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Hablando Claro

Vilma Ibarra vilma.ibarra@gmail.com | Miércoles 21 noviembre, 2007


El 25 de noviembre de 1960, al pie de un barranco en una carretera de la costa dominicana, fueron encontrados los cuerpos sin vida de tres jóvenes mujeres. La causa “oficial” reportada en una pequeña nota de prensa, refería un accidente de tránsito. Pero todos sabían que aquello constituía una burda explicación del régimen de Rafael Leónidas Trujillo, quien había mandado asesinar a las tres hermanas Mirabal que, como muchas otras mujeres, formaban parte del cada vez más numeroso contingente de dominicanos que intentaban terminar con aquel oprobioso gobierno dictatorial.

Trujillo acumuló resentimientos y ejecutó represalias de manera particular contra estas jóvenes, desde que una de ellas (Minerva) rechazó en público el acoso sexual del dictador. Después, cuando ella y dos de sus tres hermanas se unieron a la causa revolucionaria que marcaba la vida política dominicana de aquellos días, solo fue cuestión de tiempo… El dictador persiguió a toda la familia hasta que terminó con la vida de esposos y hermanas…

Y este es el emblemático sustento del 25 de noviembre como Día Mundial de la No Violencia contra las Mujeres.

Para nunca olvidar.

Medio siglo después, ciertamente, la lucha por la equidad de los derechos de las mujeres ha logrado significativos avances en gran parte del mundo. Pero no en todo el mundo. Todavía hay mujeres que en ciertas culturas no tienen derecho a estudiar, a salir a la calle libremente, a vestirse según quisieran y carecen por tanto de derechos básicos para vivir una vida digna de calificarse como tal. Pero aun en países como el nuestro donde hemos obtenido el reconocimiento real de todos nuestros derechos como seres humanos, las condiciones de realización de una vida digna siguen siendo relativas para muchas mujeres porque todavía prevalecen actitudes misóginas y machistas que siguen considerando a la mujer como ciudadana de segunda clase, objeto de toda clase de vejámenes únicamente por ser mujeres; de modo que aun cuando hayamos conquistado no pocas victorias, la tarea es siempre inacabada.

Este año en nuestro país, finalmente, dimos un paso adelante con la aprobación de la ley de penalización de la violencia contra las mujeres. Entre otras disposiciones, ahora tenemos tipificado el “femicidio”; una figura penal que antes no existía.

Este año, además, podemos conmemorar el 25 de noviembre, reconociendo que nuestro Estado de derecho se fortaleció gracias a que tres juezas de altísima probidad, emitieron una sentencia histórica que reconoció expresamente que debe castigarse con el máximo rigor de la ley a un hombre que se aprovechó de su condición de poder para asesinar a su esposa. Algo que hasta hace pocos años era asumido socialmente como una problemática del ámbito privado hoy se reconoce como un problema de salud pública que la sociedad debe enfrentar. Y por ello debemos seguir adelante. Con empeño y firmeza, protegiendo a las mujeres que siguen siendo sojuzgadas y que merecen cambiar sus miserables condiciones de vida… antes de que sea demasiado tarde. Y esa es una misión permanente de todos y de todas.

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