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Los 33: ¿Unicos liberados?

Redacción La República redaccion@larepublica.net | Martes 26 octubre, 2010




Los 33: ¿Unicos liberados?

Lo mejor de cada ser humano involucrado en el rescate de los mineros en Chile estuvo al servicio de una causa superior. Cada cual liberó su esencia más preciada. ¿Qué ocurre cuando todos liberamos ese lado bueno y lo ponemos al servicio del equipo? ¿Hasta dónde podemos llegar?
Un Presidente enérgico e inclaudicable; una Primera Dama especialista en orientación familiar, que trabajó con las esposas de los atrapados. Ambos asumieron la causa con dos consignas: “Dijimos que no nos rendiríamos y cumplimos” y “cuando somos golpeados por la adversidad surge el alma verdadera.” Así inspiraron a un país para transitar, según sus palabras, de la angustia a la esperanza y de ésta a la felicidad. ¡Liderazgo, determinación, ejemplo, sensibilidad, responsabilidad!
El mundo quedó impresionado por la perfección del operativo del rescate. El excelente manejo de detalles evidenció la dedicación, la creatividad, la profundidad de pensamiento y el compromiso del que es capaz un equipo que trasciende a los delirios de poder, fama y egoísmo. Cada experto liberó al máximo su talento, capacidad de trabajo y generosidad.
Las familias se internaron en su mina de amor. Se unieron más, perdonaron sus diferencias y soportaron la inclemencia del tiempo para convertir la extrema aridez del desierto en un manantial de fe en el campamento Esperanza. Liberaron su fuerza espiritual y con ella taladraron las rocas para llevar a sus seres amados un aliento diario para regresar a sus brazos.
Los mineros estaban prisioneros físicamente, pero desde los primeros días se despojaron de actitudes que harían más pesada la carga. Entonces surgió lo grandioso de cada uno. Regresaron a su naturaleza más pura: compañerismo, ser buenas personas, aferradas a sus familias y a su Fe en un Ser Supremo. En adelante, caminarán recordándonos la receta básica a veces olvidada: unión, disciplina, compasión por el prójimo, humildad, persistencia, asustar los miedos, humor y esperanza ante la adversidad.
Los mil millones de humanos que presenciamos el rescate por la televisión, también dejamos fluir sentimientos solidarios ante el encuentro de los tenaces mineros con sus seres amados.
Si nos conmovimos ante esas escenas, es porque todos estos actores nos recordaron que poseemos una mina interior de la que debemos rescatar lo mejor, lo esencial de lo que somos, para liberarlo al servicio de los demás y pasar así, de sobrevivir a vivir.

German Retana
german.retana@incae.edu







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