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Nada es eterno

Leopoldo Barrionuevo leopoldo@amnet.co.cr | Sábado 13 octubre, 2007


Todo está en proceso de cambio, también las empresas, en especial las grandes empresas transnacionales que con sus adquisiciones agregan productos competitivos a la vez que eliminan competencias, en especial las que crecen y no cuentan necesariamente con el capital que requieren toda vez que se alcanza el éxito.

Hemos visto subir y caer pequeñas y medianas empresas bien y mal dirigidas, pero también hemos visto sucumbir a otras que fueron absorbidas y sobreviven en otras manos con mayor o menor éxito pero también sujetas a los vaivenes de las ambiciones globales en pos de las ganancias en las diferentes bolsas, aunque no siempre con resultados positivos.

Hemos visto desaparecer empresas unipersonales que parecían inconmovibles tanto en lo nacional como en los negocios globales; unas se unieron, otras absorbieron o fueron absorbidas, a tal punto que ya no se ignora algo que en el pasado llenaba de orgullo a muchas nacionales: el dinero no tiene bandera y es implacable en el cambio de las sociedades y sus valores e incluso principios.

Alguien inventó la Misión, la Visión y los Valores y hasta se celebraron grandes festejos alrededor de la Declaración de Principios o Carta Magna que invariablemente proclamaban la vocación por muchas cosas menos por el Becerro de Oro, el principal motivo de sus afanes.

Tal vez sea la competitividad lo que mueve ese mundo en el que me he movido más de 50 años sin llegar a ver lo que algunos pretenden, tal vez para sentirse limpios de tantas incongruencias deshumanizadas.

Entre todos los gigantes, Wal-Mart se lleva las palmas mundiales de las ventas con $1.000 millones de ventas por día y su presencia en Centroamérica está en la adquisición del 51% de las acciones de CSU de los Uribe con Más X Menos y Palí en Costa Rica y con Paiz en Guatemala. Escribí bien: son $350 mil millones anuales.

La característica más destacada de los herederos de Sam Walton que iniciaron el negocio detallista en los 70 desde las zonas rurales de Arkansas, fue utilizar una expansión basada en bajos precios. Pero esto también contribuyó a la quiebra de miles de tiendas pequeñas con sus gigantescos hipermercados.

En Centroamérica ya hay 450 tiendas y en México casi 1.000 en 160 ciudades. Dos millones de empleados son su plantel en todo el mundo. Pero el Wall Sreet Journal nos anuncia que Wal-Mart pierde fuerza de competitividad frente a rivales más ágiles y pese a su tamaño, está cediendo terreno, en virtud del surtido, la calidad y el servicio. El mercado exige algo más que bajos precios y este se está constituyendo en un factor negativo ante la imagen de otros negocios detallistas de descuento que ofrecen una imagen de mayor exclusividad y alternativas mejores y por si fuera poco, Internet está cambiando las preferencias del consumo mientras la influencia de Wal-Mart se está erosionando y retorna la calidad, se resiente el bajo precio y las grandes marcas intentan acuerdos con otros minoristas para no resultar tan dependientes del gigante, quien exige cuantiosos aportes para mantener las compras de sus grandes proveedores quienes ignoran los motivos de la exacción.

La expansión internacional sufrió violentos golpes al tener que abandonar Alemania y Corea del Sur y tampoco pudo afirmarse en Japón, donde bajo y precio y calidad no son precisamente sinónimos. Pero Wal-Mart sigue siendo una fuerza mundial triplicando las ventas de su rival Carrefour, aunque la fórmula de precios bajos le está produciendo dificultades y es que no se puede ganar en todas partes todo el tiempo.

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