Enviado de la ONU concluye visita a Birmania
| Miércoles 03 octubre, 2007
Enviado de la ONU concluye visita a Birmania
Los generales birmanos han incumplido cada una de sus promesas de llevar a cabo reformas democráticas
Bangkok
EFE
Ibrahim Gambari, enviado especial de Naciones Unidas, abandonó ayer Birmania (Myanmar) sin dar a conocer el resultado de las conversaciones mantenidas con la Junta Militar, y su principal cautiva, la Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi.
Finalmente y después de una humillante espera, el máximo jefe de la Junta Militar, general Than Shwe, recibió a Gambari, quién poco después se entrevistó con Suu Kyi, en un aparente intento de mediar entre los bandos.
“Entiendo que Gambari está intentando mediar entre la Junta Militar y Suu Kyi, pero creo que, en el caso de que los generales hayan hecho alguna concesión, será una que no amenace su poder”, señaló a Efe un diplomático europeo que pidió el anonimato.
Gambari emprendió viaje de regreso a Nueva York, con escala en Singapur, sin facilitar al cuerpo diplomático detalles sobre el contenido de las conversaciones, o sobre los próximos pasos que la ONU pretende dar para solventar la crisis birmana.
Después aguardar durante cuatro días, Gambari tuvo la ocasión de trasmitir al general Than Shwe el mensaje del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, que en nombre de la comunidad internacional pretendía expresar preocupación por la brutal represión en Birmania.
Gambari fue recibido en Napydaw, la nueva capital administrativa y atalaya defensiva en la que desde el pasado año se atrincheran el general Than Shwe y sus lugartenientes, entre ellos el segundo al mando, el general Muang Aye, dijeron fuentes diplomáticas.
“Es descabellado creer que la visita de Gambari vaya a conseguir cambiar la naturaleza del régimen militar o que produzca cambios significantes”, indicó otro diplomático.
Concluida la entrevista de apenas una hora de duración, Gambari regresó a Rangún en un helicóptero militar para mantener una segunda reunión con Suu Kyi, líder de la Liga Nacional por la Democracia (LND), y a quién ya vio el pasado domingo.
Gambar se reunió de nuevo con Suu Kyi en la Casa de Huéspedes del Estado, situada cerca de la vivienda en la que la líder del movimiento democrático cumple arresto domiciliario desde junio de 2003.
Durante dos décadas, los generales birmanos han incumplido cada una de sus promesas de llevar a cabo reformas democráticas, pese a las protestas internas, las insistentes condenas por parte de la comunidad internacional y las sanciones impuestas por la Unión Europea (UE) y Estados Unidos.
“Gambari se topa con los mismos problemas que sus predecesores, la intransigencia de los jefes militares, su reticencia a permitir eso que ellos llaman injerencia extranjera y la desconfianza que les inspira todo lo que proceda de la ONU”, comentó una fuente diplomática de la UE.
La primera visita oficial de Gambari, en calidad de jefe de asuntos políticos del organismo, tuvo lugar a mediados de 2005, cuando ya la Junta Militar había declarado persona “non grata” a Razali Ismail, por entonces representante especial de la ONU para Birmania.
Antes de que Gambari fuera recibido por el jefe de la Junta Militar, y en su intervención en la Asamblea General de la ONU que se celebraba en Nueva York, el ministro birmano de Asuntos Exteriores, U Nyan Wyn, defendió el empleo de la violencia para aplastar las manifestaciones en favor de la democracia, y culpó a “oportunistas” de lo sucedido en las calles de Rangún y otras ciudades.
La Junta Militar birmana sólo ha reconocido diez víctimas mortales desde el 25 de septiembre, cuando prohibió las reuniones públicas de más de cinco personas y decretó el toque de queda en Rangún y Mandalay, las dos principales ciudades del país.
Por su parte, la disidencia denuncia al menos 200 los muertos.
El ministro australiano de Asuntos Exteriores, Alexander Downer, dijo ayer que creen que 30 personas han muerto y que otras 1.400 han sido detenidas desde el miércoles pasado, cuando empezó la represión de las manifestaciones antigubernamentales.
“Creemos que al menos 30 personas han muerto y unos 1.400 ciudadanos han sido arrestados. Se trata de un régimen brutal y le hemos vito trabajar en los días pasados”, señaló Downer a la prensa de su país.
Entre los muertos oficiales admitidos figura un reportero gráfico japonés que falleció a causa de un tiro al corazón en la primera jornada de cargas contra las manifestaciones pacíficas, el 26 de septiembre.
Downer calificó de “brutal” la respuesta del régimen militar birmano a las marchas pacíficas que encabezaron los monjes budistas.
Aunque las movilizaciones han sido aplastadas, en las calles de Rangún sigue siendo notable la presencia de tropas, continúan en pie numerosos controles de seguridad y no ha sido levantado el cerco en torno a los mayores monasterios.
Birmania está gobernada por los militares desde hace 45 años y no celebra elecciones parlamentarias desde 1990, cuando el partido oficial perdió estrepitosamente ante la LND de Aung San Suu Kyi.
Los generales birmanos han incumplido cada una de sus promesas de llevar a cabo reformas democráticas
Bangkok
EFE
Ibrahim Gambari, enviado especial de Naciones Unidas, abandonó ayer Birmania (Myanmar) sin dar a conocer el resultado de las conversaciones mantenidas con la Junta Militar, y su principal cautiva, la Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi.
Finalmente y después de una humillante espera, el máximo jefe de la Junta Militar, general Than Shwe, recibió a Gambari, quién poco después se entrevistó con Suu Kyi, en un aparente intento de mediar entre los bandos.
“Entiendo que Gambari está intentando mediar entre la Junta Militar y Suu Kyi, pero creo que, en el caso de que los generales hayan hecho alguna concesión, será una que no amenace su poder”, señaló a Efe un diplomático europeo que pidió el anonimato.
Gambari emprendió viaje de regreso a Nueva York, con escala en Singapur, sin facilitar al cuerpo diplomático detalles sobre el contenido de las conversaciones, o sobre los próximos pasos que la ONU pretende dar para solventar la crisis birmana.
Después aguardar durante cuatro días, Gambari tuvo la ocasión de trasmitir al general Than Shwe el mensaje del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, que en nombre de la comunidad internacional pretendía expresar preocupación por la brutal represión en Birmania.
Gambari fue recibido en Napydaw, la nueva capital administrativa y atalaya defensiva en la que desde el pasado año se atrincheran el general Than Shwe y sus lugartenientes, entre ellos el segundo al mando, el general Muang Aye, dijeron fuentes diplomáticas.
“Es descabellado creer que la visita de Gambari vaya a conseguir cambiar la naturaleza del régimen militar o que produzca cambios significantes”, indicó otro diplomático.
Concluida la entrevista de apenas una hora de duración, Gambari regresó a Rangún en un helicóptero militar para mantener una segunda reunión con Suu Kyi, líder de la Liga Nacional por la Democracia (LND), y a quién ya vio el pasado domingo.
Gambar se reunió de nuevo con Suu Kyi en la Casa de Huéspedes del Estado, situada cerca de la vivienda en la que la líder del movimiento democrático cumple arresto domiciliario desde junio de 2003.
Durante dos décadas, los generales birmanos han incumplido cada una de sus promesas de llevar a cabo reformas democráticas, pese a las protestas internas, las insistentes condenas por parte de la comunidad internacional y las sanciones impuestas por la Unión Europea (UE) y Estados Unidos.
“Gambari se topa con los mismos problemas que sus predecesores, la intransigencia de los jefes militares, su reticencia a permitir eso que ellos llaman injerencia extranjera y la desconfianza que les inspira todo lo que proceda de la ONU”, comentó una fuente diplomática de la UE.
La primera visita oficial de Gambari, en calidad de jefe de asuntos políticos del organismo, tuvo lugar a mediados de 2005, cuando ya la Junta Militar había declarado persona “non grata” a Razali Ismail, por entonces representante especial de la ONU para Birmania.
Antes de que Gambari fuera recibido por el jefe de la Junta Militar, y en su intervención en la Asamblea General de la ONU que se celebraba en Nueva York, el ministro birmano de Asuntos Exteriores, U Nyan Wyn, defendió el empleo de la violencia para aplastar las manifestaciones en favor de la democracia, y culpó a “oportunistas” de lo sucedido en las calles de Rangún y otras ciudades.
La Junta Militar birmana sólo ha reconocido diez víctimas mortales desde el 25 de septiembre, cuando prohibió las reuniones públicas de más de cinco personas y decretó el toque de queda en Rangún y Mandalay, las dos principales ciudades del país.
Por su parte, la disidencia denuncia al menos 200 los muertos.
El ministro australiano de Asuntos Exteriores, Alexander Downer, dijo ayer que creen que 30 personas han muerto y que otras 1.400 han sido detenidas desde el miércoles pasado, cuando empezó la represión de las manifestaciones antigubernamentales.
“Creemos que al menos 30 personas han muerto y unos 1.400 ciudadanos han sido arrestados. Se trata de un régimen brutal y le hemos vito trabajar en los días pasados”, señaló Downer a la prensa de su país.
Entre los muertos oficiales admitidos figura un reportero gráfico japonés que falleció a causa de un tiro al corazón en la primera jornada de cargas contra las manifestaciones pacíficas, el 26 de septiembre.
Downer calificó de “brutal” la respuesta del régimen militar birmano a las marchas pacíficas que encabezaron los monjes budistas.
Aunque las movilizaciones han sido aplastadas, en las calles de Rangún sigue siendo notable la presencia de tropas, continúan en pie numerosos controles de seguridad y no ha sido levantado el cerco en torno a los mayores monasterios.
Birmania está gobernada por los militares desde hace 45 años y no celebra elecciones parlamentarias desde 1990, cuando el partido oficial perdió estrepitosamente ante la LND de Aung San Suu Kyi.