar de la Selección Nacional, Claudio Jara en el Mundial de Italia, Paulo César Wanchope en los de Corea–Japón y Alemania, y ahora Alvaro Saborío, no gozan de esas ventajas. Juegan solos, aislados y en total desventaja ante dos o tres adversarios que los cierran y marcan en defensa. Además, ni Wanchope ni Saborío tienen la técnica y el dominio de balón que en su época mostraron Cuty Monge y Juan Ulloa; el primero parecía que llevaba la bola amarrada a su zapato cuando agachaba la cabeza y se iba en línea recta al gol, dejando rezagados rivales a placer. Ulloa, con un sprint gigantesco, velocísimo, picaba y se iba quebrando cinturas a su paso y con remates mortíferos metía goles por decenas.
Hoy se juega con un solo atacante, a lo sumo dos, y por superioridad numérica los defensores llevan las de ganar.
Sin embargo, el jugador técnico, el futbolista con clase, que en las décadas apuntadas sobraban en el campeonato nacional y hoy no se pueden contar ni con dos manos, debe tener la capacidad de romper cualquier esquema con su talento y gracia.
Cuando repasamos el precioso pase de Junior Díaz a Víctor Núñez para que le metiera el gol a Canadá y luego el servicio largo de Cristian Montero al mismo Núñez, para que la Liga le anotara al Cartaginés, nos queda demostrado que con técnica el jugador despedaza cualquier sistema defensivo. Lo que sucede es que en el fútbol nacional, esa técnica, esa clase, esa magia, no es que escasea, es que no existe, con las poquísimas excepciones de ley (Alonso, Centeno, Bryan y…).
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