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FORO DE LECTORES


Mer-link y los servicios públicos

| Jueves 05 agosto, 2010



Si bien los servicios de la plataforma Mer-link se están inaugurando por etapas, cuando estos funcionen a plenitud, las instituciones públicas podrán hacer sus procesos de adquisición de manera rápida, eficiente y transparente

Mer-link y los servicios públicos

El primer registro único totalmente electrónico de proveedores cuenta, hasta la fecha finales de julio de 2010, con una inscripción de más de 1.100 empresas privadas. Este dato no sorprendería a nadie de no ser porque para incluir cada una de estas empresas en el registro, ninguna fila fue hecha, ningún documento en papel fue presentado, ni tampoco fue requerida ninguna firma, sello, constancia o certificado físico, es más, nadie necesitó desplazarse ni personarse en ninguna entidad. Así, contrario a la cultura de las filas y del papeleo, cuando estas empresas se inscribieron, lo hicieron totalmente en línea, al mismo tiempo en que la interoperabilidad del sistema verificaba si estaban debidamente inscritas en el Registro Nacional y si estaban al día con las obligaciones de la Caja.
En paralelo a la construcción del registro de proveedores, las 14 instituciones públicas que en conjunto facturan el 80% de las compras del Estado costarricense, avanzan juntas en la creación de un único catálogo de mercancías.
Esto que podría sonar a ciencia ficción, a otro país o a un futuro muy lejano, ya está sucediendo en Costa Rica.
En el pasado marzo se inauguró la primera etapa de la plataforma de compras públicas por medios electrónicos: Mer-link. Si bien los servicios de la plataforma Mer-link se están inaugurando por etapas, cuando estos funcionen a plenitud, las instituciones públicas podrán hacer sus procesos de adquisición de manera rápida, eficiente y transparente.
Por la naturaleza de la arquitectura de este sistema, cuando una empresa previamente inscrita en el registro de proveedores decida participar en los procesos de licitación pública, internamente, de manera automática, y muy lejos de que el ciudadano continúe siendo mensajero del Estado, los datos necesarios serán obtenidos de las bases de datos de aquellas instituciones vinculadas de una forma u otra con los procesos de adquisición.
El paso dado es gigante a nivel de eficiencia, ahorros (tiempo, dinero, papel) y de reducción de trámites; en un país donde venderle al Estado está directamente relacionado con exceso de trámites, poca integración entre instituciones, poca robustez tecnológica, ausencia de un catálogo único de proveedores y ausencia de una codificación única de mercancías.
A nivel de acceso el paso es trascendental, pues significa que tanto en Los Chiles como en Escazú, en Talamanca como en Belén, en Cañas como en San José, micro, pequeñas y medianas empresas de pronto se encuentran con posibilidades de participar en un mercado que, por complejo, burocrático y ajeno, siempre había resultado inaccesible.
Si bien los beneficios derivados de este tipo de megaproyectos digitales son innegables, los retos pendientes a nivel de país también son muchos pero no son imposibles. Las brechas en educación, utilización de medios digitales, acceso a Internet en todas las escuelas, y cobertura nacional de la red de Internet de banda ancha son algunos de los retos más evidentes.
También debe tomarse en cuenta, el cambio necesario de paradigma, en el replanteamiento de lo que son y representan los servicios que el ciudadano espera recibir del Estado. Retos que no deben dejar de atenderse, pues de esto dependerá el verdadero éxito y el verdadero avance a nivel de país.
La ciudadanía en general, pero principalmente aquellos que nacimos bajo el seudónimo de generación Y, confiamos en que este tipo de proyectos representa un antes y un después en la prestación de servicios públicos, y que este es solo el inicio en la creación de nuevos mecanismos de colaboración entre ciudadanía, Estado y empresa privada. Los que pertenecemos a esta generación, recibimos con entusiasmo las innovaciones en el Estado y nos alegra que este se aproxime cada vez más a la forma en que vemos y entendemos el mundo.
Ante tan buenos augurios, estoy convencido de que poco a poco, los servicios públicos se irán alineando hasta ubicarse a la altura y exigencia de los tiempos. Bienvenidos al siglo XXI, soñar con las estrellas no cuesta nada.

Andrey M. Elizondo Solano
Investigador / consultor INCAE








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