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El factor personalidad al escoger un presidente

Carlos Denton cdenton@cidgallup.com | Miércoles 23 septiembre, 2009



El factor personalidad al escoger un presidente


Uno de los factores más importantes que incidirán en la votación del primer domingo de febrero será la percepción que tiene el ciudadano de la personalidad del candidato. Después del partido político que lo presenta, es el carácter del aspirante lo que más incidirá en la decisión del votante; el plan de gobierno es de tercera importancia y en las encuestas cuando se pregunta “¿qué ofrece el candidato?,” no lo tiene claro la mayoría.
Desde luego que hay muchas particularidades de la personalidad de cualquier individuo, pero la que más evalúan los electores en un aspirante es la de “confianza.” Puede tener el candidato mucha capacidad ejecutiva, ideas brillantes, una visión clara del futuro, pero cuando se acerca el día decisivo lo que más incide en el proceso mental del votante es si puede o no confiar en él o ella.
Hay preguntas que se han desarrollado a través de los años para determinar confianza y que la CID/Gallup utiliza más en grupos focales que en encuestas. Un ejemplo de esas preguntas es; “Se enfrenta usted con una emergencia personal y tiene que salir de Costa Rica por un mes. Tiene que dejar sus dos hijos —de 10 y 13 años— con alguien. ¿Con cuál de los candidatos siente usted que los podría dejar y que estarían bien cuidados en su ausencia?”. Otro ejemplo es “Tiene usted un problema personal y no logra resolverlo. ¿Cuál de los candidatos presidenciales cree usted que le escucharía y le ayudaría a resolverlo?”.
El segundo rasgo de importancia es la amabilidad de la persona y su capacidad de escuchar a los demás. Como dijo una participante de Hatillo 6 en una sesión de grupo realizada recientemente —“Los candidatos llegan a mi barrio para contarme su problema que es que necesitan mi voto. Pero no les interesa escuchar mi problema”. Se pregunta en las sesiones de grupo “si tuviera la oportunidad de tomar café uno a uno con alguno de los candidatos y pasar una media hora platicando con él o ella, ¿a cuál escogería para pasar ese buen rato?”.
Una campaña presidencial en un país pequeño en población conlleva un componente importante de contacto personal. En un país grande como Brasil o México, es improbable que más de un por ciento de los votantes tengan la oportunidad de dar la mano a un candidato y saludarlo o asistir a una actividad proselitista. Acá, y en todos los países centroamericanos, un buen componente de los votantes pueden asistir a una actividad donde está presente el candidato y donde es posible tocarlo e intercambiar palabras con él o ella. En esos eventos, aunque solo se tocan y se ven por 15 segundos, es imperativo que la candidata demuestre interés y calor humano. El candidato que no mira a quien está saludando es percibido como evasivo, como desinteresado. De nuevo entra en juego el factor calor humano.
Pronto comienza la campaña formal con miras a las elecciones de febrero de 2010. Ningún partido político tiene la mayoría absoluta de los votos —tiene que lograr atraer votantes de otras agrupaciones y el candidato presidencial es el vehículo más apropiado para lograr ese fin. ¿Cuál candidato inspira más confianza en ese contexto?

cdenton@cidgallup.com

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