Mauricio debería volver al cuerpo técnico manudo
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Martes 12 marzo, 2019
En la era de Óscar Ramírez como técnico del Alajuelense, rica en obtención de títulos con un fútbol calculador y resultadista, los seguidores del equipo observaban en los partidos a Mauricio Montero, asistente técnico del “Macho”, a puro grito en el borde del terreno de juego, ordenar a la defensa del León.
Se sabía que Óscar entrenaba al equipo de la cintura para adelante y don “Chunche”, de la cintura para atrás. Cada uno en lo suyo, trabajando la zona en que fueron estrellas en su etapa como futbolistas.
Terminada la era de Ramírez, arribaron diferentes directores técnicos, extranjeros y nacionales y pasaron por el banco erizo, decenas de asistentes técnicos: Wilmer López, Luis Diego Arnáez, Pablo Izaguirre, Cristian Oviedo, Álvaro Solano, Carlos Castro, Josef Miso y varios más. A Mauricio Montero lo fumigaron y le fueron dando vueltas hasta entregarle las riendas del Once de Abril, equipo de la segunda división de la casa manuda.
Observando hoy el desplome de la retaguardia eriza, zona en la que bola que caiga sobre todo por alto, se convierte automáticamente en gol, no es ingenua interrogante el preguntar, por qué el cuerpo técnico del equipo, en lugar de trabajar a su zona defensiva, dicen que con un mecate en los entrenamientos, no acude a uno de sus baluartes defensivos, don Mauricio Montero, para que los ayude a salir del desastre.
Liga Deportiva Alajuelense está despedazada mentalmente; su tumor no es futbolístico: es mental.
A la nómina, que ya arrastraba el trauma de cinco torneos sin corona, sus dirigentes le abonaron la carga emocional de tener que convertirse en campeones en el año del Centenario, como si fueran a jugar el Clausura solos. Doble carga emocional que se tragó al equipo mentalmente y un equipo mentalmente bloqueado, fácilmente se desploma futbolísticamente.
Esos goles que recibe la defensa del León tan temprano, el rival los construye por los yerros mentales de la retaguardia del León, más que por sus propios méritos.
Puede que entonces, una figura con credibilidad, carismática y querida como la del “Chunche”, señor defensa de la Selección Nacional y de la propia Liga, quizá motive a los defensores rojinegros para que rompan los muros mentales y se contagien del pundonor, eficiencia y entereza con la que Mauricio, defendió la zaga manuda en su etapa como jugador y enseñó a trabajarla, cuando fue asistente campeón de Óscar.
gpandolfo@larepublica.net
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