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El sudor, la baba y la saliva del trabajo diputadil

Vladimir de la Cruz vladimirdelacruz@hotmail.com | Miércoles 15 junio, 2016


En ninguna parte de su discurso dijo que su trabajo es resultado de estudiar proyectos, de pensarlos, de ‘hacer cerebro’, y sobre todo de vincular el cerebro con la lengua en la curul


Pizarrón

El sudor, la baba y la saliva del trabajo diputadil
 

Oír el debate parlamentario, o las intervenciones que se producen en el recinto de sesiones legislativas, muchas veces causa risa y asombro, por la torpeza en la falta de comprensión y de entendimiento que los mismos diputados expresan en sus discursos.
Un diputado recientemente dijo al público de las barras que asiste a la vitrina legislativa de Cuesta de Moras: “Pueden irse tranquilos a sus casas, porque hoy lo que están haciendo es perdiendo el tiempo y escuchando nuestros discursos aburridos”… ¡Por la boca muere el pez!
“Ustedes están aquí, en este momento donde suelen estar los dioses del Olimpo”. ¡Carajo! ¡Chingo de autoestima! Sentirse orgásmicamente dios del Olimpo de Cuesta de Moras. ¡Ni Justo Orozco!
Dijo además, “debemos de ser un poco más serios a la hora de hacer intervenciones”… Habló en serio, sin darse cuenta.
“Atacarme a mí es atacar al pueblo”… Multiorgasmo legislativo total…¡Sin este diputado, el diluvio!
Dijo también que se había criado en un hospicio de huérfanos, motivo por el cual había llegado a la Asamblea legislativa, “si no estuviese ahora en las cárceles”. Ergo, los que no han estado en hospicios de huérfanos deberían estar en las cárceles.
Y la pieza oratoria de oro: “Es como que les quiten aquí el salario a los diputados porque no trabajan, porque no hacemos nuestro trabajo, porque aquí es donde se gana el salario con el sudor de la lengua nada más. Y resulta que a veces no producimos…, bueno, lo que producimos es lástima…”.
El lenguaje de este diputado es simplemente vulgar, nada técnico ni literario, balbuciente o vacilante, estropajoso, defectuoso en su forma de pronunciarse.
Según este Padre de la Patria su salario se lo gana con el sudor de la lengua. Podría ser para él una discusión técnica si la lengua suda o saliva.
Que sepamos, la lengua es un órgano móvil, situado en la boca, que es propio para gustar, deglutir y articular los sonidos de la voz. Y la voz es el sonido que el aire expelido de los pulmones produce al salir de la laringe haciendo vibrar las cuerdas vocales. La lengua no tiene glándulas salivales ni suda, es humedecida por la saliva.
El sudor por su parte es el líquido que sale por los poros de la piel. El diputado lo usó figurativamente como trabajo y fatiga. La sesión parlamentaria para el diputado es un sudorífero, que es el medicamento que causa sudor.
La saliva es por su parte el humor, el líquido, alcalino, acuoso y algo viscoso, segregado por glándulas, cuyos conductos se abren en la boca y que sirve para facilitar la deglución de los alimentos y preparar su digestión.
Mejor hubiera dicho el diputado que su trabajo es resultado del salivazo, que es la saliva que escupe de una vez y, sin ser médico, presumo que él tiene tialismo, que es una secreción permanente y excesiva de saliva, porque según sus propias palabras de esa manera se gana su salario de diputado. Su trabajo es sudar, mejor dicho, hacer sudar (salivar) su lengua.
Dependiendo de la forma, ahora sí, del trabajo del discurso, se puede babear, que es producir la baba, la saliva espesa que fluye por la boca, a veces en forma de espuma, o en hebras, de aquí los tontos o babosos que cometen tonterías...
En ninguna parte de su discurso dijo que su trabajo es resultado de estudiar proyectos, de pensarlos, de “hacer cerebro”, y sobre todo de vincular el cerebro con la lengua en la curul. Es que el cerebro de este diputado ni saliva ni suda, seguramente, ni excreta ideas ni pensamiento.
Las glándulas salivales hacen que a este diputado se le haga la boca agua por hablar.

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